Eduardo Martínez | 4-05-2017
Procesión de salida concluida la misa de acción de gracias por los 25 años del cardenal Cañizares como obispo. (Foto: Alberto Sáiz)
Hace un cuarto de siglo, el arzobispo Miguel Roca le anticipaba al todavía relativamente joven sacerdote valentino Antonio Cañizares (46 años) que el papa Juan Pablo II iba a nombrarle, con toda probabilidad, obispo. El santo pontífice, efectivamente, lo designó obispo de Ávila. La ordenación episcopal se celebró el 25 de abril de 1992. Veintinco años después, el pasado sábado, el cardenal Cañizares celebraba sus bodas de plata episcopales desde la misma cátedra que su antecesor don Miguel. Con una misa de acción de gracias en la Seo, el hoy arzobispo de Valencia compartió con los fieles diocesanos su alegría por la efemérides y su gratitud a Dios por todo este tiempo.
En una ceremonia cargada de detalles emotivos, don Antonio se mostró entusiasmado no sólo por la trayectoria recorrida, sino sobre todo por la que le queda transitar. En su homilía, de hecho, afirmó sentirse con “la misma ilusión” que hace veintinco años e incluso “quizás más”, porque ahora –dijo– “conozco mejor la realidad dura y porque Dios anima, alienta y conforta como sólo Él sabe hacer en tiempos recios como los nuestros”. Citando palabras del apóstol san Pablo, afirmó que trata de “correr la carrera que me toca, fijos los ojos en el Señor, que soportó la cruz sin miedo a la ignominia”. Y en ese sentido, expresó: “No me canso ni pierdo el ánimo”.
La misa fue concelebrada por diez arzobispos y obispos españoles, así como por otro centenar de sacerdotes. Otros cientos de fieles le acompañaron en un día tan señalado para él, así como familiares y amigos.
El cardenal Cañizares empleó en la misa el mismo báculo que sus condiscípulos le regalaron en su día al ser ordenado obispo.
La seo valentina presentaba, además, un elemento muy significativo: la imagen de la Virgen de los Desamparados (la procesional, la ‘peregrina’), que había sido instalada provisionalmente para la ocasión en el altar mayor (concluida la celebración fue devuelta a su basílica). Y hubo otros matices marianos: la participación de la Escolanía de la Mare de Déu durante la misa (cantó también el coro del Seminario Mayor); el broche a la liturgia con el Himno de la Coronación de la patrona de Valencia; o el sentido beso que el titular de la archidiócesis le lanzó antes de iniciar la procesión de salida.
Veinticinco años dan para mucho. Se evoluciona, se convierte uno en una persona distinta a quien era, siendo a la vez la misma. Y otras cosas permanecen inalterables. Había que ver el énfasis que puso el cardenal arzobispo de Valencia al ratificar el lema episcopal que eligió al ser ordenado obispo hace ya tantos años: ‘Fiat voluntas tua’ (Hágase tu voluntad). “No puede ser otro”, recalcó.
Durante la eucaristía, el obispo auxiliar de Valencia Esteban Escudero comunicó al Cardenal el regalo de parte de toda la archidiócesis de Valencia de una réplica del Santo Cáliz de la Última Cena que se venera en la propia Seo. El encargado de hacerle entrega del mismo fue Ignacio Grande, director de Cáritas Diocesana.
La felicitación del papa Francisco
El Cardenal, ante la imagen ‘peregrina’ de la Virgen de los Desamparados. (Foto: Alberto Sáiz)
El papa Francisco ha agradecido al cardenal Cañizares su “celo apostólico e imperturbable laboriosidad a favor del pueblo de Dios en tu largo y variado ministerio”, así como su “preocupación por la transmisión de la catequesis con atención a las circunstancias propias de nuestra época”. En una carta del Pontífice leída públicamente al término de la eucaristía por el canciller-secretario del Arzobispado, José Francisco Castelló, el Santo Padre destaca también su trabajo para “que los fieles asignados a tu cuidado pastoral, siempre de mejor forma, alabaran a Dios, participasen en la Eucaristía y recibieran los restantes sacramentos con provecho espiritual”.
Además, el Papa recuerda en su carta las etapas del cardenal Cañizares como obispo en las diócesis de Ávila, Granada, Toledo y ahora de Valencia, para la que Francisco le nombró arzobispo “estimando tu fervor apostólico y habilidad en la gestión”, y donde “enseñas prudentemente al pueblo lo que antes has aprendido de Dios en la plegaria, realizando asiduamente la visita pastoral y otras labores pastorales y confiándote piadosamente al seguro refugio de la Madre de Dios invocada como Nuestra Señora de los Desamparados”.
También “con singular pericia y diligencia has desarrollado diversas funciones de gran importancia en los dicasterios de la Curia Romana en la Conferencia Episcopal de España, trabajando con solicitud por el bien de la Iglesia y de tu amada patria española”.
Concluye su carta el Santo Padre, antes de impartir su bendición apostólica, resaltando del cardenal Cañizares que “siempre has demostrado constancia de espíritu y serenidad, así como humildad y capacidad de colaboración con el clero y los fieles”.
El cardenal Cañizares replicó, una vez leída la carta, renovando su “promesa de fidelidad y de comunión sin fisuras” al Pontífice.