En una “sociedad sin padres”, como destacaba el papa Francisco en la exhortación apostólica ‘Amoris Laetitia’, la figura del padre, en complementariedad con la de la madre, se alza como necesaria para la madurez y crecimiento de los hijos. ¿Cómo ser un buen padre? Un claro ejemplo, y a la vez una verdadera ayuda, es el de san José, padre en la tierra de Jesús, y en cuya fiesta, 19 de marzo, se celebra el Día del Padre. La figura de José nos habla de un padre, que como recordaba san Juan Pablo II en ‘Redemptoris Custos’, fue un “fiel custodio” de su hijo. Un padre en la sombra, como reza el título del conocido libro del escritor polaco Jan Dobraczynski, que se apoyó en Dios y aceptó su voluntad sobre él mismo y sobre su hijo. De la mano del magisterio del papa Francisco, cuyo inicio de pontificado se celebró en la fiesta de san José de hace diez años, analizamos la importancia y el papel de la figura del padre.

❐ CARLOS ALBIACH | 15.03.2023
Custodiar y donarse
José es custodio porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.

Cada niño lleva siempre consigo un misterio, algo inédito que sólo puede ser revelado con la ayuda de un padre que respete su libertad. Un padre que es consciente de que completa su acción educativa y de que vive plenamente su paternidad sólo cuando se ha hecho “inútil”, cuando ve que el hijo ha logrado ser autónomo y camina solo por los senderos de la vida, cuando se pone en la situación de José, que siempre supo que el Niño no era suyo, sino que simplemente había sido confiado a su cuidado.

Además, la relación padre-hijo hay que verla desde la donación: “La felicidad de José no está en la lógica del auto-sacrificio, sino en el don de sí mismo”. La lógica del amor es siempre una lógica de libertad, y José fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre. Nunca se puso en el centro. Supo cómo descentrarse, para poner a María y a Jesús en el centro de su vida.

Ternura y misericordia
Jesús vio la ternura de Dios en José, tal y como dice el salmo 103: “Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen”.

Ante la tentación de algunos padres de sentirse inútiles o innecesarios hay que resaltar que los hijos necesitan encontrar un padre que los espera cuando regresan de sus fracasos. “Harán de todo por no admitirlo, para no hacerlo ver, pero lo necesitan”, remarca el Papa.

Otro ejemplo es el del padre de la parábola del Hijo pródigo, que espera al hijo con misericordia: “Los padres deben ser pacientes. Muchas veces no hay otra cosa que hacer más que esperar; rezar y esperar con paciencia, dulzura, magnanimidad y misericordia. Un buen padre sabe esperar y sabe perdonar desde el fondo del corazón”.

Cercanía
Ser padre significa introducir al niño en la experiencia de la vida, en la realidad. Y para ello hay que estar presente, y no ausente. Dios pone al padre en la familia para que, con las características valiosas de su masculinidad, sea cercano a los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando tienen ocupaciones, cuando están despreocupados y cuando están angustiados, cuando se expresan y cuando son taciturnos, cuando se lanzan y cuando tienen miedo, cuando dan un paso equivocado y cuando vuelven a encontrar el camino. Estar presente no significa ser un padre controlador porque sino se anula a los hijos y no se les deja crecer.

Autoridad
Vivimos en una sociedad en la que la autoridad, sobre todo entre los más jóvenes, se ha diluido. Ejercer la autoridad no es caer en un autoritarismo. Si a los hijos no se dan orientaciones seguras y bien fundadas ellos mismos abandonan las certezas. No es sano que se intercambien los roles entre padres e hijos, lo cual daña el adecuado proceso de maduración que los niños necesitan recorrer y les niega un amor orientador que les ayude a madurar.

El padre también debe corregir con firmeza, ya que no es un padre débil, complaciente, sentimental. El padre que sabe corregir sin humillar es el mismo que sabe proteger sin guardar nada para sí.

Complementariedad
La figura paterna ayuda a percibir los límites de la realidad, y se caracteriza más por la orientación, por la salida hacia el mundo más amplio y desafiante, por la invitación al esfuerzo y a la lucha. Un padre con una clara y feliz identidad masculina, que a su vez combine en su trato con la mujer el afecto y la protección, es tan necesario como los cuidados maternos. Hay roles y tareas flexibles, que se adaptan a las circunstancias concretas de cada familia, pero la presencia clara y bien definida de las dos figuras, femenina y masculina, crea el ámbito más adecuado para la maduración del niño.

Obediencia y confianza en Dios
José en cada circunstancia de su vida supo pronunciar su ‘fiat’ como María en la Anunciación. Los padres también deben ponerse a la escucha de Dios y ver que es lo que quiere de ellos. De esta forma también serán conscientes de que Dios les ayuda en esta tarea y vocación: Si experimentan el amor del Padre podrán amar a sus hijos como Él les enseña. Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden valentía y abandonan el campo.
De ahí, que como José, en la sombra, hay que tener una oración intensa para que les ayude a ser buenos padres que muestren a sus hijos que el verdadero Padre está en el cielo.

Fuentes del magisterio de Francisco:

  • Carta apostólica ‘Patris Corde’
  • Exhortación apostólica ‘Amoris Laetitia’ (175-177)
  • Catequesis de la audiencia general del 28 de enero y del 4 de febrero de 2015
  • Homilía de inicio del pontificado (19 de marzo de 2013)