RADIO VATICANO | 5-10-2017
Durante su visita pastoral el pasado fin de semana a las ciudades italianas de Cesena y Bolonia, el papa Francisco se acercó al Centro Regional de acogida de via Mattei, donde se encontró con los jóvenes norafricanos que allí reciben alojamiento y servicios de atención tras desembarcar en las costas italianas.
En el Centro Regional de acogida – que antiguamente era un lugar de detención en el que se procedía a la identificación y expulsión de los ciudadanos que ingresaban en Europa de modo ilegal –unos mil emigrantes huéspedes esperaban al Papa. Y lo hacán con sus sonrisas y manos extendidas, mientras con sus teléfonos celulares se fotografiaban con Francisco para enviar inmediatamente sus ‘selfis’ a sus familias de origen.
El Santo Padre, de 80 años de edad, los saludó durante más de 45 minutos cordialmente, llamándolos “queridos hermanos y hermanas”. A la vez que les explicó que él mismo quiso que éste fuera el lugar de su primer encuentro en Bolonia; puesto que es el “puerto” de llegada de quienes proceden desde tan lejos con sacrificios que a veces ni siquiera ellos mismo logran relatar.
Tras esa visita, se dirigió a la Basílica de San Petronio en Bolonia, para almorzar con un numeroso grupo de pobres, refugiados y detenidos que lo esperaban con gran entusiasmo para compartir juntos mesa y charlas.
El interior de la Iglesia fue preparado para la ocasión a modo de comedor para disponer de espacio para todos los que participaron en el almuerzo. Antes de comenzar el encuentro, el Sucesor de Pedro dirigió unas breves palabras a los allí presentes: “Ustedes están al centro de esta casa, la Iglesia los quiere al centro”, dijo el Papa. “La Iglesia es de todos y especialmente de los pobres. Estamos todos invitados, por la gracia. Es un misterio de amor gratuito de Dios, que nos quiere para Él, no por nuestro mérito sino por su amor”.
Recordando que Jesús “no despreció ni descartó jamás a nadie”, el Obispo de Roma señaló que “todos podemos dar y al mismo tiempo recibir algo”.