Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y el mundo fallero tienen más cosas en común de lo que nos pensamos siendos las dos más importantes la devoción por la Virgen de los Desamparados como patrona y la protección de San José. Así que…¿por qué no llevar hasta la Casa Madre de la congregación a las máximas representantes de las fiestas josefinas? Lo que empezó siendo nuestra tradicional entrevista a María Estela Arlandis y a Marina García, Fallera Mayor y Fallera Mayor Infantil de Valencia respectivamente, se convirtió en un homenaje a las piedras vivas de nuestras vidas: nuestros mayores.

BELÉN NAVA| 14.3.24

Enriqueta está nerviosa. No es un día cualquiera. Las Hermanitas, las voluntarias y auxiliares de la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados se afanan por terminar de “ponerla guapa” aunque ella ya lo es. A sus más de noventa años, su mirada sigue siendo despierta y luminosa. Enriqueta es muy coqueta. Asegura que pudo “tener a cualquiera” pero que ella decidió estar al lado de su familia. Se toca el pelo está vez peinado con los moños de valenciana y pregunta “¿estoy guapa?”.

Mientras una de las Hermanitas busca su collar de perlas “el que me regalaron para mi Primera Comunión” puntualiza, Enriqueta recuerda cuando fue fallera mayor de su comisión Portal de Valldigna – Salinas. Una falla centenaria de la que ella fue su máxima representante en el año 1952. La comisión, de la que su hermano Juan fue presidente; nació en el año 1922 por la ocurrencia de un pintor y escultor llamado Eduardo Gascó Lluch que plantó una falla infantil en la calle Salinas, en pleno barrio valenciano de El Carmen. Al año siguiente un monumento “grande” acompañó a aquel infantil. Con la Guerra Civil y la posguerra, la gran mayoría de las demarcaciones tuvieron problemas para emprender de nuevo la actividad fallera. En el caso de esta comisión, no fue hasta 1951 cuando un grupo de vecinos decidió refundar la falla con Juan como presidente y Leonor García a la cabeza. En 1952 Enriqueta se convirtió en la primera fallera mayor de la comisión y llevó con orgullo la banda que la acreditaba como la máxima representante de la falla Portal de Valldigna – Salinas. “Nunca he dejado de ser fallera, ¿sabes? Me gustan mucho las fallas”, nos dice. Confiesa que hasta hace poco todavía se iba con sus amigas a ver la ‘plantà’ y a disfrutar de las fallas “pero me rompí la pierna…y poco a poco voy recuperando el poder caminar”, explica con cierta pena.

En otra de las estancias de la casa se dan los últimos retoques a Francisca y Pilar que también se han vestido para la ocasión con la indumentaria valenciana. Tan solo les falta colocar la mantilla. “¿De verdad que vienen las Falleras Mayores de Valencia?”, preguntan mientras los pasillos son un ir y venir de personas. Los residentes comienzan a bajar hacia el patio de San José donde está prevista la recepción de las máximas representantes de las fiestas josefinas.

En la puerta, la Vicesuperiora General, la Madre Esperanza de Francisco; la Madre Ecónoma General, Madre Helga Larumbe; la Madre Superiora, Madre María Llidó y varias hermanitas de la comunidad, entre ellas Sor Rosa Parra -que ejerce de guia de las Falleras Mayores durante su visita a la casa-, junto con Carlos Bou, capellán de las Hermanitas, dan la bienvenida a María Estela Arlandis Ferrando y a Marina García Arribas, las Falleras Mayores de Valencia de 2024.

En el interior de la casa, Enriqueta se mira una última vez al espejo y sonríe. “¿Ya están aquí?, pregunta mientras la conducen hacia la entrada donde tanto María Estela como Marina se deshacen en elogios hacia ella. “¡Pero qué guapa está!”, exclama María Estela mientras Marina la mira muy sorprendida por su vitalidad.

Al acceder al patio de San José, MªVictoria y su marido Adolfo hacen sonar la dolçaina y el tabal. Junto con otros voluntarios han creado un grupo que acude a la residencia para amenizar las veladas de los ancianos con música y danza de nuestro rico folclore valenciano.

