“Que ningún niño esté solo”. Con este lema una legión de ángeles llamada ‘Mamás en Acción’ convierten todos los días una habitación de un hospital o un sitio de una UCI pediátrica en un lugar donde vence el amor y también donde se palpa que el amor cura. Su misión, fácil y difícil a la vez, no es otra que acompañar a niños hospitalizados que por diversas circunstancias están solos. Majo Gimeno, la valenciana que comenzó todo, nos lo cuenta.

FOTO: A.SAIZ

CARLOS ALBIACH| 1.2.24

Los que son padres saben que en los momentos en que los niños están más vulnerables, sea por un enfado, porque están cansados, porque se han hecho daño o están enfermos, lo que buscan es que su papá o su mamá estén cerca. Que le cojan la manita, tumbarse a su lado, una acaricia… son pequeños gestos que les serenan y que les dan una gran seguridad. No todo se cura con Apiretal podríamos decir. Lo que no hay duda es que los padres son su gran refugio, con los que se sienten queridos, y en el que saben que están a salvo.

Pero no todos los niños tienen este refugio y aunque muchos no lo crean todos los días en los hospitales nos encontramos niños que sufren en soledad la enfermedad. Sin embargo, desde hace diez años unos ángeles, bautizados como ‘mamás en acción’, hacen una labor ingente para que no sea así: acompañarlos durante su ingreso hospitalario. Todo una revolución de amor que nació en un hospital de Valencia y ya se ha extendido por España.

Al frente de Mamás en Acción está la valenciana Majo Gimeno. Su historia con esta iniciativa comienza hace algo más de diez años. La situación en su trabajo la adentró en una gran crisis. Y en medio de esa crisis un día salió con su hija de dos años a pasear a Valencia sin ningún destino claro. Sin saber muy bien porqué, puesto que en aquel momento no estaba en la Iglesia, acabó sentada en un banco de la parroquia San Nicolás, en el centro de Valencia, donde iba de pequeña con su abuela. Allí tuvo un encuentro con un sacerdote: “me vio y me dijo, cuida a tu hija, atiende a tu hija que es lo primero. Después empecé a hablar con él y me dijo mira tus problemas no son tantos, si quieres realmente estar mejor tienes que dar la vida”. Después le pidió que fuese al hospital La Fe, donde había un niño enfermo que no tenía padres. “Yo te pido que me ayudes y lo acompañes”, me dijo. “Yo enseguida pensé que con el follón que tengo ahora como para irme”, relata.

Tras este encuentro Majo no dejó de darle vueltas a lo que le había pedido. “Eso solo pasa en países pobres. ¿Cómo va a haber aquí en los hospitales niños solos?”, pensaba. Sin embargo, se animó y fue a La Fe, donde preguntó por el niño. “Extrañados me preguntaron si era de alguna asociación, pero dije que era una madre normal. Me dijeron que no podía entrar a título personal y yo les comenté que un señor me había dicho que él venía a cuidarle. Sin embargo, me dijeron que nadie va nunca a cuidar a los niños sin padres y que ese señor tampoco había ido”, recuerda. Tras la visita al hospital, y ante el misterio que le había generado ese sacerdote, volvió a San Nicolás a preguntar por él y sin embargo nadie lo conocía. A partir de ahí y tras ser consciente de la realidad de los niños solos comenzó a gestar Mamás en acción. Años, después, el párroco de San Nicolás le explicó que no era baladí que esa llamada hubiese sido en ese templo, puesto que su santo titular es el patrón y protector de la infancia. “Fue toda una llamada del santo”, me dijo.

Tras la experiencia de ver al niño solo en el hospital, de la misma edad que su hija, y no poder hacer nada Majo se va a casa “muy frustrada” y no para de hacerse preguntas y de comentarlo a la gente de su alrededor, que también se queda sorprendida ante esta realidad. Así que se pone en marcha para fundar, junto a un grupo reducido de personas, esta entidad y así como dicen desde Mamás en Acción, a modo de lema, “que no haya ningún niño solo”.

