BELÉN NAVA | 22-12-2017
Uno de los colegios participantes. A.SAIZ
Encontrar en pleno centro de Valencia a casi mil quinientos niños no es algo habitual, pero que además entonen villancicos en lugares tan emblemáticos como la plaza de la Reina o en la Puerta de los Hierros de la Catedral de Valencia es algo digno de presenciar.
Se trataba de niños y niñas procedentes cincuenta centros escolares – tanto públicos como diocesanos- que participaban en una nueva edición de ‘Nadalenques al carrer’, que organiza la delegación diocesana de Enseñanza y Pastoral Educativa. Llegaban desde Requena, Burjassot, Benetússer, Alcoi, Sagunto… y, pese al largo viaje de algunos, llegaban con muchas ganas de cantar y transmitir la alegría de los villancicos a los valencianos y a los turistas que visitaban el centro histórico de la ciudad que se quedaban asombrados por los improvisados recitales.
Para los pequeños era un día festivo y muy especial. Sin embargo los profesores se mostraban algo nerviosos por ver la actuación de los niños que llevaban tantas semanas ensayando. Nervios que también se veía en las caras de algunas madres y abuelos que acompañaban a los colegios para ver actuar a sus hijos y nietos.
En la calle Barchilla, en la puerta románica de la Seo, a las puertas de la Basílica, en la calle Navellos…. e incluso dentro del Arzobispado se repartían los coros de voces blancas.
Y era en el Arzobispado donde el obispo auxiliar de Valencia, monseñor Esteban Escudero saludaba a los alumnos de dos colegios de Requena y Riba-roja. “¿Qué estamos celebrando?”, les preguntaba. A lo que los niños respondían con rotundidad “¡la Navidad!”. También les explicaba que el niño Jesús del nacimiento que se coloca cada año en el hall del Arzobispado todavía no había ocupado su lugar porque “no ha nacido y tenemos que esperar a que llegue el día de Navidad”.
Cada grupo cambiaba de ubicación tras haber cantado un villacinco, de esta manera todo el entorno cercano a la Catedral de Valencia se convertía en un gran concierto de melodías navideñas.
A media mañana, el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, sorprendía a los más pequeños subiendo al escenario ubicado en la plaza de L’Almoina y pidiéndoles que le cantasen los villancicos que tenían aprendidos. A cada uno de los grupos que iban pasando ante él, les felicitaba la Navidad. Al filo del mediodía, invitaba a todos los colegios, que se iban colocando alrededor al escenario para la posterior bendición de Niños Jesús, a rezar con él el Ángelus. Tras el rezo, los más pequeños levantaban las figuras del Niño Jesús que traían de sus casas y don Antonio les dedicaba unas palabras llenas de ternura. “Queridos niños, ante la puerta de esta Iglesia Catedral habéis venido con la imagen del Niño Jesús, con esa alegría que vosotros tenéis. Y es por esto -explicaba el Cardenal- por lo que doy gracias a vuestras familias por hacer que la fe crezca en vosotros, así como los colegios que os acogen y que también lo fomentan”.
Con las figuras en las manos, los niños recibían la bendición del Arzobispo y se sumaban a él en una breve oración por la paz “para que todos tomemos conciencia de que somos Hijos de Dios y, por tanto, hermanos”, pedía. Y encomendándose al amparo de la Virgen Maria, el Cardenal recordaba a los más pequeños el sentido de felicitar la Navidad. “No olvidéis que en Navidad nace el hijo de Dios. Ese es el motivo de celebrar la Navidad”.
Tras un efusivo “¡Feliz Navidad!”, el Cardenal se despedía de los niños que respondían con un gran “¡Gracias!” y prometían volver el próximo año en el que sus voces volverán a resonar por las calles del centro histórico de Valencia.