El Arzobispo, en un momento de la homilía. FOTO: A.SÁIZ

❐ REDACCIÓN | 16.12.21
Católicos en sociedad. Cumpliendo con las obligaciones cívicas y ofreciendo la riqueza espiritual. Así quiere el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, a los católicos y así lo expresó durante la misa en la solemnidad de la Inmaculada Concepción que presidió en la Catedral y a cuyo término renovó, además, el histórico voto inmaculista de la diócesis y de las universidades.

El Cardenal, en su homilía, señaló que “respetamos a quienes ven la vida de otra manera, sólo pedimos libertad y respeto para vivir de acuerdo con nuestras convicciones, para proponer libremente nuestra forma de ver las cosas sin que nadie se vea amenazado ni nuestra presencia sea interpretada como una ofensa o como un peligro para la libertad de los demás”, destacó el Arzobispo de Valencia, que enfatizó su deseo de “colaborar sinceramente con el enriquecimiento espiritual de nuestra sociedad, en la consolidación de la tolerancia y la convivencia, en libertad y justicia como fundamento imprescindible de la paz verdadera”.

El cardenal Cañizares se referió también a quienes defienden como forma de vida y ordenamiento el laicismo, “no la sana y verdadera laicidad. Respetamos a todos, y pedimos que nos respeten. Con todo amor, respeto y compresión miramos a quienes mantienen esas posiciones. Pedimos a Dios que nos bendiga y nos conceda la gracia de avanzar por los caminos de la historia y del progreso sin traicionar nuestra identidad ni perder los tesoros de humanidad que nos legaron las generaciones precedentes”.

El cardenal Cañizares pidió “que nadie tema a la fe en un Dios único para la defensa del hombre, que nadie considere el monoteísmo religioso, la fe cristiana, como una amenaza para el hombre. La amenaza en todo caso estaría en imponer una forma de pensamiento único y ordenación de la sociedad donde Dios, la fe, y el testimonio personal y público de la fe quedara relegado a la esfera de lo íntimo y subjetivo, de lo privado. Con toda sencillez, con el ánimo de ofrecerlo a todos, no imponerlo a nadie, los cristianos reivindicamos nuestro pensamiento y testimonio. La fe en Dios no limita la libertad, ¡la engrandece!”.

Por todo ello, el Cardenal señaló que le gustaría poder convencer a todos de que “el reconocimiento del Dios vivo, presente en Jesucristo nacido de María, es garantía de humanidad y libertad, fuente de vida y esperanza para quienes se acercan a él con humildad y confianza, fuente de una nueva cultura que tanto necesitamos”.

18 aniversario de la UCV
El Cardenal aprovechó la fiesta de la Inmaculada para felicitar y pedir por los Seminarios Mayor y Menor, en la fiesta de su patrona, “para que se llenen de seminaristas que se formen en ser sacerdotes, misioneros, evangelizadores, santos sacerdotes que tanto necesita nuestra sociedad”.

También felicitó a la Universidad Católica de Valencia que cumplía en la festividad de la Inmaculada el décimo octavo aniversario de su fundación, y deseó que “sea capaz de formar hombres y mujeres de futuro, conscientes, libres, críticos y creadores, para hacer posible una sociedad nueva con personas nuevas conforme al Evangelio”, con la presencia del equipo de vicerrectores y decanal, presididos por el rector de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, José Manuel Pagán.

La misa fue concelebrada por el obispo auxiliar Vicente Juan y el obispo auxiliar emérito Esteban Escudero, por el Cabildo catedralicio y los rectores de los Seminarios Mayor y Menor de Valencia.

En la misa colaboraron también los seminaristas de la diócesis, ayudando en la liturgia y se contó, además, con la participación de profesores y alumnos de las distintas universidades en Valencia, aunadas en la Pastoral Universitaria.

Los presentes en la Catedral pudieron obtener la indulgencia plenaria concedida por la Santa Sede, con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción.

Por la tarde se realizó una breve procesión por el interior de la Seo con una pequeña imagen de la Inmaculada Concepción, que quedó depositada en una mesa ante la sacristía para que pudiera ser venerada por los fieles que se encontraban aquel día en la Catedral.