L.B. | 26-01-2018
Foto: Laura Daros
Transmitiendo una fuerza y una alegría impresionantes que contagió a todos los asistentes, la barcelonesa Rosa Pich ofreció su experiencia como madre de familia numerosa, en el colegio mayor La Asunción, de Valencia.
Madre de 18 hijos, no duda en afirmar que con familia numerosa “te lo pasas bomba a pesar de las dificultades y problemas que tengas”. Porque “Dios nos ha creado para que seamos felices aquí en la tierra”, por lo que “hemos de aprender a ser felices cada día…, con tu marido, con tu mujer, con tus circunstancias…, con lo que tienes”.
Y eso que la vida de la familia Postigo-Pich, de Barcelona, no ha estado exenta de pruebas muy duras. De sus 18 hijos, ocho nacieron con problemas de corazón y tres de ellos “ya están en el cielo”. Javier y Monsita murieron al año y medio y a los 10 días de nacer, respectivamente. “En cuatro meses enterramos a dos hijos. Y yo con 26 años, pensaba: ¡socorro! ¿qué está pasando?”, explica Rosa. Hace cinco años, falleció Carmen, la hija mayor, con 22 años.
Y hace diez meses, en marzo, murió José María Postigo (Chema), su marido. “Decíamos: Señor, ¿por qué nos haces esto? ¿Por qué quieres otra muerte en la misma familia? Humanamente no se puede entender porque nuestra capacidad es limitada. Nos hemos rebelado y hemos llorado hasta no poder más, pero la vida continúa, tenemos que mirar hacia el futuro”. Y con el gran optimismo que transmite afirma: “Hemos de aceptar que a veces el dolor pasa por las familias. Y puedes pensar ¡pobre viuda, con 15 hijos! O ¡qué fuerte, Rosa rodeada de 15 hijos, que se ayudan, que se apoyan…! Hay cosas que sólo entenderemos en el Cielo”.
Rosa reconoce que cuando Chema y ella se casaron con veintipocos años, lo hicieron con la ilusión de formar una gran familia pues, ambos venían de familia numerosa. Chema tenía 14 hermanos y Rosa, 16.
Debido a la cardiopatía congénita de sus primeros hijos, los médicos les aconsejaron no tener más. Pero Rosa y Chema, apoyados en su fe, apostaron por la vida. “Siempre que hemos tenido un hijo lo hemos pensado y rezado en la presencia de Dios, y hemos tenido conciencia de que podían nacer enfermos, pero bueno, también somos conscientes de que Dios es generoso, todopoderoso y que nos iba a dar algún hijo sano”, explica Rosa. Y añade que “nuestra ilusión era que vivieran y que tuvieran una infancia feliz como la habíamos tenido nosotros en una familia numerosa, donde hay muchas risas, donde lo pasas muy bien”.
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