Mientras los ordenandos se postraron en tierra en señal de humildad y donación a Dios, la asamblea cantó las letanías de los santos pidiendo su intercesión. FOTO: V.GUTIÉRREZ

❐ L.B. | 30.06.2022
¡Ya son sacerdotes! El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, confirió el pasado sábado 25 de junio la ordenación sacerdotal a Julio Baños Casanova, de 26 años y natural de Ibiza, y Federico Ferrando Romero, de 25 años y de Valencia, ambos procedentes del Seminario La Inmaculada de Valencia; Ignacio Martín Peinado, de Titaguas y de 30 años, y Román Mil Garrido, de 29 años y nacido en Torrent ambos del Real Colegio Seminario de Corpus Christi de Valencia ‘El Patriarca’; y Esteban Navarro Solera, de 32 años y de Valencia, del Seminario Redemptoris Mater en Roma.

Los jóvenes estuvieron acompañados por sus familiares, amigos y fieles de las parroquias a las que están vinculados, que llenaron la catedral de Valencia. A lo largo de toda la ceremonia, la alegría y la emoción fueron evidentes en el rostro de todos los que quisieron compartir con los ordenandos este día tan especial, no sólo para ellos, sino para toda la diócesis.
La misa fue concelebrada por numerosos sacerdotes, entre ellos los rectores y formadores de los Seminarios, miembros de la Curia Diocesana y del Cabildo Metropolitano.

No perder la alegría
En su homilía, el Cardenal animó a los nuevos sacerdotes a “no perder la alegría con la que sabéis entregar vuestras vidas y siempre mostráis con un corazón que lucha no para hacerse estrechos y amargados, al contrario, lucha cada día por estar disponibles a ser ensanchados por el amor de Dios en su pueblo porque es eterna su misericordia”.
Durante la eucaristía, que fue retransmitida a través del canal Youtube de la Catedral, el Arzobispo se dirigió a los presbíteros y les dio las gracias porque “queréis fortalecer los vínculos de fraternidad y amistad en el presbiterio con los obispos, apoyándoos unos a otros”.

El Cardenal les explicó que “ungidos vais a ser con el don de Dios, por el espíritu santo, espíritu de la verdad y del amor para dar buenas noticias a los que sufren, sanar a los corazones desgarrados, dar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros o esclavizados la libertad, consolar a los afligidos, a proclamar la gracia del Señor, todo es manifestación del amor de Dios”.
Además, les indicó que “en diversas situaciones, en tantas ocasiones de constante sufrimiento, en la enfermedad o en la desolación, en la esperanza, en la abundancia o la indigencia daréis vuestras vidas, curaréis heridas, seréis bálsamo y conduciréis a los heridos y despojados, a los tristes y afligidos les llevaréis el calor, como el buen samaritano”.

Silencio sagrado
El rito de ordenación sacerdotal comenzó tras las lecturas con la ‘llamada a los elegidos’. Después de la ordenación por la imposición de manos del Arzobispo, los nuevos sacerdotes recibieron la estola y la casulla, y el titular de la Archidiócesis ungió con crisma las manos de cada uno de ellos.

Finalmente, el Cardenal hizo un gesto de la paz y comenzó la liturgia eucarística. Al terminar la eucaristía, los nuevos sacerdotes recibieron la felicitación de sus familiares y amigos.

Los Campaners de la Catedral acompañaron la celebración de las ordenaciones “con un toque especial con volteo de las campanas mayores de la Seo, en el momento más solemne, el ‘silencio sagrado’, cuando el celebrante impone las manos a los nuevos ordenados y únicamente se escucha el sonido de las campanas en lo alto del Micalet”, indica el presidente de los campaneros de la Seo, Francesc Llop.