Durante el confinamiento, la venta de cervezas y otras bebidas alcohólicas ha aumentado más de un 80%, algo que ha alarmado a los expertos, que advierten de los problemas de este aumento de consumo. Pero el confinamiento también traído cosas positivas: personas que han reforzado su abstinencia al no frecuentar bares ni relacionarse con otros consumidores y otras personas que, ante la dificultad de conseguir drogas y no consumirlas, han sufrido síndromes de abstinencia y malestares psicológicos, que les han hecho darse cuenta de su adicción y pedir ayuda. Constanza Romero, de Proyecto Hombre, nos cuenta cómo ha trabajado la entidad durante el confinamiento.

EVA ALCAYDE | 02.06.2020


-Proyecto Hombre ha vuelto esta semana a recuperar la atención presencial individualizada en los Centros de Día de Valencia, Ontinyent y Gandía. ¿Cómo ha sido el regreso?
-Muy positivo, la sensación en todos los programas es de alegría y satisfacción por el reencuentro, volvemos con energía y ánimos renovados. Los usuarios han cumplido con las medidas de higiene y prevención que les hemos pedido, y, en general, se ha confirmado lo que ya estábamos viendo por las terapias ‘online’ y telefónicas, respecto al cumplimiento de sus objetivos personales y en función de en qué fase del tratamiento se encuentran: motivación, deshabituación o autonomía. Hay una minoría de usuarios que han dado positivo en los controles de detección de tóxicos, ya que no han sido capaces en estas semanas de confinamiento de afianzar o mantener su abstinencia.


-Aunque los centros de día estuvieran cerrados, sí que habéis continuado con la atención a los usuarios y a las terapias por vía telefónica y ‘online’.
-Así es, hubo que cerrar para asegurar la salud de todos y cumplir con el confinamiento por la pandemia debido a la covid-19. Pero desde el inicio, se procuró garantizar la continuidad de la atención, y a lo largo de estas semanas se ha podido desarrollar una metodología de intervención ‘online’ y telefónica, con grupos de apoyo, talleres psicoeducativos, entrevistas individuales y familiares, orientación psicosocial y jurídica, etc.


-¿Cómo ha sido ese trabajo en la distancia?
-Hemos ido proponiendo que realicen tablas de rutinas y planificación de las actividades del día, manteniendo con ello hábitos de vida saludable, también actividades de autoestima y crecimiento personal, pautas para el manejo de la ansiedad y la gestión emocional, la prevención de las recaídas, etc.
Se ha seguido proporcionando asesoramiento y apoyo a las familias, se ha intervenido en los conflictos que surgían, y se han hecho grupos de autoayuda para las familias.
Por otro lado, también ha seguido funcionando el servicio de atención directa telefónica, en el que se informa y orienta a cualquier persona que necesite ingresar en nuestros programas, plantear dudas sobre un familiar, orientar en recursos de la red asistencial, etc.

Durante el confinamiento hemos experimentado muchos sentimientos distintos como soledad, miedo, incertidumbre, ansiedad… ¿cómo han afectado todas estas emociones a los tratamientos?
-Ninguno de nosotros ha estado ajeno a esas emociones derivadas de la separación de nuestros seres queridos, la pérdida de libertad, la incertidumbre sobre lo que va a ocurrir… pero hay que tener en cuenta que las personas adictas tienen una mayor vulnerabilidad a sufrir otros trastornos psicológicos, como ansiedad o depresión, por este motivo hemos estado especialmente atentos a la detección y apoyo de los estados emocionales de alta intensidad o persistentes de nerviosismo, miedo, preocupación por enfermar, irritabilidad, apatía,… evitando que caigan en el aislamiento, reconociendo esas emociones y validándolas, identificando los pensamientos que nos generan malestar, dando información veraz y sostén emocional.
Ha habido situaciones de crisis con abusos de alcohol y psicofármacos o de otras sustancias tóxicas, y en algunos casos puntuales ha sido necesario la derivación con servicios médicos de urgencias, además de que hemos estado coordinándonos con sus UCAs de referencia.

-Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en pleno confinamiento (la semana del 6 al 12 de abril de 2020) las compras de cerveza aumentaron un 86,5%, las de vino 73,4% y las de bebidas espirituosas un 93,4% respecto a la misma semana de 2019. Es decir, se ha disparado el consumo de bebidas alcohólicas. ¿Ha destapado el confinamiento un problema con el alcohol o ya existía y no se percibía?
-Sabemos que el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en nuestro país. Por ese motivo no es raro que al cerrarse bares y restaurantes haya crecido la compra de alcohol en los hogares. El consumo de alcohol está muy arraigado en nuestros usos y costumbres, pero hay que recordar que las bebidas alcohólicas no son, en modo alguno, un componente necesario de la alimentación ni de un estilo de vida saludable.
En la encuesta ‘EDADES’ que el Plan Nacional sobre Drogas realiza cada dos años, se muestra una tendencia estable en valores altos en el consumo, e identifica que en la población de 15 a 64 años más del 62% ha consumido alcohol en el último mes. Es la sustancia que causa más daño debido a que es la más consumida por la población.
Existen numerosas creencias erróneas o mitos en relación al alcohol como que ayuda a afrontar el estrés, pero en realidad no es una buena estrategia ya que aumentan los síntomas de ansiedad y angustia, depresión y otros trastornos mentales.
-¿El incremento del consumo de alcohol no social supone un peligro mayor?
-El alcohol tiene efectos, tanto a corto como a largo plazo en todos los órganos del cuerpo y la evidencia científica indica que no existe ningún límite seguro de consumo. Por tanto, entraña riesgos, sea un consumo en solitario en casa o en ambiente sociales. Hay diferentes patrones de consumo y la mayor gravedad en los efectos del alcohol dependen de diversos factores como la edad, el peso, el sexo, la cantidad y la rapidez de la ingesta, la toma o no junto a comida, la combinación con bebidas carbónicas, y además aumenta el riesgo si se consume para aliviar el estrés, la ansiedad o la soledad y si se combina con otras sustancias tóxicas.

¿Es posible que pasado el confinamiento el número de personas con adicción al alcohol aumente significativamente y el número de recaídas de quienes estaban luchando también?

-Sin duda, el impacto psicológico de lo que está ocurriendo puede ser un factor de riesgo que incremente el número de personas que beben porque se sienten solas, por aburrimiento, también durante los encuentros con amigos en las videollamadas, pero es importante subrayar que beber repetidamente va provocando una habituación que afectará a nuestros sistemas cerebrales, modificándolos y haciendo que el alcohol se vuelva un estímulo significativo que provoque el impulso de volver a beber y haga que un porcentaje de personas no pueda dejar de hacerlo pudiendo convertirse en adictos.
-Y a la inversa, ¿puede darse la circunstancia de que el confinamiento, y el aislamiento, haya ayudado a superar adicciones, o un cambio en las sustancias consumidas?

El confinamiento también ha funcionado como un factor de protección. Nuestros usuarios nos relatan que no ir a bares y no ver a otras personas beber, que estén cerrados los casinos y salas de juegos y permanecer en casa, no juntarse con otros consumidores, es decir, que no haya disparadores externos que provoquen el deseo de consumo, ha reforzado en la mayoría de ellos el mantenimiento de la abstinencia.
También se han puesto en contacto con nosotros personas que buscan apoyo debido a que de forma sobrevenida han dejado de consumir drogas, como cannabis y cocaína, debido a la dificultad para conseguirla durante el confinamiento. Se han producido cuadros de síndrome de abstinencia y malestar psicológico, pero ha sido una oportunidad para darse cuenta de su adicción y pedir ayuda.
Respecto a las sustancias consumidas también ha habido un incremento de los psicofármacos, sedantes, ansiolíticos, etc.


-Hablemos de los juegos de azar. Los expertos también han alertado de que se ha intensificado su consumo con el confinamiento a causa de la pandemia.
-El cierre de los establecimientos de juego, casinos, salas de juego, casas de apuestas, salas de bingo, loterías y el hecho que no haya competiciones deportivas no ha impedido que desaparezca el juego de azar. La ‘potente industria’ ha potenciado los casinos ‘online’. Las tradicionales máquinas tragaperras ahora están presentes en internet, así como el póker, bingo y un largo etcétera.
Nos preocupa el hecho que esté habiendo un incremento sustancial en los menores que realizan apuestas y juego ‘online’, pese a la prohibición. El número de usuarios no ha dejado de crecer.

-Aún es pronto para saber cuales han sido los efectos del confinamiento en la sociedad, pero ¿qué panorama cree que podemos encontrar?
-La adicción es un fenómeno complejo en el que influyen los aspectos biológicos, psicológicos y por supuesto también los sociales. En un contexto de crisis sanitaria, pero también laboral y económica puede haber un incremento de los casos como mecanismo de salida o evasión. Tenemos que seguir atentos para dar respuestas adecuadas a las nuevas necesidades y reforzar todos los dispositivos asistenciales. Ante cualquier evidencia de adicción, se debe acudir a un profesional de un centro especializado en la prevención y tratamiento de adicciones, que valore y facilite la formación e información necesarias para afrontar adecuadamente la situación.