EDUARDO MARTÍNEZ | 19-09-2019
Es uno de los máximos exponentes de la evangelización a través de internet. El sacerdote marianista Daniel Pajuelo (Valencia, 1977) ha establecido a través de sus concurridas redes sociales (613.000 suscriptores sólo en su canal YouTube) un auténtico puente entre el cristianismo y la sociedad actual. Tanto es así que, entre sus seguidores y sus interlocutores, hay también jóvenes alejados de la Iglesia Católica, a quienes se acerca con una triple actitud: acogida, escucha y respeto. Es elocuente comprobar cómo entre ellos los hay quienes se muestran más receptivos al mensaje del Evangelio una vez conocen la forma de expresarlo y encarnarlo por parte de Daniel. El ‘youtuber’ valenciano ha recibido este año de la Conferencia Episcopal Española (CEE) el ‘Pre­mio ¡Bra­vo!’ en su categoría de ‘Nue­vas Tec­no­lo­gías’. En esta entrevista concedida a PARAULA y al programa ‘Encuentros’ de La Ocho Mediterráneo, reflexiona sobre el potencial del mundo digital para la evangelización y sus experiencias en sus andaduras misioneras por el continente digital.
Un momento de la entrevista, que se desarrolló en el colegio Jesús-María de Valencia.
– ¿Cómo definirías la importancia de internet para la evangelización?
– Para mí la evangelización es un alma que inspira a otra alma a vivir el encuentro con aquello que sacia, que es el Señor. Y esa inspiración sólo se puede dar cuando se está en contacto y proximidad con el otro. En el ámbito presencial, esa proximidad tiene que ser física: es el espacio celebrativo, la catequesis, la convivencia… En el ámbito digital esa proximidad se da a través de la comunicación audiovisual, del texto, del vídeo… Siempre que pienso en comunicar mi experiencia del Señor e invitar a otros a hacer su propia experiencia, lo que busco primero es inspirar a las personas sobre lo que es bello, auténtico y bueno. Y segundo, dar pistas de cómo se entra en ese encuentro. El roce, que es el encuentro en el contacto asiduo y constante también en lo digital, lo que acaba despertando es esa sed y deseo de encontrar a las personas.
-¿Está la Iglesia ya suficientemente concienciada del potencial de internet para difundir su mensaje?
-Tenemos mucho margen de mejora, lo cual está muy bien, porque llegan generaciones jóvenes a la Iglesia que traen una inquietud y un estilo de comunicación muy fresco y muy cercano. Yo creo que casi de forma intuitiva estas personas que se incorporan a la nueva evangelización van a traer la frescura de estos nuevos lenguajes y van a saber inspirar a otras personas a buscar al Señor. Sin embargo, creo que no basta dejar que las cosas fluyan por sí solas porque también hay personas más mayores en instituciones muy antiguas y con una tendencia a retraernos ante el cambio, a protegernos en lo que conocemos. Eso pasa en todas partes, no sólo en la Iglesia. Hay que estar presente en el medio digital de una forma buena y evangelizadora, y eso requiere también una buena formación.
-¿En qué debe mejorar la comunicación en la Iglesia?
-Yo creo que el momento actual en España es de crisis comunicativa, ya sea por escándalos de la Iglesia actuales o por otras muchas cosas que arrastramos del pasado. Vivimos en una situación de crisis comunicativa, y creo que esto muchas veces nos ha replegado, nos ha asustado, nos ha hecho ver el mundo de la comunicación o de los periodistas como enemigos, cuando no son en principio ni enemigos ni aliados; pueden serlo, pero creo que el papa Francisco nos enseña en este punto cuál es la clave, que es hacerse visible y accesible a los medios. Creo que la crisis de imagen de la Iglesia puede durar todavía muchos años. Para resolverse, tiene que haber personas dispuestas a comunicar, a hablar con franqueza. Y ese exponerse también exige reconocer los propios errores con humildad y volver a tender puentes con la sociedad. Creo que en algunos momentos hemos dinamitado los puentes que nos conectaban, de modo que la brecha entre la cultura y la Iglesia Católica se ha distanciado mucho. Tenemos que hacernos escuchar pero para eso hay también que escuchar, y eso es doloroso muchas veces. Pero creo que tambien es gozoso, porque recuperar la conexión con la sociedad, con la cultura y con los jóvenes devolverá a la Iglesia una frescura enorme, la frescura del Evangelio.
– ¿Qué consejos previos darías a quienes quieran lanzarse a evangelizar en las redes?
