Mª Asunción Sotillos Rubio es licenciada en Filosofía y Letras, sección Historia, por la Universidad de Navarra. Casada, madre y también abuela, desde 2004 trabaja en la delegación diocesana para las Causas de los Santos. Allí, además de ejercer como secretaria de la delegación, forma parte del Tribunal o de la Comisión Histórica en varias causas. Ahora acaba de publicar su segundo libro, ‘Con amor en el perdón’, aunque, como matiza, la obra es el resultado de la labor de investigación de muchas personas, que ella ha recopilado y a la que ha dado forma.

❐ L.B.

‘Con amor en el perdón’ recoge la biografía de 91 mártires valencianos de la persecución religiosa de los años 30 del siglo pasado. ¿Qué fue lo que te llevó a escribir este libro?

Lo que nos ha movido a publicar este libro es dar a conocer a los 91 siervos de Dios cuyo proceso de canonización por martirio en fase diocesana fue clausurado el pasado 22 de enero, fiesta de san Vicente Mártir, en la catedral de Valencia. Encabezado por Miguel Payá Alonso de Medina, vicario general del arzobispado y deán de la catedral de Valencia, este grupo está formado por 66 sacerdotes diocesanos, 8 religiosos y religiosas y 17 laicos y laicas. Todos ellos entregaron su vida en la persecución religiosa que hubo en España en los años treinta del pasado siglo XX.
Esperando y respetando el veredicto de la Congregación para las Causas de los Santos, hemos querido, no obstante, presentar una breve relación de las vidas y muertes de todas esas personas, porque hay en ellas muchas cosas que pueden estimularnos a imitarlos en su fe, esperanza, y amor a Dios y a los hermanos, como indico en la presentación del libro.

¿Qué vamos a poder descubrir de todas estas personas entre las que había sacerdotes y religiosos pero también numerosos laicos?

En el libro, tras el prólogo del cardenal Cañizares, que titula ‘Los Mártires, memoria histórica de verdad’, hay una introducción de Ramón Fita Revert, delegado para las Causas de los Santos, en la que explica en varios apartados lo relacionado con la persecución religiosa de los años 30 del siglo XX en la diócesis de Valencia, la recogida de datos sobre los mártires y los procesos de beatificación y canonización por martirio incoados en esta diócesis desde los años 50 del pasado siglo hasta la actualidad.

Se presentan seguidamente las biografías de estas 91 personas. Debajo de la fotografía consta el cargo o la función que tenían en el momento de la muerte, el lugar y las fechas de nacimiento y defunción, así como la edad. A continuación, se presenta su biografía en tres grandes apartados: primeros años; formación; actividad pastoral o apostólica; persecución y martirio.

Finalmente se muestran en un cuadro-tabla las vinculaciones de todas estas personas por nacimiento, actividad apostólica, lugar del martirio y sepultura con las distintas poblaciones en las que transcurrió su vida.

Una obra así habrá requerido llevar a cabo una gran labor de investigación y de recopilación de datos y testimonios.

Este libro, en el que figuro como ‘autora’, es el resultado del trabajo de investigación de muchas personas y durante muchos años. No es una obra de ficción, ni se trata de ‘leyendas piadosas’. La Congregación para las Causas de los Santos exige una adecuada justificación de todas las afirmaciones que se presentan, en este caso sobre la vida, martirio y fama de martirio de todos estos siervos de Dios.

Partiendo de la importante documentación recogida desde los años 40 sobre todas las personas que se consideraba que habían sido asesinadas ‘in odium fidei’, por odio a la fe, en la persecución religiosa que sufrió España en la década de los años 30, y que se agudizó claramente a partir del 18 de julio de 1936, en el caso de Valencia esencialmente desde julio (el primero en ser asesinado por ese motivo es el siervo de Dios Rafael Ramón Llin, sacerdote, dedicado al mundo obrero, el 27 de julio) a enero de 1937, un equipo de varias personas ha ido recogiendo documentación en diferentes archivos con el fin de ratificar las afirmaciones recogidas.

Dices que habéis tenido que consultar diferentes archivos. ¿Dónde se encuentra toda esta documentación, esos archivos?

Como base de la investigación estaban: en el caso de los sacerdotes, el libro ‘Sacerdotes Mártires’, de José Zahonero Vivó; en el caso de los religiosos y religiosas, la documentación que obraba en sus institutos o congregaciones y en el caso de los laicos, fundamental, aunque no exclusivamente, las ‘fichas de Acción Católica’. La mayor parte de esa documentación se conservaba con gran celo en el Archivo Diocesano de Valencia en la sección Causas de los Santos.
A partir de esos primeros datos se ha ido recogiendo toda la documentación que avalaba o contradecía los relatos, consultando todos los archivos posibles, tanto civiles como religiosos, militares…; bibliotecas, hemerotecas… Se trataba de una investigación histórica y se ha realizado con rigor.

