El cardenal Antonio Cañizares durante su mensaje de felicitación navideña. (FOTO: V. GUTIÉRREZ)

¡Bon Nadal! ¡Feliz Navidad! Nos felicitamos con gozo y alegría, por una muy buena noticia: porque, como dirá el ángel a los pobres y sencillos pastores, marginados, en medio de la noche: «en la ciudad de David, en Belén, os ha nacido un Salvador, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Un niño es la señal de la buena noticia, de la salvación, de Dios mismo.

Un niño que es Dios-con-nosotros es la señal. Un niño inerme, frágil, la criatura más frágil, débil, vulnerable, que gime y llora al nacer, necesitado de todo, necesitado de todos, necesitado del amor, del cariño y del abrazo de una madre, de la mirada protectora y la defensa del padre; ahí está, el amor grande, inmenso y poderoso, que se despoja de su rango, se rebaja hasta el punto inconcebible de hacerse pequeño y pasar por uno de tantos. Ahí está Dios. Dios ha querido nacer pobre entre los más pobres, sus preferidos. Esa es la Navidad.

Más allá .de la tristeza, la pena, el dolor y la desolación por haber sido aprobada en el Congreso de Diputados la ley reguladora de un derecho inexistente a la eutanasia, y más allá incluso de las grandes y graves preocupaciones y sufrimientos de la pandemia del covid-19 y de las consecuencias que acarrea consigo, más allá de todo eso, os anuncio, queridos valencianos, esta gran noticia: «en la ciudad de Belén ha nacido el Salvador, Jesús. Dios está con los hombres, no abandona a los hombres, Dios nos ama, Dios es amor y no nos deja en la estacada, en esto hemos conocido el amor».

El mayor servicio y la mejor felicitación que podemos ofrecer a los demás es llevarles en obras y palabras, y más en las actuales circunstancias de la pandemia y sus consecuencias y del tremendo error y pecado grave cometido por el Gobierno y los señores diputados, la felicitación mejor y más auténticamente navideña es llevar a todos en obras, gestos v palabras de verdad esta gran noticia de que Dios nos ama, de que Dios está con nosotros, los hombres, especialmente los que sufren y están heridos de múltiples maneras, y la respuesta, la nuestra ha de ser el amor: el amor a Dios y de unos a otros. Y como prueba y señal, en el Año Jubilar, del Santo Cáliz la diócesis se deprenderá, se despojará de algunos bienes patrimoniales  preciados, para dárselos a los pobres, Y vulnerables, y aliviarlos así un poquitín, compartiéndolos con ellos. Invito a sacerdotes, párrocos, a religiosos y religiosas y a otros muchos que hagan lo mismo.

La mejor noticia es el anuncio y el testimonio vivo y verdadero de que Dios se ha unido sin fisuras a los hombres, a todos sin exclusión alguna, ha apostado por los hombres, se ha hecho nada menos que hombre, especialmente está por y con los débiles, vulnerables, necesitados a los que los señores diputados desprecian con su aprobación de la ley de eutanasia. Ya no es posible un Dios sin el hombre, ni un hombre sin Dios, ni un Dios aislado o un hombre aislado y encerrado en sus egoísmos y seguridades propias: nos ha salvado en Jesús, el Hijo de María, que nace sin casa en la noche de Belén. Y es que sin Dios, revelado en la Navidad, ¿dónde vamos?, ¿a la oscuridad donde no hay luz, y nada ilumina ni siquiera alumbra?

Que se enteren muchos, que nos enteremos todos: el amor de Dios es más poderoso y fuerte que nuestras debilidades, mezquindades y nuestros malos gestos y acciones; ¡no lo vencemos, ni venceremos jamás a Dios!; su amor que nace inerme nos ha vencido, ha vencido a los que se creen poderosos y sabios con los criterios del mundo, del maligno, pero que tendrán que rendir cuentas y se lamentarán en un futuro no lejano. No cabe el temor ni el miedo, sólo la valentía, la humildad, la osadía, la alegría, la fe, la acogida, el amor, la esperanza, la libertad.

En medio de las tinieblas y de la oscuridad de la noche sombría de nuestro tiempo brilla la Luz, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, y quien se abre a esta luz, no caminará ni difundirá tinieblas, se llamará y será hijo de la Luz, que difunden luz e iluminan.

Necesitamos esta sabiduría de Dios que nos enseñe este camino. Para todos pido a Dios esta sabiduría, que es saborearle a Él, en la noche de Belén. Necesitamos que esta sabiduría penetre en todo y en todos. Esta es la sabiduría para que abramos caminos de encuentro  con Dios, entre los hombres, entre los hombres y el Evangelio, caminos de paz y de justicia, de fraternidad y alegría, de vida, y recorramos así, juntos, con todos y entre todos, sendas de esperanza, que nos acerquen a una humanidad nueva hecha de hombres y mujeres nuevos al servicio de los vulnerables, y de los débiles, una nueva civilización del amor, una nueva cultura de la vida.

El día 22 es el de la lotería, muchos lo aguardaban para recibir con alegría un premio importante. Pero la mejor lotería y el primer premio ya nos ha tocado, nos ha tocado a todos: El primerísimo premio, incomparable, es el Niño Jesús que nació, para todos y por todos, en un establo o cueva de ganado, muy pobre, Hijo de Dios, de la Virgen María, toda santa, llena de gracia. Este es el gran regalo y el mejor y más preciado aguinaldo que viene nada menos que de nuestro Padre Dios, y que todos necesitamos, esperarnos y pedimos, aún los más alejados y menos «allegados» que se sientan tales, pero El, por el contrario, está muy cercano de todos y aún quiere estar más cercano de los alejados y no «allegados», a los que viene precisamente a buscar y encontrar para hacerlos felices.

¡BON NADAL! ¡PAU Y BÉ, GOIG I ALEGRIA, FELICITAT A TOTS! BONA NIT A LES FAMILIES, ALS XICOTETS, ALS JOVES, ALS ANCIANS Y ALS MALATS! SEMPRE BON NADAL. EL NOU ANY SIGA MILLIOR, PLÉ D´ESPERANZÇA, FE Y AMOR, VIDA I CONCORDIA, PER A TOTS. BON NADAL, I BON ANY NOU.