Jesús Cervera (junto al obispo), en la celebración junto a la tumba del hno. Jesús el domingo.

❐ CARLOS ALBIACH | 19.05.2022
El hermano Carlos de Jesús, conocido como Carlos de Foucauld, ya es santo. Así lo proclamó el pasado domingo 15 el papa Francisco en la ceremonia en la que se canonizó a diez beatos. El hermano Carlos vivió los últimos 15 años de su vida en el Sáhara argelino. Vivía en las ermitas de Tamanrasset, que él mismo construye: “¡Mañana se cumplen diez años desde que digo la Santa Misa en la ermita de Tamanrasset y ni un solo converso! Hay que rezar, trabajar y tener paciencia”, escribió en un papel, resumiendo así su vida entre los tuaregs.

Fue capturado el 1 de diciembre de 1916 por los senusistas, rebeldes tuaregs que luchaban contra la presencia francesa en el Sahara. Le disparó uno de sus captores, que entró en pánico tras la llegada de dos meharistas. Carlos de Foucauld tenía 58 años. “Cuando el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; si muere, da mucho fruto”, había escrito premonitoriamente.

Su cuerpo es enterrado en el desierto argelino, concretamente en el único cementerio cristiano más cercano, aunque a 1.000 kilómetros de donde vivía, en El Golea (El Meniáa). Allí, al frente de la parroquia cercana, se encuentra el sacerdote valenciano Jesús Cervera, que llevado por la espiritualidad del nuevo santo inició una experiencia misionera en septiembre de 2019 en el Sahára argelino tras el envío ‘fidei Donum’ del arzobispo de Valencia. En esta parroquia, como él cuenta, no hay fieles cristianos de allí, puesto que es una zona musulmana, y los únicos que hay son extranjeros. Junto a él se encuentran otros sacerdotes de diferentes nacionalidades y las hermanas de Ntra. Sra. de la Salette.

Su misión allí, donde está prohibido predicar ni hacer cualquier manifestación religiosa de forma pública, es la que vivió el hermano Carlos de Jesús, que él llamo vida de Nazaret: “Estar viviendo en medio de esta realidad. Como Jesús en su vida oculta en Nazaret, que rezaba, y vivía como uno más”, apunta el sacerdote. De ahí, que en esta misión la oración y la adoración en la eucaristía, como resalta, “es fundamental”.

“Aquí no somos nadie y nuestra misión es ser testigos de las cosas buenas que hace Dios, del Evangelio de la amistad”,apunta Jesús. El término Evangelio de la amistad’ fue acuañado por el propio Carlos de Foucald y con él hablaba de llevar el amor de Dios a todos entablando buenas relaciones con ellos. Pero ante todo, comenta, “hay que estar muy unido a Jesús”.

Cuando vivía en los tuaregs el hermano Carlos escribió: “Mi vida transcurre rezando al buen Dios y recibiendo uno tras otro a todos mis vecinos”. De una forma u otra esta es la misión que continúa el sacerdote valenciano hoy: “la puerta de mi casa siempre está abierta, y no de una forma metáforica, además hago muchas visitas a las personas con la que he entablado amistad y relación”. De hecho, comenta que en este tiempo incluso algunos musulmanes les han invitado a las bodas, además de acudir a sus entierros.

Otra de las labores que hace es visitar a los presos, puesto que en esta zona se encuentran detenidos un gran número de cristianos de otros países africanos que han llegado aqui huyendo de sus países. Tambien colabora con las hermanas en la atención a niños con discapacidades.

Celebración por la canonización
A esta zona, donde se encuentra enterrado el nuevo santo, suelen acudir grupos de peregrinos, aunque, como detalla el sacerdote valenciano, “en estos años por la pandemia han sido muy pocos”. Aún así, en esta zona este fin de semana pasado han celebrado una misa de acción de gracias y un grupo de fieles encabezados por el obispo de la diócesis han acudido a Roma a la canonización. También se celebró en Beni Abbés y en Tamanrasset. A las celebraciones también se han unido algunos hermanos musulmanes.

Presencia valenciana en su canonización

“Que los nuevos santos inspiren soluciones de unión, caminos de diálogo, especialmente en los corazones y las mentes de quienes ocupan puestos de gran responsabilidad y están llamados a ser protagonistas de la paz y no de la guerra”. Estas fueron las palabras del papa Francisco el domingo tras el rezo del Regina Caeli, en las que se refirió a los diez nuevos santos canonizados ese mismo día en una misa en el Vaticano: Titus Brandsma, Lázaro, llamado Devasahayam, César de Bus, Luigi Maria Palazzolo, Giustino Maria Russolillo, Maria Rivier, Maria Francesca di Gesù Rubatto, Maria di Gesù Santocanale y Maria Domenica Mantovani.

“Nuestros compañeros de viaje, hoy canonizados, vivieron la santidad de este modo: se desgastaron por el Evangelio abrazando con entusiasmo su vocación. Descubrieron una alegría sin igual y se convirtieron en reflejos luminosos del Señor en la historia”, destacó el Papa en la homilía.

En la misa de canonización participaron algunos sacerdotes valencianos pertenecientes a la franternidad sacerdotal ‘Iesus Caritas’, en la que profundizan en la espiritualidad del hermano Carlos de Jesús, a través de diferentes encuentros como los retiros mensuales. Entre ellos estaban el rector del Seminario Mayor, Fernando Ramón, y el canónigo de la Catedral. Aquilino Martínez. También participaron algunos laicos que forman partes de grupos que viven la espiritualidad del nuevo santo.

El nuevo santo
Carlos de Foucald nació en Francia, en Estrasburgo, el 15 de septiembre 1858. Huérfano a los 6 años, creció con su hermana Maria, bajo los cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera militar. Durante una peregrinación a Tierra Santa descubrió su vocación: seguir Jesús en su vida de Nazareth. Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al Sahara, primero Beni-Abbes, después Tamanrasset en medio de los Tuaregs del Hoggar. Quiere ir al encuentro de los más alejados, “los más olvidados y abandonados”.Quiere que cada uno de los que lo visiten lo consideren como un hermano, «el hermano universal». El quiere «gritar el evangelio con toda su vida» en un gran respeto de la cultura y la fe de los que vive. El 1 de diciembre 1916, fue asesinado.