REDACCIÓN | 14-06-2017
El cardenal Cañizares, Mons. de Wit, Mons. Gallagher y el cardenal Osoro (de Izqda. a Dcha.) (Foto: I.Miñana)El secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, el arzobispo británico monseñor Paul Richard Gallagher, presidió en la catedral de Valencia la ordenación episcopal del sacerdote valenciano monseñor Santiago de Wit Guzmán, recientemente nombrado por el papa Francisco nuncio apostólico en la República Centroafricana y Chad.
En la misa del pasado sábado 10, concelebraron un total de tres cardenales -dos de ellos, los cardenales Antonio Cañizares y Carlos Osoro, arzobispos de Valencia y Madrid, respectivamente, como co-consagrantes principales-, tres nuncios apostólicos y una veintena de cardenales, arzobispos y obispos de toda España, así como doscientos sacerdotes.
En la homilía, monseñor Paul Richard Gallagher destacó que “hoy Santiago de Wit ha regresado al lugar donde fue criado, ha entrado en esta magnífica Catedral y ha escogido las palabras de Isaías ‘el espíritu del Señor está sobre mí’, con las que inaugura su ministerio en la República Centroafricana y en el Chad”.
El secretario de la Santa Sede subraryó, dirigiéndose a monseñor De Wit, que su ordenación episcopal tiene lugar “rodeado por las comunidades que te han formado y te han hecho ser quien eres, y donde tu vocación sacerdotal ha sido alimentada”, en referencia a su familia, la comunidad eclesial y sacerdotal “que te apoyan y animan”.
Monseñor Gallagher hizo mención al lema episcopal elegido por monseñor De Wit, “vivo en la fe del Hijo de Dios” (In fide vivo Filii Dei), según las palabras de san Pablo a los Gálatas, y esa fe continuará empujándote en tu nuevo ministerio de obispo y nuncio”.
Por último, el secretario de la Santa Sede, recordó que Mons. De Wit, como Nuncio apostólico, es “embajador del Papa” en los países asignados, donde deberá intentar “que la relación con las comunidades civiles se inspiren en la imagen evangélica del Buen Pastor y deberá hacer cada vez más estrechos y operativos los vínculos que unen a la Sede Apostólica con las Iglesias locales”.
Acogida y confianza
Por su lado, monseñor Santiago de Wit agradeció, al final de la misa, “la confianza del Santo Padre y de la Secretaría de Estado con el nombramiento de Nuncio” y “la acogida del cardenal Cañizares, su alegría, entusiasmo y generosidad al poder celebrar hoy, en esta Catedral, este acontecimiento tan especial para mí y para toda mi familia, así como el trabajo de todas las personas involucradas en la preparación del acto”.
Igualmente, el nuevo nuncio recordó los “primeros discernimientos en el Colegio de El Pilar y en la parroquia de San Pascual Baylón, en Valencia, los años de Seminario en El Patriarca, de vicario en Oliva, los estudios en Roma y los casi 19 años de servicio a la Santa Sede en diversas Nunciaturas, una experiencia que confirma la invitación del Santo Padre a ser tierra de encuentro, a construir cuantos puentes sean necesarios para superar rechazos y divisiones, a ser instrumento de paz y reconciliación”.
Por último, dio las gracias “a Dios, a mi familia, a mi padre que se fue no hace mucho porque me enseñó a ser fuerte; a mi madre, por ser la mejor creyente que conozco; a mis hermanos porque no sería lo que soy sin vosotros, con especial mención a los que se fueron demasiado pronto; a mis familiares, amigos, párrocos, sacerdotes y obispos, a la Conferencia Episcopal Española y todos los presentes”.
Durante la liturgia de ordenación episcopal, tras la presentación del nuevo obispo y la lectura del mandato apostólico del papa Francisco, tuvo lugar la imposición de manos por parte de Mons. Gallagher y de todos los obispos concelebrantes sobre Mons. De Wit, quien recibió el Libro de los Evangelios, el anillo episcopal, la mitra y el báculo como signo de su ministerio pastoral.
Visita a la Virgen
Previamente al inicio de la misa, monseñor de Wit salió en procesión desde el Palacio Arzobispal hacia la Basílica de la Virgen para venerar a la patrona de Valencia, la Mare de Déu dels Desamparats, y firmar en el Libro de Oro, acompañado por los obispos, el Cabildo de la Catedral, el Colegio de Consultores, y por el Consejo Episcopal.