❐ L.B. | 28.10.21
A media tarde del pasado viernes 22, la céntrica iglesia de Santa Catalina, en Valencia, empezó a recibir a los adoradores que, llegados desde distintas localidades de la diócesis y desde otras ciudades de España, iban a asistir a la vigilia nacional del sábado 23 en la Catedral. Esta vigilia había sido convocada por la Adoración Nocturna Española (ANE) y la Adoración Nocturna Femenina Española (ANFE), con motivo del año jubilar del Santo Cáliz.
Miguel Ángel Bondía, director espiritual de la Adoración Nocturna en la diócesis, fue el encargado de dar la bienvenida a los asistentes, muy numerosos a pesar de la intensa lluvia.
En momentos difíciles
En su intervención, Bondía destacó el carácter eucarístico de Valencia, propiciado tanto por la presencia de la reliquia del Santo Cáliz, como por los grandes santos eucarísticos valencianos así como por los milagros eucarísticos acaecidos en nuestra tierra, que fue enumerando.
“Valencia acoge hoy a toda la familia de la Adoración Nocturna (ANE y ANFE) para celebrar una vigilia nacional que llega en momentos difíciles, tras la pandemia, y en medio de una profunda crisis, también de fe”, manifestó Bondía.
Y tras explicar cómo se había fraguado esta vigilia nacional, el sacerdote destacó su esperanza en que este encuentro “nos regale el fruto de nuevos adoradores”.
“La AN, regalo del cielo”
En el acto participaron también el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, y monseñor Manuel Ureña, director espiritual nacional de ANE.
El arzobispo de Valencia destacó la importancia de la adoración eucarística porque, precisó, “todos los grupos de adoración son un regalo del cielo”. E igualmente manifestó que contar con la reliquia del Santo Cáliz “hace que Valencia sea una diócesis eucarística”.
En el acto de acogida de los adoradores, el Cardenal invitó a la unidad de la Adoración Nocturna porque “hay una única realidad, que es la adoración”. En ese sentido añadió, “unificación ANE y ANFE, ¿por qué no?”. Y agradeció la elección de Valencia como sede de la vigilia nacional.
San Juan Pablo II
Tras la acogida, el Arzobispo presidió una misa en el mismo templo. En ella subrayó la relevancia de tener en la diócesis “una adoración nocturna con vitalidad, porque sin ella no habrá Iglesia evangelizadora y misionera”.
“La adoración eucarística es postrarse ante el Señor, reconocer que Él está ahí, que es amor” y eso nos ha de llevar “a amar a los demás y a comunicar a los demás lo que vivimos en nuestro interior”, manifestó. En la adoración “escuchamos al Señor y nos ponemos a su servicio. Eso es adorar”, subrayó.
El cardenal tuvo un recuerdo para el papa san Juan Pablo II cuya festividad se celebraba ese mismo día. “Todos los años dirigía una carta a los sacerdotes y pedía que se impulsara la adoración eucarística para vivir el misterio del amor, unidad, perdón y reconciliación”, recordó.
Dirigiéndose a los adoradores les animó a fomentar la adoración eucarística entre personas de todas las edades, “también entre los niños y los jóvenes”, y a rezar por las vocaciones sacerdotales “‘porque necesitamos sacerdotes para que haya Eucaristía y sin ella, no habrá paz, unidad ni justicia”, concluyó.
La colecta de la misa fue destinada a Cáritas para ayudar a los damnificados por el volcán de La Palma.
Tras la misa, los asistentes pudieron participar en la adoración del Santísimo, rezo del Rosario y también de Vísperas.
Al día siguiente, el sábado, y también en la iglesia de Santa Catalina, la madre Verónica Berzosa, fundadora de Iesu Communio, y el canónigo celador del Santo Cáliz, Álvaro Almenar ofrecieron sendas charlas-meditaciones sobre la Eucaristía.