En la misa, presidida por Mons. Benavent, participaron profesionales de la comunicación. FOTO: V.GUTIÉRREZ

❐ REDACCIÓN | 26.01.2023
El arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, animó a comunicar la verdad de la fe cristiana con caridad y amabilidad para contribuir al bien común de la sociedad, en la misa que presidió el pasado martes 24 en la Basílica de la Virgen con motivo de la festividad de san Francisco de Sales, patrón de los periodistas y comunicadores.

Según el Arzobispo, san Francisco de Sales, cuyo ejemplo animó a seguir, “comunicaba el Evangelio, la verdad de la fe católica, con amabilidad, por eso, no es sólo importante ver qué comunicamos sino cómo lo comunicamos”.

Así, “a la verdad hay que unir la caridad, porque se puede anunciar la verdad con la intención de hundir al otro, o de hacer el mal. Cuando la verdad no va unida a la caridad a menudo no contribuimos al bien común de la sociedad, al bien común de las personas y esta creo que es la gran responsabilidad de los medios de comunicación social de los que trabajáis en ellos”, aseguró.

Igualmente, monseñor Benavent recordó que el santo fue un “adelantado a su tiempo” en el uso de los medios de comunicación para difundir el mensaje cristiano.

“Vivió en tiempos turbulentos en la vida de la Iglesia pero fue un gran defensor de la verdad. Y para anunciar la fe verdadera y mostrar que la fe católica era la verdadera utilizó unos medios muy adelantados para su tiempo que le permitían llegar y llevar el mensaje a muchas personas”, destacó.

No obstante, explicó, “no fue santo sólo por esto, únicamente por ser un adelantado a su tiempo para difundir el mensaje, sino por el modo de hacerlo: san Francisco de Sales anunciaba y difundía la verdad, pero lo hacía de una manera amable, lo hacía con caridad porque buscaba el bien de las personas”.

El Arzobispo animó a los periodistas e informadores a ser testigos de la verdad e intentar transmitir lo que es la verdad “pero hacedlo amablemente, hacedlo con caridad porque también la finalidad de los medios de comunicación social es contribuir al bien de la sociedad y al bien de la sociedad”.

“Yo creo que san Francisco de Sales recuperaba a muchos para la Iglesia no sólo porque decía la verdad sino porque lo hacía con amabilidad y este saber unir las dos dimensiones fue su gran secreto y en el fondo su éxito”, señaló.

En la misa, en la que ha concelebrado el sacerdote y periodista Antonio Díaz Tortajada, delegado episcopal de Religiosidad Popular, junto a otros sacerdotes, participaron numerosos profesionales de la información, periodistas, comunicadores, miembros de medios de comunicación valencianos y entidades y organizaciones vinculadas a la actividad y a la formación universitaria periodística.

Se trata de la primera vez que la fiesta del patrón de los periodistas ha sido oficiada en la Basílica de la Virgen, coincidiendo con la misa que retransmite en directo La Ocho TV, y con motivo de la celebración del Centenario de la Coronación de la Virgen de los Desamparados que se cumple el próximo mes de mayo.

De esta manera, los periodistas y comunicadores ganaron el Jubileo por el Año Jubilar Mariano.

San Francisco de Sales: ejemplo de “rigor, moderación y caridad” para los periodistas

❐ C. ALBIACH
El 24 de enero la Iglesia celebra a san Francisco de Sales, a cuya protección ha puesto tradicionalmente a periodistas y escritores. Así lo decretó el 26 de enero de 1923 el papa Pío XI en una encíclica titulada ‘Rerum Omniun’. Este pontífice recogió en un escrito que es necesario que los periodistas “imiten y muestren en todo momento que el rigor siempre ha estado unido a la moderación y la caridad, que era la característica especial de san Francisco.

