Las dos jornadas de ofrenda dejaron momentos llenos de sentimiento. Familias que por primera vez ofrendaban juntas, plegarias, agradecimientos… FOTO: V.GUTIÉRREZ

❐ B.N.
Volver a empezar pero con la fuerza que da el fuego. Resurgir de las cenizas con emoción y valentía para afrontar nuevos proyectos. Y ante todo, dar gracias. Gracias infinitas por estar presentes y formar parte de ese renacer. Este era el sentimiento de los cerca de 100.000 falleros que desde primeras horas de la tarde del jueves 17 y hasta última hora de la noche del viernes 18 desfilaron por la plaza de la Virgen para ofrecer a la madre de todos los valencianos un preciado regalo, un ramo de flores convertido en miles de gracias.

Las caras emocionadas comenzaban a vislumbrarse a pocos metros de la entrada en la plaza, cuando las comisiones eran conscientes que, después de dos años, podían agradecer a la Mare de Deú el estar ahí, tras dos años de sufrimiento provocado por la pandemia.

Muchos, elevaban los ojos hacia el cielo, para observar el rostro de la patrona y el de aquellos que, desde el cielo, los observaban. Porque a lo largo de estos casi 800 días desde las últimas Fallas “normales”, se nos han ido muchos seres queridos. Un vacío, que en estos dos días, se hacía más notorio.

La lluvia dio una tregua durante la tarde de la segunda jornada. FOTO: A.SÁIZ

Ni la lluvia ni el intenso frío hicieron mella en los falleros que con sus 80.000 ramos y el millón de claveles que han salido de las floristerías valencianas compusieron la figura del ave fénix, que resurge de sus cenizas; el renacer tras los duros momentos pasados por la pandemia.

Los vestidores de la Virgen fueron componiendo el manto, en blanco, rojo y el color que aportaron las ‘statices’, para que la imagen de la Virgen luciese lo más bonita posible. Cada ramo llevaba una petición, una plegaria o un beso. Los más pequeños preguntaban a los más mayores “¿que le pido a la Virgen?” o “¿puedo pedirle por la paz en Ucrania?” mientras besaban sus ramos antes de entregarlos.

La fallera mayor infantil de Valencia, Nerea López, el jueves, y la fallera mayor de Valencia, Carmen Martín, el viernes, cerraron el acto más multitudinario de las fiestas josefinas acompañadas por representantes de otras casas regionales.
Junto a sus cortes de honor y tras hacer su entrada en la plaza al compás de la Banda Sinfónica Municipal, Nerea y Carmen accedieron a la Basílica de la Virgen de los Desamparados para dejar a los pies de la patrona sus ramos en una ceremonia presidida por el rector de la Basílica, Jaime Sancho.

Una promesa ante la enfermedad
En la primera jornada, cuando las emociones comenzaban a hacerse patente y las comisiones veían cumplido, después de dos años, el sueño cumplido de ofrendar a la Mare de Déu, las redes sociales de la Policía Local de Valencia se hacían eco del paso por la plaza de uno de sus compañeros, Dani. El policía sufrió un problema de salud el pasado verano. Durante estos meses ha estado peleando por recuperarse y en este tiempo hizo una promesa: si salvaba la vida, se lo agradecería a la Virgen.

Pedida de mano
La anécdota de la segunda jornada de la ofrenda a la Mare de Déu fue la protagonizada por Jaume, uno de los vestidores de la Virgen, que aprovechó el paso de su novia, Margarita, por la plaza como fallera mayor de su comisión Padre Doménech-Avenida Pío XII, para pedirle matrimonio.
El emocionante momento, bajo la atenta mirada de la Virgen y de sus vestidores, fue captado por todos los fotógrafos y televisiones allí presentes.