Redacción | 8-03-2013
El mismo día en el que se hacía efectiva la renuncia de Benedicto XVI al ministerio petrino, el pasado 28 de febrero, la catedral de Valencia acogió una misa de acción de gracias por el pontificado del papa Ratzinger presidida por monseñor Carlos Osoro.
El arzobispo de Valencia aseguró en su homilía que “ha tenido siempre la certeza firme el Santo Padre de que la vida de la Iglesia está en manos del Señor, que ha sido fundada por Jesucristo y que la sigue acompañando el Espíritu Santo”.
“En este sucesor de Pedro hemos descubierto una adhesión y confianza inquebrantable a Jesucristo, que es la Verdad que ha querido transmitir a todos”, señaló monseñor Osoro, que precisó que “de ello fuimos testigos todos en la Iglesia en Valencia”, en referencia a la visita a la capital valenciana de Benedicto XVI en julio de 2006 para presidir el V
Encuentro Mundial de las Familias.
“Hoy damos gracias al Señor por su Magisterio, por el rostro de Cristo que nos ha presentado y por la vida de este hombre excepcional”.
Además de exhortar a la oración “por este sucesor de Pedro que tan bellamente ha iluminado a la Iglesia y a todos los hombres de buena voluntad”, monseñor Osoro imploró también la acción del Espíritu Santo para que “ilumine a los cardenales que van a entrar en el cónclave, para que “en la Iglesia tengamos el sucesor de Pedro que necesita la Iglesia, y que sea un hombre que ponga también su confianza en el Señor”.
Con el titular de la archidiócesis de Valencia concelebró su obispo auxiliar, monseñor Enrique Benavent, el vicario general, Vicente Fontestad, y los miembros del Cabildo de la Catedral. En la eucaristía participaron también el concejal de Policía Local del Ayuntamiento de Valencia, Miguel Domínguez, y el rector de la Universidad Católica de Valencia, ‘San Vicente Mártir’, José Alfredo Peris.
La torre del Miguelete y otros campanarios de la diócesis, como el de Moixent, tocaron en honor a Benedicto XVI la misma tarde del 28 de febrero.
“Solo soy un peregrino en la última etapa de su peregrinaje en esta tierra”.
En su último discurso público como papa, Benedicto XVI dejó de nuevo constancia de su carácter humilde y sencillo. Lo pronunció, sin estridencias ni excesiva afectación, en el balcón del palacio pontificio de Castel Gandolfo el pasado 28 de febrero, minutos antes de que entrara en vigor su renuncia a la sede de Pedro, a las ocho de la tarde de ese día ya histórico.
Hasta allí se trasladó en helicóptero desde el Vaticano y allí residirá hasta que concluyan las obras que se están cometiendo en el convento Mater Ecclesiae, emplazado dentro de los jardines vaticanos.
Unas horas antes, en su despedida de los cardenales, Benedicto XVI afirmó: “Entre vosotros está el futuro papa, al que desde hoy ya le prometo mi reverencia y obediencia incondicional”. También les dijo que rezará por el cónclave que deberá elegir a su sucesor.
La jornada del 28 de febrero, en la que se hizo efectiva la renuncia de Benedicto XVI al papado, dejó imágenes insólitas, instantáneas para la historia que recordamos en esta página.
Benedicto XVI saluda antes de abandonar el Vaticano en helicóptero para dirigirse a Castel Gandolfo, donde residirá hasta que finalicen las obras del convento vaticano donde vivirá a partir de ahora. La localidad está a 23 kilometros de Roma y en ella se encuentra la residencia de verano de los Papas y donde Benedicto XVI ha pasado en los últimos años sus vacaciones.
El helicóptero que transportaba a Benedicto XVI a Castel Gandolfo despegó desde los jardines vaticanos y, nada más ascender, paso cerca de la cúpula de San Pedro, repleta de fieles. Cuando vuelva a poner el pie en el suelo del Vaticano, dentro de alrededor de un par de meses, ya no será Papa, sino Papa Emérito.
Durante el vuelo hasta Castel Gandolfo, el helicóptero (arriba a la derecha) pasó por lugares emblemáticos de la ciudad de Roma, como el Coliseo. Cuando se contemplaba al Papa en su helicóptero blanco, sus fieles podían leer en su cuenta de Twitter, @Pontifex: «Gracias por vuestro amor y cercanía. Que experimentéis siempre la alegría de tener a Cristo como el centro de vuestra vida».
La instantánea tiene su valor histórico y sentimental: es la última de Benedicto XVI como papa. En ese momento se retira del balcón del palacio pontificio de Castel Gandolfo tras saludar a los fieles. En el patio de San Dámaso del Vaticano, el Papa fue despedido por el cardenal Tarcisio Bertone, el secretario de Estado y por otros miembros de la curia. Hacía horas que cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, religiosas y numerosos laicos que prestan su servicio en el pequeño estado, con sus hijos y nietos, aguardaban en el patio para darle su adiós. Tristeza y emoción. Ni los vistosos colores de la Guardia Suiza, de la que un piquete con bandera rindió honores, alegraron esta espera.
Cumplida la hora en la que entraba en vigor la renuncia de Benedicto XVI (las ocho de la tarde del 28 de febrero), el apartamento pontificio del Palacio Apostólico en el Vaticano fue sellado y cerrado hasta que un nuevo papa lo ocupe. En la foto, el cardenal camarlengo, Tarsicio Bertone. El purpurado ha procedido, además, a anular el anillo del Pescador y el sello de Benedicto XVI, como es preceptivo.