L.B. | 22-12-2017
Exposición de los belenes. M.GUALLART
Casa Cuna Santa Isabel, Cottolengo del Padre Alegre, Provida, comedor social San José de Benimaclet y misiones de los Capuchinos en diferentes países son algunas de las entidades que se benefician de los fondos recaudados por la exposición de belenes que cada año organiza la Asociación Fray Conrado-Amigos de San Antonio. Sin olvidar las cerca de 200 familias valencianas que cada primer martes de mes reciben una bolsa de alimentos en el convento capuchino de San José, en la calle Cirilo Amorós, 67, de Valencia.
Aunque la exposición comenzó a hacerse hace casi 25 años, la realidad es que su promotor, fray Conrado Estruch, el hermano portero del convento de San José, llevaba toda la vida elaborando belenes. Durante muchos años, simplemente, se los regalaba a las personas que le visitaban. Todo empezó a cambiar cuando un hotel pensó en adornar sus mesas para las cenas de Nochebuena y la comida de Navidad, con las piñas-belén de fray Conrado. El encargo se repitió por segundo año… y ésa fue la raíz de la exposición.
Al principio, la muestra era más reducida, pero con la aparición de la Asociación Amigos de San Antonio, que casi desde el principio le ayudó, el número de belenes fue aumentando, llegando a exponerse hasta 1.200. “Realmente se hacían el doble, pero la mitad se quedaba por el camino porque fray Conrado los seguía regalando a la gente que acudía al convento”, añade Fernando Sánchez, presidente de la asociación.
Tras la muerte de fray Conrado en octubre de 2015, la entidad pasó a llamarse Asociación Fray Conrado – Amigos de San Antonio, y hoy en día continúa llevando a cabo exactamente la misma labor que realizaba el fraile capuchino y de acuerdo con lo que él les enseñó.
Todos los días es Navidad
Fray Conrado tenía una frase muy suya: “Para mí todos los días es Navidad, porque siempre me siento muy próximo al Niño Dios”. Y por eso veía el belén en cualquier objeto: piñas, cucharas, pieles de naranja, ramas, máquinas de escribir, teléfonos, cáscaras de huevo, tapones… Para fray Conrado no había nada inservible, todo se podía utilizar. Eso sí, “nunca cogió nada de los contenedores. Le llevaban cosas y él sabía aprovecharlas”, explica Sánchez.
También ahora en la asociación hay personas que hacen verdaderas obras de arte con cualquier objeto y, aunque cada uno tiene su especialidad, lo que no falta ningún año son las famosas piñas.
Y, tal como hacía el capuchino, la asociación sigue confiando en la Providencia. “Nunca compramos ni pedimos nada, y la comida que repartimos los primeros martes de mes nunca nos ha faltado. Ahora, incluso, nos llega más que antes”, comenta Fernando Sánchez. Fieles a este espíritu, tampoco venden los belenes, a los que no ponen precio y por los que únicamente reciben donativos. “Es todo obra de la Providencia y nosotros, como decía fray Conrado, somos sus manos nada más”, concluye.