El 16 de julio, fiesta de la Virgen del Carmen, la Iglesia reza especialmente por las gentes del mar, que la tienen como patrona. En la archidiócesis de Valencia, una tierra muy marinera, numerosas localidades costeras la celebran con misas, procesiones y ofrendas marítimas, así como con oraciones por los que fallecen en el mar. Este año, la Conferencia Episcopal Española (CEE) celebra el Día de las gentes del mar bajo el lema “Dan mucho, merecen más”.

Foto: V. GUTIERREZ

❐ CARLOS ALBIACH| 13.07.2023

El 16 de julio todas las personas vinculadas al mundo del mar, desde pescadores, trabajadores de los puertos, marinos o vecinos de los barrios marítimos se encomiendan a su patrona, para que como dice la ‘Salve Marinera’ “de tu pueblo, a los pesares u clemencia dé consuelo. Fervoroso llegue al cielo y hasta Ti, y hasta Ti, nuestro clamor”. La Iglesia también les tiene muy presente y como destaca en el mensaje del Día de las Gentes del Mar el obispo promotor del Apostolado del Mar, Mons. Luis Quinteiro Fiuza, el mundo del mar “proporciona mucho bienestar a la población mundial”.

En esta línea el también obispo de Tui-Vigo destaca la importancia de que estén protegidos a través de los convenios internacionales, “que son instrumentos muy importantes que ayudan al bienestar de la gente de mar”. Sin embargo, lamenta, “de un lado buscan garantizar mínimos y, por otro lado, en la práctica, su aplicación no siempre es la más adecuada”. De hecho, resalta la exigencia del trabajo en el mar, “en muchos casos peligroso, como muestran lamentablemente los accidentes que, especialmente en la pesca, todos los años se producen. Las jornadas son largas y los ritmos de trabajo cada vez más estresantes”. Sin embargo, “nos encontramos con que la sociedad los valora muy poco”.

Ante esta situación, Mons. Quinteiro reclama que “la gente del mar merece mucho más: merece más atención, seguridad física y laboral, una acogida humana cuando llegan a puerto, un contacto lo más fluido posible con sus familias, suficientes vacaciones y salarios acordes a sus circunstancias de vida y trabajo”.

También denuncia que “la globalización, la proliferación de barcos bajo bandera de conveniencia, la entrada masiva de marinos y pescadores de países del Tercer Mundo, con menores pretensiones salariales, han traído un retroceso general de las condiciones laborales de la gente de mar”.

En medio de esta situación, la Iglesia celebra la fiesta de la Virgen del Carmen, que “se vive con auténtica devoción popular, como nos lo demuestran las innumerables procesiones marineras que se producen a lo largo de la costa española. Cualquier puerto, por pequeño que sea, quiere honrar a su patrona”. Los pescadores salen con sus barcos engalanados para “¡que todos la vean!”.

Celebrar la fiesta
“Celebrémoslo con alegría, hagamos fiesta” señala Mons. Quinteiro, pero al mismo tiempo, “rindamos homenaje a la gente de mar” que “ha sufrido y sufre aún en parte las consecuencias de la guerra de Ucrania. Muchos marinos han visto cómo sus familias huían y huyen a otros países, con dificultades para comunicarse con ellos y con la incertidumbre de no saber cuándo y dónde volver a reunirse”.

El prelado propone hacer una breve reflexión sobre la vulnerabilidad de la gente de mar y sobre lo necesitados que están de asistencia y de ayuda para salir del aislamiento que frecuentemente sufren.

El Apostolado del Mar, desde sus inicios, como destacó el cardenal Mons. D. Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, realiza un servicio en favor de la gente de mar y sus familias. Y particularmente en estos últimos años en los que la pandemia y el conflicto en Ucrania han “exacerbado las condiciones laborales de la gente de mar, a menudo privada de sus derechos y dignidad”.

Por eso, Mons. Quinteiro resalta la importancia de que en los puertos haya un servicio de asistencia a las tripulaciones, “que se tengan en cuenta sus necesidades humanas, así como las de los pescadores, y que se vele por su dignidad”. La Organización Internacional del Trabajo lo indica y la Organización Marítima Internacional repite una y otra vez “que el bienestar de las gentes del mar es también básico para el buen funcionamiento del tráfico marítimo. De esas personas vulnerables depende, en gran medida, el abastecimiento de nuestra sociedad y el desplazamiento de muchas personas”.