Una peregrinación para la nueva evangelización de la mano de María
Esta semana pasada he vivido inmerso en dos acontecimientos que tienen especial importancia en mi vida y deseo que la tengan también en la vuestra. Esos acontecimientos se han enmarcado en la peregrinación que hice con los seminaristas de nuestra Archidiócesis. La peregrinación tuvo una protagonista especial: la Santísima Virgen María. Todo lo que vivimos en torno a Ella fue para vivir más y más la comunión con Nuestro Señor Jesucristo, y para descubrir en Ella a la Estrella de la Nueva Evangelización. Los Santuarios de la Virgen del Camino en León, de Covadonga en Asturias, y de Lourdes en Francia, uniéndonos a la peregrinación diocesana anual que organiza la Hospitalidad de Lourdes de Valencia, han sido ocasiones singulares para descubrir más la hondura que da a nuestra vida la primera creyente, la que puso su vida en manos de Dios con todas las consecuencias. En esa peregrinación, también nos hemos acercado al Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria), donde hemos adorado el trozo de la Cruz del Señor que allí se conserva y donde hemos escuchado más y mejor aquellas palabras que pronunció la Virgen María en Caná: “Haced lo que Él os diga”. Para todos los que íbamos en esa peregrinación, estas palabras de la Virgen nos hicieron revivir la certeza, clara y apasionada, de que la nueva evangelización nos está invitando a ver lo que es más esencial en ella, como es ofrecer a los hombres el bien más precioso que existe: Jesucristo. Para todos los hombres en su desarrollo e integración, Jesucristo es el Señor. En Él, y en ningún otro, podemos salvarnos (cf. Hch 4, 12). La fuente de vida, de transformación de los corazones de los hombres y de esperanza es Cristo, no hay nadie más. Con esta convicción lo anunciamos.
Una peregrinación para la nueva evangelización con horizontes contemplativos
La Estrella de la Nueva Evangelización se ha manifestado de una manera especial en el sugestivo espectáculo de la naturaleza por todos los lugares por los que hemos pasado. Y sigue siendo un libro maravilloso al alcance de todos, grandes y chicos. Viendo aquellos paisajes, el ser humano recobra su justa dimensión, se redescubre como criatura, pequeña pero al mismo tiempo única, capaz de Dios, ya que interiormente está abierta al infinito. ¡Qué bien se percibe la huella de Dios en esos lugares donde el paisaje nos transporta a otras dimensiones! Impulsados por la pregunta sobre el sentido, que siempre nos apremia en nuestro interior y en lo más profundo del corazón, percibimos la huella de Dios, de su bondad, de su belleza, de su amor, de tal manera que nos surge, casi de una manera natural, la alabanza y la oración. Esto tuvo un momento singular en la visita que hicimos al Monasterio de Carmelitas de Torrelavega, donde rezamos las Vísperas con la comunidad en el inicio de la fiesta de San Pedro y San Pablo, y conversamos en el locutorio de las cosas de Dios que más afectan al hombre y que más humano le hacen, al estilo y como quería Santa Teresa de Jesús. La Estrella de la Nueva Evangelización tuvo una presencia singular en Lourdes, donde los seminaristas y tantos valencianos, enfermos y sanos, nos hemos reunido. En la gruta, mientras celebraba la Eucaristía con todos los enfermos y los que les acompañaban, estabais todos los valencianos, junto a Jesucristo y en presencia de su Santísima Madre. Con la expresión de María “haced lo que Él os diga”, Ella nos manifestaba que es Él quien hace brotar la alegría y la confianza incluso en los días oscuros que llegan a la existencia diaria, y que Él es quien entrega el nuevo “ardor”, el “método” y la “expresión” necesaria para cambiar este mundo y hacerlo humano con la “humanidad verdadera” manifestada con su presencia.
Aprender con María a vivir con nuevo ‘ardor’, ‘método’ y ‘expresión’
¿Por qué acercarse a la Estrella de la Nueva Evangelización para aprender a vivir con nuevo “ardor”, “método” y “expresión”? Porque María nos enseña, desde su confianza absoluta en Dios, que esto no se encuentra ni se enseña en ninguna de las orillas de la vida o de la historia humana, sino que hay que encontrarlo y aprenderlo en el origen mismo que tiene la vida, Dios, que se nos manifestó en Jesucristo. Este modo de aprender que nos enseña María trae a los hombres, como se lo trajo a Ella: 1) Una profunda libertad y espontaneidad –sabemos que todo viene de Dios y que esto hay que decírselo a los hombres–; 2) Una alegría y actitud festiva y llena de esperanza que se manifiesta en todas las situaciones de la vida, desde el reconocimiento de sabernos queridos por Dios y escogidos especialmente por Él, para formar parte de su Pueblo; 3) Una apertura total a la trascendencia, ya que el ser humano, desde la fe, asume gustoso la presencia de Dios humanamente percibida y, por ello, una apertura total a todos los hombres, que se manifiesta en la necesidad y urgencia de dar a conocer a Jesucristo. ¿Cómo vivir? ¿Cómo transformar la historia?
La vida de María nos enseña que hay dos tentaciones a las que está sometido el ser humano siempre: 1) el vivir desde una confianza temeraria en lo que hace uno mismo y desde sí mismo; y 2) el vivir sin imaginación y sin capacidad creativa, que siempre se engendra en la vida humana cuando ésta se clausura en sí misma. Preocuparse, creer y encerrarse solamente en las realizaciones de uno mismo y desdeñar la sabiduría que viene de Dios es un atentado contra la vida misma. Es fuente de profundas decepciones y de falta de motivaciones. El que se fía de Dios aprende, además, que su vida es para entregarse a los demás, como Dios mismo lo hace. El que confía en Dios y pone la vida en sus manos al estilo de María, se desborda en caridad. Estos creyentes son los que se necesitan para hacer la Nueva Evangelización.
‘Hágase en mí según tu palabra’ para tener ‘ardor’, ‘método’ y ‘expresión’
Atrevámonos a decir “hágase en mí según tu palabra”, como María y acompañados de María. Tenemos un deseo absoluto de Dios. Tenemos una llamada a la plenitud y solamente la alcanzamos cuando, como María, dejamos que sea Él quien haga su obra de gracia en nosotros. Cuando vivimos así, logramos equilibrio y unificación. Os aseguro que nadie es creativo y nadie crece en las medidas que ha de tener, si es que no se siente cautivado no sólo por un ideal, sino por Alguien que le lanza más allá de sí mismo y le engrandece. Este lanzamiento más allá de sí mismo, le lleva al encuentro con los otros y al compromiso con ellos y por ellos. La confianza de María en Dios, su manera de poner la vida a disposición de Él, manifiesta lo que realmente desea la persona, más allá del placer, la riqueza o el poder. Y esta manifestación tiene un nombre: Dios, que le da un sentido y un fundamento desde donde ponerse en camino. Para que tengas, como María, nuevo “ardor, “método” y expresión”, me atrevo a proponerte a vivir y a construir la vida, desde el laboratorio que Ella vivió: 1) en actitud de oyente: acogiendo con fe la Palabra de Dios, Dios me habla, conversa conmigo y me llama. 2) En actitud de orante: abriéndote plena y totalmente a Dios, sin dejar un resquicio de tu vida guardado para ti y dejando que Dios te ame, te mire y te cuide. 3) En actitud de oferente: dando todo lo que tienes y eres para que el Señor sea conocido y se manifieste a través de ti. 4) En actitud de testigo: ya que has de hacer de tu vida un culto a Dios, y de éste tiene que salir un compromiso de vida para todos los que te encuentres en el camino.