La creación de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer, que cumple ahora medio siglo, se consiguió gracias al minucioso e intenso trabajo de arzobispos, sacerdotes diocesanos y religiosos dominicos que creyeron en la necesidad de disponer en la Archidiócesis de Valencia de unos estudios teológicos universitarios con arraigo en lo propio pero abiertos a “grandes horizontes”.
❐ SERGIO BENAVENT| 18.1.24
Valencia de los Edetanos, célebre por la fertilidad de su tierra y templado clima (…) brilla notablemente en el firmamento de la Iglesia, ya que destacó por haber sido la madre generosa de los santos Vicente Ferrer y Luis Bertrán, y por permanecer en la actualidad fidelísima grey de Cristo, devota con filial vínculo a la Sagrada Eucaristía”. Así comienza el Decreto de Erección de la Facultad de Sagrada Teología de San Vicente Ferrer de Valencia, fechado el 23 de enero de 1974 en la sede de la Sagrada Congregación para la Educación Católica. Con la aprobación “benévola y paternal” del papa Pablo VI, el documento lo firma el prefecto de la congregación vaticana, el Cardenal Gabriel María Garrone, con la contrafirma del secretario José Schröffer.
La elección de la fecha no fue gratuita: ese mismo día, pero de 1350, nacía el santo valenciano más internacional y que da nombre a la institución.
El próximo martes 23 de enero de 2024 se cumplen, por tanto, los 50 años desde la creación de este centro de estudios teológicos superiores de la Archidiócesis de Valencia.
El Cardenal Garrone señalaba en el mismo decreto fundacional quién había sido el principal impulsor: “El Arzobispo don Marcelino Olaechea Loizaga, de grata memoria, desde el momento que fue promovido en el año 1946 a la Sede Valentina, se propuso con todas sus fuerzas preparar el camino para que el Instituto Teológico Archidiocesano, asociado principalmente al Estudio General de la Provincia de Aragón de la Orden de Predicadores, mereciera de la Santa Sede que en el espacio de no muchos años se erigiera como Facultad Teológica”.
La inauguración oficial se celebró unos meses después, el sábado 16 de noviembre de 1974. “En pocas ocasiones, a lo largo de mis muchos años de Obispo, he sentido tanta satisfacción como en la presente, cuando os comunico la solemne inauguración de la Facultad de Teología” escribía el entonces arzobispo de Valencia y primer Gran Canciller de la institución, José María García Lahiguera, en la carta con la que invitaba a participar en los actos de apertura. Una misiva en la que recordaba “a cuantos ayer trabajaron con ilusión, para que hoy podamos cosechar alegremente el fruto”. Entre ellos, los arzobispos valentinos Prudencio Melo o Marcelino Olaechea y “el esfuerzo de los Padres Dominicos de la Provincia de Aragón”.
PRECEDENTES DE CENTROS TEOLÓGICOS EN VALENCIA
La Orden de Predicadores fue muy importante para conseguir los estudios universitarios de Teología para Valencia. Desde el siglo XIII los Dominicos tenían en la ciudad un Estudio General de Teología para la formación de sus religiosos. Se ubicaba en el Real Convento de Predicadores y en él se formaron y ejercieron la docencia figuras ya citadas como san Vicente Ferrer o san Luis Bertrán. Este Estudio General, trasladado en 1965 a Torrente, fue constituido en Instituto Pontificio de Teología, anexo a la Universidad Pontifica Santo Tomás de Aquino, de Roma.
Por la parte diocesana, la Universitat de València (UV), desde que fuera autorizada en 1501 por una bula del papa valenciano Alejandro VI y el privilegio real de Fernando II el Católico, en 1502, había contado con una Facultad de Teología. Después de más de cuatro siglos en los que sus aulas “se vieron siempre concurridísimas”, según contó el sacerdote e historiador Vicente Cárcel en la conferencia ‘Breve historia de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer” (2023), la institución teológica fue suprimida de la universidad civil en 1845. Este hecho provocó el auge del Seminario Diocesano, creado en 1790 por el arzobispo Fabián y Fuero, que se convirtió en el único centro en el que se explicaban las ciencias sagradas. Durante los pontificados de los cardenales Barrio (1861-1876) y Monescillo (1877-1892) el prestigio de este Seminario Conciliar Central de Valencia alcanzó niveles tan altos que sus dos facultades, de Teología y Derecho, “atraían a numerosos seminaristas y sacerdotes diocesanos y extradiocesanos”.
