Belén Nava | 10-04-2014
paquistani-familiaEn el mes de enero, PARAULA (nº1267. 26.1.14) se hacía eco de la persecución religiosa a la que son sometidos los cristianos en Paquistán a través de la voz de Joseph Anwar, un refugiado acogido en Valencia.
En primera persona, relataba cómo había tenido que huir del país y dejar a una de sus hermanas que, junto con su cuñado, estaban encarcelados acusados de blasfemia.
Ahora, pasados los meses, la situación ha cambiado, y no para bien. Apenas hace unos días se conocía que Shafqat Emmanuel y Shagufta Kausar, han sido condenados a la pena capital por considerarles responsables del envío de mensajes de textos considerados blasfemos en los que se insultaba al máximo profeta del Islam, Mahoma.
Un tribunal de Toba Tek, en la provincia de Singh, anunció este pasado viernes, 4 de abril, la sentencia, en la que se considera probado que la pareja envió los mensajes de texto a dirigentes musulmanes de su localidad pese a que ambos niegan ser los responsables y aseguran haber perdido el teléfono un mes antes de que se enviaran los mensajes.
Presiones al juez
El abogado de este matrimonio cristiano ha denunciado que el juez ha emitido la sentencia bajo gran presión y ya ha anunciado que recurrirá la misma ante instancias superiores en cuanto reciban copia de la sentencia detallada.
Joseph Anwar ofreció su testimonio en enero de 2014 durante la misa de los inmigrantes celebrada en Santa Catalina.
Desde Valencia
Tras la difusión de la noticia, PARAULA se ha puesto en contacto con Joseph para conocer, de primera mano, cuál es la realidad de la situación de su hermana y su cuñado y qué es lo que se va a hacer a partir de ahora para tratar de impedir que se haga efectiva la pena capital.
“Supe de la noticia a través de la organización ‘World Vision in Progress’, que está defendiendo el caso de mi hermana en Paquistán. Los abogados me enviaron un correo electrónico pero no llegué a verlo. Más tarde, algunos amigos me llamaron para decírmelo y vi la noticia en internet”..
Ante todo, Joseph agradece toda las gestiones realizadas por el gobierno español para acogerle y darle un visado temporal para permanecer en el país pero, a la vez, solicita ayuda legal. La preocupación es más que evidente pero al hablar muestra serenidad para tratar de explicar cómo es la situación de los cristianos en su país.
“Desde 1986 -año en que se aprobó la ley de la blasfemia- los cristianos estamos en una situación miserable. Nos enfrentamos continuamente a la destrucción de nuestro patrimonio. Nos queman las casas, las iglesias, la Biblia… incluso han habido casos en los que han quemado vivas a las personas… Lo más doloroso es ver cómo los cristianos, simplemente por tener una religión diferente a la suya, somos condenados a penas de muerte cuando nuestras protestas siempre son pacíficas. No es una justicia equi­tativa”, se lamenta.
Desde los últimos seis meses Joseph se ha convertido en la voz de esos cristianos oprimidos y sobre todo en la de su hermana y su cuñado. Reconoce tener “el corazón en un puño” y estar “totalmente devastado y conmocionado” por esta última noticia.
“Sinceramente no sé qué hacer – asegura emocionado-. Pero tengo la esperanza de que Jesucristo nos guiará”.
Cuenta que el sábado pasado estuvo en la Iglesia de El Salvador en Valencia. Allí, el sacerdote predicaba acerca de Marta y María y su hermano Lázaro. Aunque Lázaro había muerto María tenía esperanza. “De la misma manera me encuentro yo. Espero y estoy orando a Dios para que liberen a mi hermana y mi cuñado y que puedan ver a sus cuatro hijos de nuevo”.
A pesar de su tristeza, Joseph asegura que esto no le va a impedir seguir levantando la voz por las injusticias cometidas contra los cristianos, incluso elevándolo a los tribunales internacionales de Derechos Humanos.
“Voy a estar levantando la voz hasta el último aliento que me quede de vida”, dice emocionado.
“Si finalmente mi hermana y mi cuñado son ajusticiados, quisiera que mi protesta, en todo momento pacífica, sea conocida por todo el mundo”, concluye Joseph.