Cristina, junto a su pareja, vive en la calle desde hace año y medio. FOTO: A.SÁIZ

L.A. | 14.01.2021
Una veintena de personas sin hogar pudieron pasar varias noches durante la ola de frío a cubierto en el pabellón deportivo del colegio diocesano Santiago Apóstol, del barrio valenciano de Marxalenes, a instancias del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, a través de Cáritas Diocesana de Valencia y varias entidades benéficas.
La primera noche, el pasado viernes, durmieron en San Miguel y San Sebastián, con gran cantidad de mantas y comida aportadas por la feligresía. “La respuesta fue fantástica, en menos de una hora estaba todo preparado, con acopio de víveres y mantas”, ha indicado el párroco de San Miguel y San Sebastián, Juan Andrés Taléns.
El sábado, Cáritas derivó a una veintena de estas personas al colegio Santiago Apóstol, del barrio valenciano de Marxalenes, gestionado por el instituto de vida consagrada Cooperadores de la Verdad, donde pasaron varias noches.
Las personas acogidas “han dormido en las instalaciones deportivas del colegio, inauguradas hace dos años, atendidos en todo momento por voluntarios de las asociaciones implicadas en esta iniciativa, la Fraternidad Voz de los Pobres y la asociación Ca La Mare, junto con Cáritas”, ha destacado el director titular del centro educativo, el padre Guillermo Ferrís, sacerdote miembro de los Cooperadores de la Verdad. Allí además han recibido cena, mantas y ropa para que puedan pasar la noche.
Asimismo, “antes del comienzo de la jornada escolar, los acogidos abandonaron el pabellón deportivo y los voluntarios han ordenado y limpiado todo cuidadosamente en el interior del pabellón, así como han desinfectado las duchas y baños”, ha señalado.Por la tarde, cuando los estudiantes se fueron a sus casas, los acogidos volvieron al pabellón del colegio, donde fueron nuevamente atendidos por voluntarios. “Es cierto que esta utilización excepcional del gimnasio implica para nosotros alguna incomodidad extra en este tiempo tan singular en el que todos los espacios son necesarios pero la incomodidad es mínima en relación al bien primero, que es atender a aquellos que no tienen un techo digno en el que poder guarecerse en estos días de frío extremo”, ha subrayado el drector.

“Gracias, de verdad… llevo año y medio en la calle”


La mayoría de las personas sin hogar acogidas en el colegio Santiago Apóstol pasan las noches en el antiguo cauce del río Turia o en diferentes puntos de la ciudad. Una de las personas es Sara, valenciana de 24 años y que padece varias enfermedades físicas y psíquicas, que lamenta que tengan que ir de un lado a otro con todas sus pertenencias. “Además el estar en la calle hace que esté cada vez más enferma, por lo que necesitamos algo estable, sino me voy a morir”. “Me gustaría tener un trabajo”, explica.


Allí también fueron alojados Timoteo e Inés, que desde hace un tiempo están en la calle a pesar de la enfermedad de él en los pulmones, que hizo que en noviembre tuviera que estar ingresado quince días en el hospital. Tras 17 años trabajando lleva 4 meses bajo un puente del antiguo cauce: “ahora con la pandemia las cosas se han puesto peor”
Para Cristina la ayuda que han recibido “se agradece mucho, de verdad”. “Que te den mantas, ducha, comida, que te permitan asearte y que además te atienda gente tan maja es muy de agradecer”, añade. Está enferma, “llevo año y medio en la calle” y relata que la noche es muy dura y que hasta tres veces le han quemado la tienda de campaña donde dormía. También cuenta cómo las Navidades también se han celebrado en la calle, “de una forma peculiar pero sí”. “Cada uno trae lo que puede y entre todos lo juntamos”, cuenta.


Otro de los alojados, que normalmente dormía en el cauce cerca de los jardines de Viveros, también señala que estar en la calle con lluvia “es imposible”. Él lleva cuatro meses durmiendo con varias personas y agradece la ayuda de la gente que va por la noche a darles a alguna ayuda como comida caliente o tiendas de campaña”.