¿Qué hace, por tanto, Mamás en Acción? Sobre todo estar con los niños, muchos de ellos en situaciones vulnerables, durante su hospitalización, las 24 horas, y darles amor. La realidad de los niños, como detalla Majo, “es muy compleja y suele estar llena de sufrimientos y problemas, por eso muchas veces el sentirse acompañado les ayuda muchísimo”. Los niños que acompañan son niños que están solos porque han sufrido maltrato o son víctimas de abusos, y por tanto los padres tienen prohibido verlos. También niños que los padres han renunciado a ellos al nacer por diversos motivos como por ejemplo que tengan alguna enfermedad grave. El segundo perfil de niños que acompañan son niños de familias en situaciones retadoras, es decir, que no pueden atender a sus hijos porque sino pierden los ingresos. “Evitamos así que se queden sin recursos y que pierdan la tutela de los niños por no poder mantenerlos”, explica Majo. Por último, el otro perfil de niños que atienden son los tutelados por la administración pública. “A pesar de estar en un centro en el momento que los hospitalizan no tienen un acompañamiento continuo”, explica.

EL AMOR CURA
“El amor es lo que cura a estos niños”. Majo repite esta frase constantemente y sabe de lo que habla. Para ella fue un antes y un después cuando en La Fe quisieron estudiar el impacto que tenía en los niños el estar acompañados y las conclusiones fueron muy claras: “el amor cura”, puesto que se demostró que los niños acompañados mejoraban antes y también que los niños que habían sufrido maltrato desarrollaban menos agresividad. “Saber esto es lo que me cambió la vida”, cuenta Majo.
Hoy Mamás en Acción cuenta con 8.000 voluntarios y está presente en todos los hospitales de Valencia, y en hospitales de siete ciudades españoles. Además cuenta con un consejo de expertos formado por algunos de los responsables de Pediatría de estos hospitales, entro otros médicos, que siguen apoyando y evaluando la labor que realizan los voluntarios.

¿Cómo se organizan los voluntarios? A través de una aplicación móvil se informa cuando un niño está ingresado y necesita acompañamiento y a partir de ahí los voluntarios se inscriben en las horas que pueden ir. El perfil de los voluntarios es diverso y hay desde jóvenes universitarios hasta padres y madres de familia hasta personas que no tienen hijos e incluso personas mayores. Su experiencia, como explica Majo, “aunque suena a tópico es que reciben más de lo que dan”. “Se vive una cosa que llena muchísimo y no se olvida”, añade.

Escuchar a Majo Gimeno las historias de algunos de los niños a los que han acompañado pone los pelos de punta y más conociendo la emoción que da saber que han podido estar acompañados y se han sentido queridos. Entre los momentos más difíciles hay unos que no se olvidan: cuando tienen que acompañar a los niños en los últimos momentos de su vida. Cuando ese momento llega tienen un protocolo especial para que los voluntarios estén preparados y en vez de uno solo van dos para así estar acompañados.

FAMILIAS DE ACOGIDA
Viendo la realidad de los niños a los que acompañan desde Mamás en Acción también han descubierto la importancia del acogimiento familiar, una realidad no muy conocida y que es de vital importancia, puesto que los niños en vez de estar viviendo en un centro pueden estar en un hogar con una familia concreta. Como explican a pesar de que hay familias abiertas el sistema de la administración es lento y hace que muchos niños pasen mucho tiempo sin una familia. De ahí que esta entidad haga una labor, muchas veces callada, para que esta realidad sea efectiva y que no haya ningún niño solo y y un ningún niño sin familia.

En el despacho de Majo además de los papeles con tablas con ideas y proyectos para el futuro también llama la atención la imagen de la Virgen de la Alegría. Una imagen blanca en la que se ve a la Virgen que coge al niño Jesús con mucha dulzura. Es un signo de que para Majo la fe en todo esta aventura de Mamás en Acción es importante. “Yo sé que Dios está detrás de todo esto y lo confío todo a Él”, cuenta. En sus palabras y en su emoción también se ve la pasión por esta misión y como cada niño que no está solo es para ella un motivo para dar gracias.