Los residentes aplauden con ganas y María Estela y Marina se emocionan, no se esperaban tal recibimiento. Saludan uno a uno a los ancianos y reciben el cariño tanto de ellos como de las Hermanitas que desde una de las terrazas contemplan a las jóvenes. Hoy es día de fiesta en la residencia y nadie quiere perderse esta particular visita.

Y aquí debemos abrir un pequeño paréntesis. Cuando todos los años PARAULA solicita la entrevista con las Falleras Mayores de Valencia, piensa en un lugar donde poder hacer el reportaje. El Palacio Arzobispal; las cubiertas de la Catedral; la Capilla del Santo Cáliz; el MuMa; el ‘Pouet’ de Sant Vicent y el más reciente con la ruta mariana…todos ellos han sido escenario de nuestro encuentro con las máximas representantes de las fiestas falleras. Pero este año queríamos unir devoción y dedicación. Y un nombre se repitió: las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Devoción y dedicación a los más mayores bajo la protección de la Virgen de los Desamparados. De nuestra ‘Maredeueta’ tan presente en las fiestas de marzo.
Para explicarlo mejor tomo prestadas unas palabras del papa Francisco. Hace ya algún tiempo pidió cuidar a los mayores porque “son personas que se han ocupado de criar a las generaciones más jóvenes, de darles amor y comprensión”.
Cada uno de los mayores de la residencia de las Hermanitas es un “valioso pedazo de pan que ha quedado sobre la mesa” de las vidas de las nuevas generaciones, que pueden nutrirse de “la fragancia de la memoria”.

Sobre nosotros, como nietos, hemos sentido sus ojos atentos, llenos de ternura. Hemos pasado por las rodillas de los abuelos, que nos han llevado en brazos. Ellos, han sido nuestro paño de lágrimas, nuestros consentidores y nuestros cómplices de juegos.

Por eso, porque ellos, que son piedras vivas de nuestra fe, quisimos en PARAULA rendirles este homenaje…pero no solo a ellos sino también a quienes les cuidan, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Queremos que María Estela y Marina y todo el mundo fallero conozcan su labor siempre al amparo de nuestra Madre, la Virgen de los Desamparados, a la que en la semana grande de nuestra fiestas josefinas le ofrecemos nuestros corazones hechos ramos de flores. Nuestras Hermanitas son la representación de la ternura de Dios en el ‘cap i casal’. Son bálsamo para aquel que tiene que curar sus heridas, tanto del cuerpo como del alma. Ellas, con su enorme valor y su fortaleza acompañan a nuestros mayores en el ocaso de su vida. Ellas, guiadas por el amor de nuestra Mare de Déu ofrecen su cariño, afecto y amor a quien más lo necesita.

Nuestra cómplice fue Sor Rosa Parra. Desde el primer momento puso todas las facilidades para poder llevar a cabo el reportaje. Revolucionó la casa y a sus residentes, a las Hermanas…y todo por ver sonreír a sus mayores. “El compartir o transmitir la misión que el Señor ha puesto en nuestras manos con los que pasan por la casa es muy enriquecedor”, asegura Sor Rosa. “Es como aquella madre que solo habla de su hijo, porque para nosotras los ancianos son nuestros hijos, los hijos que Dios pone en nuestro camino para atenderles, ayudarles y, lo más importante, en ellos vemos a Cristo”.

Y cerrando el paréntesis… sigamos con la crónica de aquel día.

Ante la figura de San José y de la Virgen de los Desamparados se les rinde pleitesía a las Falleras Mayores de Valencia. Les esperan Francisca, Pilar, Francisco, Eugenio, Miguel y la propia Enriqueta que hoy serán su Corte de Honor particular. Y como en toda “exaltación” no faltan ‘les albaes’ de Vicente, la poesía de Emilia y el discurso de Ricardo. Tampoco la ofrenda floral ni el himno regional que cierra el acto.

Llegan las despedidas y el momento para atesorar recuerdos. “Cuando las despedimos María Estela nos comentó que se había sentido como en casa por la gran familiaridad que los ancianos, hermanitas, familiares y empleados del hogar habían transmitido. Que le habían hecho pasar una mañana muy feliz y agradable”, explica Sor Rosa. Y es que, en ningún momento esperaban pasar esa mañana de aquella manera.