Más de mil profesores de los 67 colegios diocesanos se dieron cita en la Catedral de Valencia para celebrar el encuentro de inicio de curso 2022-2023 y participar en el Jubileo con motivo del Centenario de la Coronación de la Virgen de los Desamparados.

Más de mil profesores acudieron al encuentro celebrado en la Catedral. FOTO: V. GUTIÉRREZ

❐ BELÉN NAVA | 15.09.2022
La llegada del mes de septiembre es sinónimo de ‘vuelta al cole’. Y los primeros que retornan a las aulas son los profesores que este año afrontan el primer curso desde que comenzó la pandemia que no viene marcado por medidas y restricciones santitarias. Además, la incertidumbre es la palabra clave puesto que se presenta como novedad la LOMLOE, cuya implantación está siendo costosa.

Este era uno de los temas más comentados entre los más de mil profesores que aguardaban en las inmediaciones de la Catedral de Valencia antes de que diera inicio el ya tradicional Encuentro de Profesores de Colegios Diocesanos.

Un encuentro en el que, este año, los docentes pertenecientes a los 67 centros educativos del Arzobispado pudieron obtener el jubileo del Centenario de la Coronación Canónica de la Virgen de los Desamparados.

El acto arrancó con la emoción contenida de los asistentes al entrar por la puerta románica de la Seo la imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados portada a hombros de los propios profesores. La talla fue colocada en el altar de la Catedral.

A continuación, y tras la oración inicial, Rafael Cerdá, vicario episcopal y delegado de Enseñanza del Arzobispado, fue el encargado de dar la bienvenida a los profesores subrayando que “la sociedad quiere que seamos consentidores pero somos educadores y debemos transmitir nuestro carácter propio, porque somos escuela católica”.

El delegado episcopal compartió con los docentes su preocupación sobre el papel de la familia en la educación, entendida como “la transmisión a las nuevas generaciones de aquello que la familia ha ido recibiendo, para que lo compartan; es Historia de la familia y es lo que va manifestando la identidad propia”.

“Educar es una labor de la familia pero también de la escuela. Y nosotros somos escuela católica, diocesana. Tenemos que transmitir conocimientos pero, sobre todo, el motivo por el que nuestros colegios fueron creados, para que puedan ir creciendo y desarrollando sus vidas desde el sentido de ese carácter propio”, señaló.

“¿Para qué queremos tener nuestros colegios si un porcentaje alto de alumnos sale sin tener claro que es la fe y sin conocer la vida de la Iglesia? No queremos que sean unos grandes pulsadores de teclas sino chicos y chicas que desde su niñez les hemos ido abriendo a quiénes son para que de mayores lo puedan ser”, indicó Cerdá.

Tras preguntarse si las nuevas técnicas y estrategias son instrumentos útiles para ayudar a los alumnos a descubrirse como personas, Cerdá afirmó que el ideario católico “es la columna central y básica para que el edificio no se caiga”.

Por último, subrayó que “el gran reto es que nuestros alumnos salgan de nuestros colegios con una idea clara de lo que es ser persona, tener valores y sobre el sentido de la vida. Lo otro lo saben hacer todos los demás pero esto lo tenemos que aprender de corazón”.