-Lo primero es ser tú mismo, no quieras ser lo que tú no eres, que es el gran pecado de las redes sociales. Tenemos una identidad digital que se va a alimentar de los que tú le das, y la tentación de proyectar ahí otra cosa que tú no eres es muy grande, incluso buscando el bien. Cuando no somos auténticos la evangelización es muy complicada. Ante ello, no obstante, es verdad que el Espíritu Santo, aunque le pongamos muchas barreras, llega a los corazones. Yo creo que Dios actúa con una grandeza espectacular cuando aparece la verdad de uno mismo, en la pobre humildad de cada persona, en el encuentro verdadero, en el tú a tú de dos personas por frágiles que sean, por heridas que estén por la vida, por defectos que puedan tener.
Lo segundo que le diría a un joven y a cualquier cristiano que quiera evangelizar es “no respondas al odio con odio”. Por las redes sociales campa el odio a sus anchas y es fácil que en poco tiempo recibas bofetadas, insultos, desprecios… Y es la oportunidad para ejercitar lo que nos pedía el Señor: poner la otra mejilla, no como un tonto o un ingenuo que traga con todo, sino mostrando que frente al odio yo respondo con misericordia. Por eso hay que rezar mucho, pertenecer a una comunidad y, si se puede, tener acompañamiento espiritual. Ahí, en nuestra respuesta al odio recibido, se juega mucho la Iglesia. A veces la respuesta es privada y a veces es pública, y la van a ver muchísimas personas.
Y tercero, si te equivocas pide perdón, no pasa nada, no se acaba el mundo. A mí me ha pasado, y no una vez, y he tenido que escribir a alguna persona. Incluso esto me ha llevado a un encuentro personal, a una llamada de teléfono, a quedar y charlar de algunas cuestiones, y ahí brilla la luz del Evangelio, porque no somos más que pecadores reconciliados, en camino a la reconciliación plena con Dios.
Hay que salir de esa idea de que para evangelizar en internet, primero hay que ser perfecto, puro, súper cristiano y luego convencer a la gente. Es totalmente lo contrario. Tienes que ser tú mismo, en tu pobreza y humildad, no tener miedo, aprovechar las ocasiones de odio para trabajarte y responder con compasión.
– Cuéntanos una experiencia concreta en cuanto a la eficacia de las redes para evangelizar…
– Hace un año publiqué un vídeo respondiendo a un tema de rap que había publicado un chico que se llama Dante contra la Iglesia. En él se decían cosas muy fuertes. A mí, la primera vez que lo vi me hizo daño, porque me parecía injusto llamar algunas cosas a todos los sacerdotes. Tuve mucha gente en el canal que me decía: “Padre Daniel, por favor responda a esta canción, diga algo sobre esto”. Mucha gente esperaba una respuesta de autodefensa, es decir, la Iglesia Católica no es esto, o lo será sólo en un porcentaje… Otra gente buscaba una respuesta de amor para esa persona. Otros querían guerra, morbo, que se pegue aquí el cura y el ateo.
Al principio no iba a reaccionar a ese vídeo porque me había dolido, y dejamos de comunicar cuando estamos ofendidos. Cuando te ofendes es mejor callar y rezar o hablarlo. Hubo un momento al día siguiente, que después de la oración de la mañana pensé: “Voy a intentar decir una palabra sobre esto, pero antes voy a escribir a este chico, voy a intentar contactar con él”. Le escribí por las redes y al poco tiempo me contestó. Le dije que había visto su vídeo y que había cosas que me habían dolido. Quizás tuviera sus motivos para ello, desconocía si le habría pasado algo. Mantuvimos una conversación que empezó a las diez o diez y media y estuvimos casi hasta las doce de la noche intercambiando mensajes. Fue espectacular. Después de la conversación, que queda en el secreto de lo que hablamos, yo comprendí que él estaba muy, muy herido. Él es creyente, pero no puede a día de hoy, por más que quiera, aceptar a la Iglesia Católica por lo que ha sufrido él y su familia. Entonces yo enmudecí y grabé un vídeo. En él dije que había hablado con Dante y que me había contado algo que me había hecho entender que su dolor estaba justificado. Evidentemente, esto no justificaba su vídeo. Compartí mi alegría de que, siendo sacerdote, pudiera escuchar a una persona que había roto con la Iglesia y que él pudiera contarme todo lo que había pasado. El vídeo fue muy chulo. Hubo gente que no lo entendió porque esperaban que un cura metiera caña con esto. Desde entonces Dante y yo nos hemos vuelto a ver varias veces. Mantenemos el contacto, me ha presentado a su novia… He comentado vídeos suyos muy llenos de esperanza y de luz y, de ahí, ha surgido una amistad que Dios sabe a dónde nos conduce al uno y al otro, pero que para mí ha vuelto a reconstruir un puente con una persona y quizás con cientos de personas que le siguen a él. Un puente entre la Iglesia Católica y una persona que había roto completamente con ella.
