EVA ALCAYDE | 14-12-2018
Más de 120 millones de personas están en riesgo de exclusión social en Europa. Y a nivel global la situación es aun peor. Según el Banco Mundial, hay más de 2.700 millones de personas viviendo en situación de pobreza. Y una de las mayores barreras para el desarrollo humano son las desigualdades económicas.
Pero las cosas están cambiando. Alrededor de todo el mundo se están desarrollando iniciativas que demuestran que hay formas más éticas de producir, distribuir y consumir. Es lo que se llama Economía Solidaria, otra forma de entender la economía, de una manera más global y sin excluir ni olvidar a nadie. Poco a poco se está demostrando que esta economía solidaria fortalece a las personas y a las comunidades y además favorece el desarrollo sostenible.
Para los expertos de Cáritas Diocesana de Valencia, lo que promueve la economía solidaria es un cambio de valores, “de la competencia, el individualismo y la maximización del beneficio a otros como la colaboración, la búsqueda del bien común o la redistribución de la riqueza”.
Algo que, según subrayan, entronca directamente con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia que son la dignidad de la persona, el bien común, la primacía del destino universal de los bienes sobre la propiedad privada, la solidaridad, el principio de subsidiariedad y la participación social.
¿Qué podemos hacer nosotros?
La economía solidaria no se queda solo en el plano teórico. Se puede poner en práctica en nuestra vida cotidiana.
Para lograr una economía más justa y solidaria, que ponga en el centro a la persona y que cuide el medioambiente, los ciudadanos tenemos a nuestro alcance un montón de posibilidades, desde informarnos sobre derechos y deberes como consumidores, llevar a cabo un consumo más responsable, optar por la banca y finanzas éticas, pasando por preferir el comercio justo o escoger productos que no sean perjudiciales para el medio ambiente.
Si lo que queremos es fomentar una sociedad menos consumista, los expertos recomiendan respetar las conocidas como “tres erres”: reducir, reciclar y reutilizar, a la que, desde una óptica cristiana, se le puede sumar una cuarta: repartir.
Lo que dice el Papa
El consumo no es sólo una cuestión ecológica, ambientalista o ideológica, también se trata de una cuestión de equidad social y de justicia. Lo dice el papa Francisco cuando afirma, en la Laudato si´, que “comprar es un acto moral -y no sólo económico-”. (nº 206)
En varias ocasiones el pontífice ha mostrado su interés por el problema que genera el consumismo en las sociedades de los países enriquecidos, especialmente para la juventud. “Hay que cambiar realmente nuestro estilo de vida, incluido el alimentario, que en tantas áreas del planeta está marcado por el consumismo, el desperdicio, el despilfarro de alimentos etc.”, ha reiterado en más de una ocasión el pontífice.
En el segundo capítulo de su primera exhortación apostólica, la ‘Evangelii Gaudium’, el papa Francisco se muestra mucho más contundente: “Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata”. (Números 53 y 54)
No le gusta el sistema capitalista neoliberal, al que le coloca el apellido de ‘salvaje’. Y no le gusta porque deja en la cuneta a mucha gente buscando el beneficio económico. Por eso, David Montesinos, responsable de Cooperación Fraterna de Cáritas Diocesana de Valencia, defiende, promueve y cree
firmemente en la Economía Solidaria como un sistema alternativo real. “No podemos hablar de modas, la Economía Solidaria ha venido para quedarse”, dice.
EVA ALCAYDE | 14-12-2018
-¿Qué es la economía solidaria?, ¿Cómo la podemos definir?
– La economía solidaria es un enfoque de la actividad económica que tiene en cuenta a las personas, el medio ambiente y el desarrollo sostenible, como referencia prioritaria por encima de otros intereses.
– Esta corriente ¿responde a una cuestión de modas, de sensibilización, de ideologías…?
– La Economía Solidaria pretende integrar la economía y la ética, es decir, incorporar a la gestión de la actividad económica los valores universales que deben regir la sociedad y las relaciones entre toda la ciudadanía: los valores de la equidad, justicia, fraternidad económica, solidaridad social y democracia directa.
En tanto que una nueva forma de producir, de consumir y de distribuir, se propone como una alternativa viable y sostenible para la satisfacción de las necesidades individuales y globales, aspirando a consolidarse como un instrumento de transformación social.
