Los cinco nuevos diáconos, durante la celebración. FOTO: R.CUENCA

❐ L.A. | 30.09.2021
Ante cientos de fieles en la Catedral de Valencia, cumpliendo todas las medidas sanitarias establecidas frente a la pandemia, en una solemne celebración en la que concelebraron más de 50 sacerdotes de la diócesis, cinco jóvenes seminaristas recibieron el pasado sábado la ordenación diaconal de manos del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares.

Federico Ferrando, de Paiporta; Julio Baños, de Villarrobledo (Albacete); Román Mil, de Torrent; Ignacio Martín, de Titaguas; y Esteban Navarro, de Valencia son los nuevos diáconos. Y, como les dijo el Arzobispo, “sois fruto de la elección de Dios por mediación de la Iglesia”. Pero es que, además, “sois enviados con el mayor de los servicios que podeis prestar a los hombres: anunciarles en obras y palabras que son queridos por Dios, enseñarles que Dios les ama infinitamente”.

Sin embargo, “no corren tiempos fáciles para proclamar la Palabra de Dios”, como les recordó el Arzobispo, reflejando el informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada presentado el día anterior en Valencia. “Anunciar a Dios hace correr riesgos, particularmente en estos días, pero no tengáis miedo, porque el Señor está con vosotros, ante las amenazas a la libertad religiosa, el Señor os guía, dejaos llevar por Él. Hablad con valentía”.

Además, “urge de manera apremiante anunciar a Dios”, porque los datos de la secularización crecen, “el número de agnósticos y ateos se ha agrandado. No podemos aceptar como normal e irremediable que la Iglesia corra el riesgo de reducirse a una pequeña minoría sin relevancia”, dado el caudal de fe, esperanza y caridad que hace llegar con el anuncio del Evangelio.

Concluyó el Arzobispo exhortando a todos a rezar para que el “Señor envíe obreros a su mies. Hacen mucha falta”
Antes de la bendición, al felicitar a los nuevos diáconos, a les agradeció su “paso al frente” para servir, y extendió sus felicitaciones a sus familias, parroquias, comunidades de vida cristiana y al Seminario. Sus palabras fueron acogidas con un caluroso aplauso que el Arzobispo, con humor, dijo que no era para él. “El aplauso es para el Espíritu Santo, que os ha llamado”.

El diaconado, que es el paso previo a la ordenación sacerdotal, posibilita que los diáconos, a partir de su ordenación, puedan predicar la palabra de Dios y presidir la celebración de los sacramentos del Bautismo y del Matrimonio así como servir en el altar y ser ministros de la Comunión y presidir las exequias y bendiciones.

En la ceremonia de la ordenación, los diáconos fueron revestidos con estola y dalmática, recibieron la imposición de manos por el Arzobispo y se les entregó el libro de los Evangelios.