Agencias | 6-06-2013
El papa Francisco presidió, desde la basílica de San Pedro, la solemne adoración eucarística, a la que, en el marco de las celebraciones por el Año de la Fe, estaban llamadas a participar al mismo tiempo todas las diócesis del mundo el pasado domingo, solemnidad del Corpus Christi.
Durante una hora, el Santo Padre quiso, en calidad de cabeza de la Iglesia, ponerse al frente de un rezo global al unísono, en la primera iniciativa de este tipo que se hace en la Iglesia Católica, coincidiendo además con la celebración del 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II.
A las cinco de la tarde (hora de Roma), el Papa ingresó a la basílica de San Pedro, que estaba conectada con otros templos católicos a través de internet y de una señal de televisión vía satélite.
El silencio fue el gran protagonista en el que se desarrollaron los rezos particulares de cada asistente, intercalados con distintas lecturas bíblicas, recitadas con la música de fondo de un arpa.
Desde las Islas Cook a Reikiavik, pasando por Chile, Burkina Faso, Taiwán, Irak, Bangladesh, Estados Unidos o Filipinas, las diócesis se sincronizaron con la hora de la diócesis del Papa.
Según el presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, con esta celebración “histórica” se pretende dar muestra del carácter de “unidad” y “portadora de misericordia” hacia los más débiles que tiene la Iglesia. “Hemos tenido una adhesión masiva a esta iniciativa que se ha extendido más allá de las catedrales y ha implicado a conferencias episcopales, parroquias, congregaciones, especialmente monasterios de clausura, y asociaciones”, dijo.
Intenciones del Papa:
El mismo Santo Padre propuso las intenciones de oración para la adoración eucarística mundial del pasado domingo. Son éstas:
1.- Por la Iglesia, portadora de sentido y alegría
Por la Iglesia, extendida en todo el mundo y recogida hoy en señal de unidad en la adoración de la Santísima Eucaristía. Que el Señor la haga cada vez más obediente a la escucha de su Palabra para presentarse ante el mundo siempre más hermosa, sin mancha, ni arruga, sino santa e inmaculada. Que a través de su fiel anuncio, la Palabra que salva resuene aún como portadora de misericordia y haga que el amor se redoble para dar un sentido pleno al dolor y al sufrimiento, devolviendo alegría y serenidad.
2.- Para que los que sufren encuentren esperanza y fuerza
Por aquellos que en los diversos lugares del mundo viven el sufrimiento de nuevas esclavitudes y son víctimas de la guerra, de la trata de personas, del narcotráfico y del trabajo ‘esclavo’; por los niños y las mujeres que padecen todas las formas de la violencia. ¡Que su grito silencioso de ayuda encuentre a la Iglesia vigilante para que, teniendo la mirada puesta en Cristo crucificado no se olvide de tantos hermanos y hermanas dejados a merced de la violencia!
Por todos aquellos que, además, se encuentran en la precariedad económica, sobre todo los desempleados, los ancianos, los inmigrantes, los que carecen de hogar, los presos y cuantos experimentan la marginación. ¡Que la oración de la Iglesia y su cercanía activa les dé consuelo y ayuda en la esperanza y fuerza y audacia en la defensa de la dignidad de la persona!