Reunión de la Comisión central del Sínodo Diocesano el pasado martes, 10 de marzo, presidida por el Cardenal. FOTO: A. SAIZ

REDACCIÓN |12.03.2020

Al cierre de esta edición de PARAULA estaba reunida la Comisión central del Sínodo, presidida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ante la que se habían presentado ya los trabajos de las siete comisiones técnicas preparatorias de la Asamblea Sinodal con la que culminará a finales de mayo.

Es la segunda fase del Sínodo Diocesano, que “iniciamos todos con muchas ganas y motivación”, como destaca a PARAULA el obispo auxiliar monseñor Arturo Ros.

Previamente, el pasado sábado, el cardenal se reunió también con los presidentes de las siete comisiones técnicas que han estado durante los últimos meses analizando todo lo trabajado en estos años atrás, y realizando preguntas o cuestionarios concretos para distintas personas,  instituciones (consejos pastorales parroquiales o grupos o movimientos de apostolado, universidades…) o distintas realidades de la diócesis.

Ahora la Comisión central del Sínodo ultima el modus operandi que va a llevar a cabo en esta segunda fase del Sínodo Diocesano.

Por una parte, se analizará cada uno de los trabajos de las siete comisiones técnicas para integrarlos ya en un único instrumento de trabajo que, todavía como borrador, se enviará a cada uno de los padres sinodales, es decir, los miembros de pleno derecho de la Asamblea del Sínodo Diocesano, que fija el Código de Derecho Canónico, pero también aquellos que libremente designará el propio arzobispo de Valencia, como estipula el propio Código. Estos últimos serán designado por el Cardenal en los primeros días de abril.

Cada uno de los padres sinodales devolverá luego el borrador de ese instrumento de trabajo recibido con sus aportaciones individuales a la Comisión Central que, ya a mediados de mayo preparará el instrumento de trabajo final que llevará a la Asamblea Sinodal, que ha sido convocada para el 29, 30 y 31 de mayo en torno a Pentecostés.

Concluido el Sínodo, cuando el arzobispo estime oportuno aprobará y promulgará las constituciones sinodales que se pondrán en práctica en los cursos pastorales sucesivos.