La Economía Solidaria prioriza la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población a la satisfacción de los deseos de una minoría, con alta capacidad adquisitiva. Además, desde la óptica cristiana, atiende a las necesidades de la población pobre y vulnerable.
-¿Este tipo de propuestas económicas tienen más florecimiento después de una gran crisis como la que hemos vivido, de guerras o catástrofes naturales, donde se evidencian más las desigualdades sociales?
-Lo cierto es que tras una crisis y la necesidad de recuperación económica, la ES aparece como una herramienta de trabajo colectivo y como alternativa. Ha demostrado que es un sector que combate la crisis creando empleo y aportando soluciones.
Se estima que tras la crisis, entre 2008 y 2014, a través de la ES se han creado 190.000 empleos, no sólo con empresas de nueva creación, sino tomando como alternativa la autogestión, en muchos casos por los propios trabajadores.
– ¿Qué podemos hacer los ciudadanos si queremos contribuir con este sistema económico alternativo?
-Como ciudadanos, el apoyo a la ES y a sus principios es una de las principales prácticas que podemos poner en marcha. Una herramienta muy importante que tenemos al alcance de la mano, en nuestro día a día, es el consumo, un consumo responsable. Nuestra forma de consumir tiene un gran poder, es el “poder del bolsillo”. Es una llave de presión económica y política.
Participar de un consumo responsable implica satisfacer nuestras necesidades contribuyendo a crear una sociedad más sostenible y justa, teniendo en cuenta todas las alternativas de las que disponemos en la actualidad: finanzas éticas, apoyo al mercado social, comercio justo, soberanía alimentaria e incidencia en las políticas públicas.
– Si es cierto que la ES es una economía más justa, que pone a la persona en el centro y que está comprometida con un mundo más sostenible, ¿por qué no se generaliza su uso?
– Según datos de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social en España (CEPES), el 10% del PIB, el 12.5% del empleo y el 42.8% de la población está vinculada de algún modo a la Economía Social, así que es una tendencia en crecimiento.
Queda mucho por hacer, hay que darla a conocer, porque pone por delante la centralidad de la persona al mero interés económico. Pero, por utilizar una metáfora, en el bosque del capitalismo salvaje surgen brotes de árboles distintos, hongos solidarios.
– ¿Es realmente posible un cambio en el paradigma económico?
– Dice el sociólogo y economista Jeremy Rifkin que los paradigmas económicos no son fenómenos naturales, sino simples construcciones humanas.
Estamos en un proceso de cambio en los modelos económicos. El capitalismo ha de convivir con modelos de economía alternativa y colaborativa, que ha llegado incluso a servicios como la energía, la tecnología, la vivienda, la comunicación etc.… estamos en transición, todo es posible, ya hay brotes alternativos que lo evidencian.
– ¿La economía solidaria podría realmente ‘competir’ con el sistema capitalista? Es decir, ¿podría funcionar el mundo, tal y como lo conocemos, con la economía social o su papel es compensar los desequilibrios del capitalismo?
-La ES es un reto, pero ha demostrado que es necesaria para un desarrollo sostenible. El informe de la ONU sobre las ES, pone de manifiesto que su papel es totalmente crucial, y que representa una promesa considerable para el concepto de desarrollo sostenible. Es necesaria para combatir la desigualdad y la injusticia, y así avanzar hacia un mundo más equitativo. Hay que apostar por un modelo diferente y la ES está demostrando que es una apuesta viable.
-Citas a la banca ética como uno de los pilares de la Economía Solidaria. Cuando una entidad bancaria se cubre bajo el paraguas de ‘banca ética’, ¿podemos fiarnos los ciudadanos de que está siendo ética realmente o puede hacerlo solo por imagen, como una estrategia de marketing?
-Cualquier entidad cuya pretensión sea ser ética debe demostrarlo, con trasparencia y dejando claros los valores que la avalan, como el apoyo a la economía alternativa, las causas sociales, culturales y medioambientales. Por supuesto debe tener un código ético firme vinculado a valores como la paz, la justicia social, la solidaridad y no debe invertir en armamento, como la mayoría de los bancos convencionales. Como usuarios de la banca ética debemos hacer un seguimiento y velar para que la entidad se mantenga fiel a los valores que la hacen ética.