Con estos precedentes, el decreto fundacional de la Santa Sede declaraba erigida en Valencia la Facultad de Sagrada Teología, constituida por las dos escuelas teológicas existentes en ese momento: en el seminario archidiocesano, una, y en la casa provincial dominicana, la otra. El Dicasterio para la Educación Católica nombraba también como Gran Canciller de la Facultad al Arzobispo de Valencia, siendo Vice-Gran Canciller el Superior de la Provincia Dominicana de Aragón (desde el 1 de enero de 2016, el Superior de la Provincia de Hispania).
Además, los cursos correspondientes al primer ciclo de Teología se subdividieron en dos secciones paralelas: una en el Seminario Archidiocesano de Valencia y otra en el Centro de Estudios de los Dominicos en Torrente. No sería hasta el curso 2013-2014, y tras la autorización de la Santa Sede, cuando ambas secciones se unificaron y todos los estudiantes del ‘Baccalaureatus in Theologia’ empezaron a estudiar juntos en el edificio de la sede común de la calle Trinitarios nº 3, donde ya compartían estudios los cursos de licenciatura y doctorado.
UNA FACULTAD DE VALOR Y ALCANCE UNIVERSALES
Volvemos a 1974 para saber que Mons. García Lahiguera soñaba con una institución “arraigada en lo indígena, pero abierta a los grandes horizontes”. Así lo explicaba en su homilía durante la misa de apertura: “La Facultad de Teología de Valencia no ha de trabajar tan sólo para Valencia. Es una Facultad de la Iglesia y su horizonte propio es el de la Iglesia misma. Desde Valencia, vuestra reflexión teológica ha de tener un valor y un alcance universales. Todo el ámbito de la fe cristiana, toda reflexión válida sobre esa fe y todos los problemas del mundo han de tener acogida en vuestras preocupaciones y trabajos. No hagáis ciencia teológica inteligible y valedera tan sólo para unos pocos”.
Con motivo de la celebración de los 25 años de la fundación, recuperamos unas palabras que el primer decano-presidente de la Facultad, Ramón Arnau, escribía en las páginas del semanario ‘Iglesia en Valencia’, precursor de este ‘Paraula’ que ahora está usted leyendo.
Explicaba Arnau el “tesón evangélico” del Arzobispo García Lahiguera: quienes le acompañaron en las visitas a la Sagrada Congregación de la Enseñanza Católica “somos testigos de la entereza y la ilusión con que ante la Santa Sede comprometió a la Diócesis en favor de la Facultad”.
Con ocasión de las ‘Bodas de Plata’ señaladas, también tuvimos ocasión de conocer las impresiones del primer Vice-Gran Canciller, Lorenzo Galmés, O.P. Apuntaba el padre dominico que “curiosamente, desde Roma no se nos presentó dificultad seria alguna. Otro asunto era el de los obispos de las diócesis españolas. No veían procedente una nueva Facultad de Teología ante las ya existentes”. Para los promotores de la facultad “no era cuestión de número, sino de distribución”.
“Valencia era un lugar idóneo por su ubicación, por su tradición universitaria, y al mismo tiempo disponía de una profesorado competente en cantidad y calidad, nutrida colección de archivos y bibliotecas, y era zona de notable influencia socio-religiosa” explica el padre Galmés.
Las iniciales reticencias de los obispos españoles acabaron superándose y el voto favorable de la Conferencia Episcopal Española se produjo el 28 de noviembre de 1973. Menos de dos meses después, la Santa Sede daba el visto bueno definitivo.
“Nuestro deseo y voluntad en estos momentos” decía Mons. García Lahiguera, “es que la obra eclesial comenzada se prosiga indefinidamente con el mismo espíritu y sentido eclesiales con que se ha trabajado desde el principio”. Medio siglo después, estas palabras siguen siendo una realidad.