REDACCIÓN/ZENIT | 23-02-2012

Cardenales durante una de las celebraciones del pasado fin de semana.


El pasado domingo, solemnidad de la Cátedra de San Pedro Apóstol, Benedicto XVI presidió, en la basílica vaticana, la concelebración eucarística con los nuevos 22 cardenales creados en el Consistorio del sábado.
En su homilía, Benedicto XVI se refirió a las palabras del apóstol Pedro cuando exhorta a los ‘presbíteros’ de la Iglesia a ser pastores diligentes y solícitos del rebaño de Cristo. “Estas palabras están dirigidas sobre todo a vosotros, que ya tenéis muchos méritos ante el Pueblo de Dios por vuestra generosa y sapiente labor desarrollada en el ministerio pastoral en diócesis exigentes, en la dirección de los dicasterios de la Curia Romana o en el servicio eclesial del estudio y de la enseñanza”, dijo el papa.
Fundamento visible
“La nueva dignidad que se os ha conferido quiere manifestar el aprecio por vuestro trabajo fiel en la viña del Señor, honrar a las comunidades y naciones de las cuales procedéis y de las que sois dignos representantes de la Iglesia, confiaros nuevas y más importantes responsabilidades eclesiales y, finalmente, pediros mayor disponibilidad para Cristo y para toda la comunidad cristiana”, subrayó.
Cristo revela “la misión que pretende confiarles, la de ser la ‘piedra’, la ‘roca’, el fundamento visible sobre el que está construido todo el edificio espiritual de la Iglesia”, añadió.
El papa se detuvo en comentar el significado de la Cátedra de Pedro, tal como está representada en la basílica vaticana, para señalar después que “la verdadera fe es iluminada por el amor y conduce al amor, hacia lo alto, del mismo modo que el altar de la Cátedra apunta hacia la ventana luminosa, la gloria del Espíritu Santo, que constituye el verdadero punto focal para la mirada del peregrino que atraviesa el umbral de la basílica vaticana”.
Y concluyó afirmando que “a cada cristiano y a nosotros, se nos confía el don de este amor: un don que ha de ofrecer con el testimonio de nuestra vida”.
Rojo, sangre y amor
Después de la celebración eucarística con los nuevos cardenales, Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles congregados en la plaza de San Pedro. Allí, refiriéndose a los nuevos cardenales, destacó que “ahora están aún más comprometidos a trabajar conmigo en la dirección de la Iglesia universal y a dar testimonio del Evangelio hasta el sacrificio de sus vidas”. Y añadió que “esto significa el color rojo de sus vestidos: el color de la sangre y del amor”, es decir, la disposición del cardenal a morir por su fe. “Volvemos, entonces, al testimonio de la sangre y de la caridad”, explicó el papa.