¿Por qué se puso a los periodistas bajo su protección? San Francisco de Sales fue un prolijo escrito que escribió diversas obras teológicas para contrarrestar también a las corrientes calvinistas. Él fue el primero que utilizó octavillas y pasquines, que escribía, maquetaba y distribuía por la noche entre sus fieles para que fuese educados moral e intelectualmente. En ‘Rerum Omnium’ se habla también de este motivo: “Desde que los heréticos simulaban no escucharle sus predicaciones, Francisco de Sales decidió refutarles los errores a través de hojas sueltas, redactadas entre dos predicaciones y distribuidas como circulares a ser copiadas que -pasando de mano en mano- acababan apareciendo entre los hermanos separados”. 

Este año se conmemora el 400 aniversario de la muerte de san Francisco de Sales, que falleció el 28 de diciembre de 1622 en Lyon. Por este motivo el papa Francisco ha escrito la carta apostólica ‘Totum amoris est’. Con estas palabras, ‘Todo pertenece al amor’, como explica el Papa “podemos recoger la herencia espiritual legada por san Francisco de Sales”.

Su enseñanza, explica Francisco en la carta, “nació de una escucha atenta de la experiencia”. “Él no hizo más que transformar en doctrina lo que vivía y leía en su singular e innovadora acción pastoral, gracias a una agudeza iluminada por el Espíritu. Una síntesis de este modo de proceder se encuentra en el Prólogo del mismo Tratado del amor de Dios: «Todo en la Iglesia es para el amor, en el amor, por el amor y del amor»”, añade.

De la abundante obra del santo francés podemos extraer, según el Papa, la tarea de la Iglesia en esta época: “una Iglesia no autorreferencial, libre de toda mundanidad pero capaz de habitar el mundo, de compartir la vida de la gente, de caminar juntos, de escuchar y de acoger” . “Es lo que realizó Francisco de Sales leyendo su época con ayuda de la gracia. Por eso, él nos invita a salir de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por las estructuras, por la imagen social, y a preguntarnos más bien cuáles son las necesidades concretas y las esperanzas espirituales de nuestro pueblo. Por tanto, releer algunas de sus decisiones cruciales es importante también hoy, para vivir el cambio con sabiduría evangélica”, explica.

Entre las obras realizadas en sus vida Francisco también destaca que “se descubrió inventor de originales y audaces praxis pastorales, como las famosas ‘hojas volantes’, que se colgaban en todas partes e incluso se deslizaban debajo de las puertas de las casas”.

San Francisco de Sales nació en plena Edad Media, en Saboya, Francia. Creció en el seno de una familia noble y adinerada. Cuando se hizo mayor fue a la escuela jesuita de Clermont, en París; y posteriormente estudió en la Universidad de Padua. En 1591, le nombraron doctor en leyes y dos años después fue ordenado sacerdote. Los primeros años como cura los dedicó a evangelizar a los protestantes que vivían cerca de él, en Francia. 

Unos años más tarde, fue nombrado coadjutor del obispo de Ginebra, llamado Claudio de Granier, y tres años después, ocupó su puesto. Sus grandes habilidades comunicativas le llevaron a ser nombrado predicador en los púlpitos de París entre 1618 y 1619. 

Desde su ordenación como obispo de Ginebra, san Francisco de Sales se dedicó intensamente a escribir texto literarios. Algunas de sus obras más señaladas son ‘Defensa del estandarte de la Cruz’, ‘Introducción a la vida devota’, los doce libros del ‘Tratado del amor de Dios’, ‘Conferencias espirituales’ o ‘Sermones’ y ‘Cartas’. De Sales tenía una gran pasión por las letras, tanto que cuando estaba intentando convertir a los protestantes, al ver que estos no se dejaban, preparó unos escritos que por la noche dejaba en las puertas de sus casas.

San Francisco fue beatificado por Alejandro VII en el 1661, y el mismo Papa lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte. En 1877 recibió el título de Doctor de la Iglesia por su trayectoria literaria y personal.