Redacción / Agencias | 13-09-2013
Ante los fieles congregados en la plaza de San Pedro el pasado día 7 con motivo de la jornada de Ayuno y Oración por la Paz en Siria, Medio Oriente y el mundo, el Papa pidió “¡que se acabe el sonido de las armas!”, pues “la guerra significa siempre el fracaso de la paz, es siempre una derrota para la humanidad”.
La jornada fue convocada por el propio Francisco y a ella invitó a “los hermanos cristianos no católicos, a los pertenecientes a las demás religiones y a los hombres de buena voluntad”, según expresó.
Durante la jornada del día 7 en San Pedro, el Papa explicó que “el mundo de Dios es un mundo en el que todos se sienten responsables de todos, del bien de todos. Esta noche, en la reflexión, con el ayuno, en la oración, cada uno de nosotros, todos, pensemos en lo más profundo de nosotros mismos. ¿No es ése el mundo que yo deseo?”.
Sin embargo, “cuando el hombre piensa sólo en sí mismo, en sus propios intereses y se pone en el centro, cuando se deja fascinar por los ídolos del dominio y del poder, cuando se pone en el lugar de Dios, entonces altera todas las relaciones, arruina todo; y abre la puerta a la violencia, a la indiferencia, al enfrentamiento”.
En medio de este caos, señaló el Santo Padre, “Dios pregunta a la conciencia del hombre: ‘¿Dónde está Abel, tu hermano?’. Y Caín responde: ‘No sé, ¿soy yo el guardián de mi hermano?’”. “Esta pregunta se dirige también a nosotros, y también a nosotros nos hará bien preguntarnos: ¿Soy yo el guardián de mi hermano? Sí, tú eres el guardián de tu hermano. Ser persona humana significa ser guardianes los unos de los otros”. Ahora bien, lamentó, “cuando se pierde la armonía, se produce una metamorfosis: el hermano que deberíamos proteger y amar se convierte en el adversario”.
Por ello, “en cada agresión y en cada guerra hacemos renacer a Caín. ¡Todos nosotros! Y también hoy prolongamos esta historia de enfrentamiento entre hermanos”. “Como si fuese algo normal -añadió-, seguimos sembrando destrucción. La violencia, la guerra traen sólo muerte, hablan de muerte. La violencia y la guerra utilizan el lenguaje de la muerte”.
“Quisiera pedir al Señor, esta noche -dijo después-, que nosotros cristianos, los hermanos de las otras religiones, todos los hombres y mujeres de buena voluntad gritasen con fuerza: ¡La violencia y la guerra nunca son camino para la paz!”.
Francisco recordó, además, las palabras de su predecesor Pablo VI ante las Naciones Unidas, en octubre de 1965: “Nunca más los unos contra los otros; jamás, nunca más… ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!”.
Las palabras de la paz, señaló, son “perdón, diálogo, reconciliación”, tanto “en la amada nación siria, en Oriente Medio, en todo el mundo”.
“Recemos esta tarde por la reconciliación y por la paz, contribuyamos a la reconciliación y a la paz, y convirtámonos todos, en cualquier lugar donde nos encontremos, en hombres y mujeres de reconciliación y de paz. Amén”, concluyó.
Dos días después, en el Ángelus del pasado domingo, el Papa volvió a clamar por la paz mundial y por la paz del corazón: “Esta guerra contra el mal implica decir no al odio fratricida y a la mentira de la que se sirve; decir no a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal. ¡Que hay tanto! Y siempre queda la duda: esta guerra de allí, esta otra de allá – porque por todas partes hay guerras- es un guerra por problemas de verdad o es una guerra comercial y para vender estas armas en el comercio ilegal”.
Francisco pide al G-20 evitar la intervención militar
Dentro de su ‘ofensiva’ por la paz, Francisco envió una carta al presidente de Rusia, Vladimir Putin, pidiendo a los líderes de los estados del G-20 que no sean indiferentes al conflicto de Siria, promover el diálogo para la paz y la asistencia humanitaria. El Papa exhortó a evitar una intervención militar y a “perseguir con coraje y determinación una solución pacífica mediante el diálogo y la negociación”.