M.GUALLART | 24-05-2019
Los peregrinos valencianos entrando en la Catedral de San Pedro de Vannes. (FOTO: M.GUALLART)
Un grupo de cincuenta peregrinos, encabezado por los obispos auxiliares Esteban Escudero y Javier Salinas -en representación del arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, que a última hora no realizó el viaje por el fallecimiento de improviso del obispo de Astorga Juan Antonio Menéndez- visitó Vannes en la conclusión del Año Santo Jubilar y como culminación de las celebraciones del VI Centenario de la muerte de san Vicente Ferrer.
El viaje en avión les llevó el viernes 17 de mayo a Nantes, con un breve trayecto por la Bretaña francesa y la llegada vespertina hasta la población vicentina. Allí fueron recibidos en la catedral de San Pedro por el deán Patrice Marivin, siendo la acogida en la capilla de San Vicente Ferrer, donde se hallan sus restos mortales. Así pues, un primer impacto visual, emotivo y al tiempo espiritual en un viaje de fin de semana con un programa corto pero muy intenso.
Al atardecer, en un primer paseo, los peregrinos visitaron los alrededores de la catedral hacia el puerto deportivo, pasando por la Puerta de San Vicente Ferrer, homenaje al santo tras su canonización en 1455.
La jornada completa fue el sábado 18, con una misa solemne en la capilla de San Vicente Ferrer de la catedral, ante la tumba del santo, presidida por un busto relicario donde se halla el cráneo de san Vicente Ferrer.
La misa estuvo presidida por el obispo auxiliar de Valencia, monseñor Esteban Escudero, con quien concelebraron el también obispo auxiliar, monseñor Javier Salinas, el vicario general, Vicente Fontestad, y el deán de la catedral de Vannes, Patrice Marivin, junto con varios sacerdotes valencianos y franceses.
En su homilía, monseñor Escudero destacó tres aspectos de san Vicente Ferrer, patrón regional de la Comunidad Valenciana, que son ejemplo para hoy: “fue hombre de Dios, con vocación radical y con fuego interior que le llevaba al anuncio del Evangelio”. Además “como hombre de Iglesia, su fidelidad estuvo siempre por encima de las relaciones personales como la del Papa Luna”, según resaltó el obispo que también reflejó la figura del santo valenciano como “hombre de paz”, entre otros motivos, por su papel clave en la resolución del Cisma de Occidente, en el Compromiso de Caspe y en la pacificación de la nobleza valenciana.
La misa fue oficiada en valenciano, con momentos también en castellano y traducción al francés. Tras la eucaristía los peregrinos rezaron una oración a san Vicente Ferrer, cantando también el himno al patrón y el himno de la Coronación de la Virgen de los Desamparados. Un momento especialmente emotivo fue el paso ante la tumba de san Vicente Ferrer y el beso personal al busto-relicario que la corona.
A continuación, tras una visita guiada a la Catedral, cuya capilla de la Comunión esta presidida por una imagen de san Vicente Ferrer, y que tiene en el trascoro una reliquia del santo y una urna con tierra de la Casa Natalicia en Valencia, hubo una recepción en el Ayuntamiento de Vannes.
En el acto de bienvenida a la delegación valenciana, el alcalde David Robo agradeció la presencia de los peregrinos. El obispo de Vannes, Raymond Centène, destacó la importancia espiritual de las peregrinaciones en este Año Santo Jubilar Vicentino, llegadas desde Teulada, Llíria, Colegio Imperial de Niños Huérfanos y Valencia, entre otras. También citó los actos conmemorativos durante los últimos meses, con la ‘Fiesta del Perdón’, las romerías, representaciones artísticas y actividades también con jóvenes.
En la peregrinación a Vannes, organizada por la Comisión diocesana del Año Jubilar Vicentino, concedido por la Santa Sede a petición del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, y que han celebrado, hasta su conclusión el pasado 29 de abril, las diócesis de Valencia, Orihuela-Alicante, Segorbe-Castellón y Tortosa ha participado entre los peregrinos a la honorable clavariesa, Marivi Borrell, así como el Lloctinent General del Capítulo de Caballeros Jurados, José Francisco Ballester Olmos, con varios caballeros jurados y peregrinos valencianos, de la capital y diversas poblaciones de la provincia.
En ferry a la Isla de los Monjes
Así, después de la comida de la delegación oficial en el obispado de Nantes con monseñor Raymond Centène, el programa vespertino llevó a los peregrinos hasta la Isla de los monjes donde llegaron en ferry por el Golfo de Morbihan -que da nombre al departamento francés donde se encuentra Vannes (Mor-Bihan significa ‘pequeño mar’ en bretón) que tiene 42 islas hasta llegar a la Isla de los Monjes. Este nombre tiene su origen en los monjes de la abadía benedictina de Redon, a quienes obsequió el rey de Bretaña en el siglo IX.
Allí recorrieron a pie los tres kilómetros hasta la iglesia de San Miguel donde se halla un busto del santo dominico, tomado del rostro que esculpió un escultor coetáneo del santo y que se considera su ‘vera efigie’.
Más tarde, de nuevo en Vannes, el grupo de peregrinos visitó, en el entorno de la catedral, la Plaza de Valencia, con las tradicionales casas con fachadas de entramado de madera, y en cuyo número 17 se halla la habitación mortuoria del santo valenciano, en la casa de una criada de la que era entonces, en 1419 duquesa Ana de Bretaña.
Se trata de un espacio de reducidas dimensiones y austero, ubicado en el primer piso, conocida como ‘El oratorio’, donde hay objetos de gran valor simbólico donados por los Caballeros Jurados de San Vicente Ferrer, por el Colegio Imperial de Niños Huérfanos que fundó en Valencia el santo dominico y por asociaciones vicentinas.
El viaje de regreso -en avión vía Alicante y posterior autobús hasta Valencia- concluyó con una eucaristía de acción de gracias en la capilla del Palacio Arzobispal en Valencia.
El Lloctinent General de los Caballeros Jurados de San Vicente, José Francisco Ballester-Olmos, ha valorado esta peregrinación desde una doble simbología: el hecho de que dos obispos y miembros del clero valenciano hayan podido hermanarse en san Vicente con el obispado y el clero de Vannes, rezando juntos en el espíritu vicentino; además, la diócesis entera representada por un nutrido grupo de vicentinos valencianos que han ido a conocer mejor el ámbito histórico de san Vicente Ferrer en Vannes y caldear sus corazones junto a la tumba del santo, sus reliquias y los muros de la casa donde murió.