L.A. | 18-12-2015
Tras la apertura, las puertas de la Seo de Valencia quedaron abiertas durante toda la misa. A. SAIZ
La catedral de Valencia se quedó pequeña en la apertura del Año del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. La misa presidida por el cardenal arzobispo, Antonio Cañizares, el pasado domingo fue seguida en el propio templo, por cerca de tres mil personas que abarrotaron sus naves.
El purpurado llegó a la Seo al frente de la procesión inciada en la parroquia de San Esteban y abrió la Puerta de los Hierros, decorada con palmas, como Puerta de la Misericordia. En su homilía invitó también a “abrir de par en par y sin miedo nuestras puertas a Dios”, y a ser “testigos de su misericordia y esperanza”.
De igual modo, exhortó a los fieles a “ser sensibles a todo lo humano, con capacidad de escucha, cercanos a los hombres y a sus sufrimientos, sin esperar nada a cambio”, y a “ser anunciadores de la Buena Noticia y evangelizadores de las gentes”.
Además, advirtió de la necesidad, “urgente y apremiante”, de “mirar a Dios y ponerlo en el centro de nuestra vida” porque “si hoy existe un problema de moralidad, de recomposición moral en la sociedad, es porque deriva de la ausencia de Dios en nuestro pensamiento y en nuestra vida y de la ausencia de fe en la vida eterna”. De igual forma, Don Antonio resaltó la importancia de que “llenemos este mundo de la alegría característica del cristiano”, con “obras concretas de caridad como compartir con el hermano la comida y el vestido”.
Este Año “abre sus puertas a una gran esperanza que tenemos delante y nos colma de alegría y de gozo”, dijo. “Necesitamos para vivir tener la esperanza que día a día nos mantenga en el camino y esta esperanza, sólo, sólo, puede ser Dios”.
Reportaje gráfico en la edicióm impresa de PARAULA.