– Has dicho alguna vez que YouTube te ha tocado el corazón ¿Por qué?
– Cuando ves sus vídeos piensas que los grandes ‘youtubers’ son como ‘celebrities’ que publican y la gente les comenta y ya está… pero en la trastienda pasa otra cosa. La manera cómo uno crece en YouTube va muy vinculada a tu capacidad de escucha de tu audiencia, de entender qué esperan de ti, qué necesitan, qué es lo que les hace volver a tu canal. Yo leo mucho los comentarios, también comento algunos. Cuando la escucha es empática, cuando dialogas, te encuentras con muchas miserias de la gente. Cualquier sacerdote que confiesa en su parroquia, que da ejercicios, que acompaña a jóvenes sabe de lo que está hecho el corazón humano. Somos muy poca cosa, tenemos muchas heridas. Y ver de repente, a través del vídeo digital, un mundo herido y a la gente buscando o conmovida cuando se encuentran con algo del Evangelio, aunque no digan que es Dios, aunque no sepan exactamente lo que está pasando… eso te transforma.
Recuerdo a Jesús cuando mandó a los 72 y luego volvieron y le contaron lo que había pasado. Yo me siento así, me siento cada día como enviado. Y vuelvo del mundo digital lleno de aventuras, de haber expulsado demonios, de haber curado heridas, de haberme encontrado con mis propias heridas, de haberme encontrado con gente que ha puesto ungüento en mis heridas, que me ha escuchado también. Una de las cosas más inesperadas para mí ha sido cómo la comunidad de ‘youtubers’, sobre todo hispanos y españoles, me ha acogido muy bien. Gente muy grande, que lleva canales de cosas que no tienen nada que ver con la religión, la mayoría de ellos ateos y agnósticos, me han abierto sus puertas, los he podido entrevistar, hemos comido juntos, hemos charlado de temas y al final escuchas sus razones para creer y para no creer. Este es el corazón sacerdotal. Cuando te pones a la escucha y acoges en tu corazón todo esto te transforma, irremediablemente no eres el mismo después de haber estado expuesto a esa escucha.
-¿Cómo valoras haber recibido el premio ‘¡Bravo!’ de la Conferencia Episcopal?
– Estoy muy agradecido por dos motivos. El primero por mi congregación, que me ha potenciado desde siempre, me ha ayudado a formarme bien, me ha abierto puertas… Y el segundo porque creo que este premio ayudará a mucha gente que se pregunta si internet es bueno o no a perder el miedo a evangelizar allí. Ojalá que todo esto ayude a visibilizar que la Iglesia Católica está ahí presente y que hacen falta muchos más obreros para esta mies.
– Una enseñanza que valores especialmente en estos años de navegación por las redes…
-Cuando entré en la congregación hace 27 años pensé que evangelizar era llevar el agua a vasos vacíos. LLevar mi experiencia a aquellos que no conocen a Dios. Pero mi experiencia en la evangelización digital y no digital, en la pastoral en general, me ha hecho descubrir que las personas no son vasos vacíos. Las personas van llenas de muchas cosas. Muchas veces vas con el agua del Espíritu y el agua rebosa porque primero hay que sacar algunas cosas para que quepa el agua del Espíritu, procesos de purificación, desprendimiento… Ese sacar cosas puede ser el momento de la enfermedad, pérdida o crisis. Es el momento en que queda un poco de espacio para que entre algo nuevo. También en personas agnósticas y ateas me he encontrado que en su vaso hay agua del Espíritu. El Señor va por delante. Me recuerda a ese pasaje en que el Señor les dice: “Id a Galilea que yo voy por delante”. Dios se abre paso por caminos que no imaginamos. Me he encontrado con Dios en lugares que no imaginaba que pudiera estar.
La entrevista completa (hemos hecho aquí un resumen amplio) puede visionarse en el canal YouTube del Arzobispado, en el apartado del programa de televisión ‘Encuentros’