Ha sido un trabajo impresionante, como también lo es el testimonio de esos mártires. ¿Qué ha supuesto para ti a nivel personal conocer un poco más en profundidad la vida de estas personas que fueron capaces de morir sufriendo antes que renunciar a su fe?

Como historiadora, he disfrutado un montón. Como cristiana… he podido comprobar verdaderos testimonios de fe, esperanza y amor a Dios y a los hermanos en personas… como nosotros, como puedo ser yo misma. A veces al pensar en los mártires nos vamos varios siglos para atrás y ponemos leones en la escena. No. Como indicaba san Juan Pablo II, el siglo XX fue el siglo de los mártires; el siglo en el que más mártires ha habido hasta ahora.

Al leer los testimonios sobre todas estas personas no puedes dejar de interrogarte a ti misma: ¿Y si de pronto llamaran a mi puerta y viniera un grupo de personas con fusiles preguntando por mí? ¿Y si me llevaran detenida y me encarcelaran? ¿Y si oyera que pronunciaban mi nombre y me sacaran en un coche hacia donde claramente iban a asesinarme? ¿Daría gozosa mi vida por Cristo? ¿Podría perdonar de verdad a mis asesinos?

Contamos con testimonios preciosos de cómo estos siervos de Dios, hombres y mujeres como nosotros, respondieron en esos momentos. Testimonios recogidos en esos primeros años de personas que los conocieron y trataron, que fueron testigos de sus detenciones y en algunos casos incluso de su cruenta muerte. Y lo que más me ha impactado, como es lógico, es el amor con el que fueron capaces de perdonar. El título del libro, ‘Con amor en el perdón’ es fruto precisamente de esa reflexión.

De entre todos esos testimonios impresionantes, ¿podrías destacarnos alguno que te haya marcado especialmente?

En este grupo hay varias mujeres decididas y valientes que no dudaron en acompañar al martirio a las personas a las que querían. Es el caso de Julia Mateu Ferrer, que no abandonó a su hija, la beata María Climent Mateu; Pilar Ribas Gravet, quien también quiso acompañar hasta el final a su hermano Pedro, sacerdote; María Marticorena Delgado, que -pudiendo haberlo hecho- no quiso escapar y acompañó a su tío sacerdote y a su hermana cuando salían detenidos; María Ortells Gimeno, que ayudó a varias religiosas facilitándoles alojamiento y compañía cuando estas tuvieron que abandonar sus conventos, que subió serenamente también con ellas en la camioneta que las llevaba al martirio y que curiosamente es la única de ese grupo que todavía no ha sido beatificada.

También admiro la valentía de algunos jóvenes como Eduardo Gimeno Palomares, albañil y presidente de los jóvenes de Acción Católica de Tabernes de Valldigna, de 25 años, quien en marzo de 1936, tras la profanación de una ermita, fue recogiendo una a una todas las Formas consagradas desparramadas por el suelo sin hacer caso de los insultos y escarnios de los que contemplaban su acción; Emilio Solanes Escrihuela, el más joven, quien con 18 años prefirió también morir antes que adjurar de su fe…

Y como ejemplo de perdón me impresiona especialmente el caso de Hortensia Serra Poveda, embarazada de ocho meses, a quien abrieron el vientre sacando a la criatura y matando a las dos. Según testimonio de uno de los asesinos, murió con palabras de perdón hacia ellos.

He empezado por los laicos. En cuanto a los 8 religiosos y religiosas, 2 franciscanos, 2 redentoristas, 2 damas catequistas y 2 religiosas de la Orden de Jerusalem, creo que destacaría en todos ellos especialmente la aceptación del martirio. Y, como es lógico, entre los 66 sacerdotes, casi la mitad de ellos menores de 40 años, hay ejemplos de explícita aceptación del martirio; de aliento y ánimo a sus compañeros de martirio; de claro perdón a los asesinos. Hubo testigos presenciales de todo esto en muchos casos.

También me ha llamado la atención la valentía de los más jóvenes, que recibieron la ordenación sacerdotal en un momento en el que se había iniciado ya claramente la persecución religiosa (aquí en la diócesis valentina los ejemplos son abundantes desde febrero de 1936) y que no dudaron en seguir su vocación, la llamada del Señor, desoyendo los avisos de sus familiares más cercanos (Francisco Martínez Rovira).

Destacando un aspecto u otro podría nombrarlos a todos, porque creemos que, con la ayuda del Señor, entregaron su vida como mártires de Cristo.

En este momento en el que parece surgir en muchas personas un odio acumulado durante mucho tiempo es bueno que conozcamos a todas esas personas en las que lo que brilla es el amor y el perdón.