Belén Nava | 26-01-2017
Aspecto actual de la antigua checa convertida hoy en capilla martirial. (Foto: Alberto Sáiz)
En las vísperas de la solemnidad del santo patrón de la archidiócesis de Valencia quiso el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, recordar a todos los que han muerto por la fe como en su día lo hiciera San Vicente Mártir.
Para ello, el cardenal Cañizares bendijo el pasado sábado 21 de enero la capilla martirial ubicada en la calle Trinitarios 1 en lo que hoy en día es la residencia sacerdotal ‘Venerable Agnesio’ y que, anteriormente, formó parte del Seminario Conciliar de Valencia.
Para entender la importancia de esta recién bendecida capilla martirial hay que retroceder hasta sus orígenes que se sitúan en el año 1936 durante la persecución religiosa. La estancia era la carbonera del antiguo Seminario Conciliar de Valencia que fue convertida durante la contienda en “checa” o cárcel secreta donde fueron torturados varios de los beatos elevados a los altares por el entonces Papa, san Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.
Allí, fueron torturados, entre otros, José Aparicio Sanz, párroco de Enguera, que encabezó la relación de los 233 mártires beatificados en la citada ceremonia, su coadjutor el sacerdote Enrique Juan Requena, y el jesuita Alfredo Simón Colomina. Junto a ellos, también sufrieron martirio los siervos de Dios y sacerdotes Eleuterio Catalá, Vicente Delgado Pelarda – junto a sus sobrinas Tomasa y María Maticorena, Francisco Sol, Benjamín Deltoro, José Pastor y Emilia Revert Pla. A pesar de lo lóbrego del lugar, fueron numerosos los casos de sacerdotes que, como José Aparicio Sanz, ibán dándose ánimos mutuamente, mientras se confesaban los unos a los otros en el mismo recinto, de dimensiones muy reducidas. Después de ser interrogados y torturados, los detenidos en la checa pasaban habitualmente al Gobierno Civil de Valencia, situado en el palacio del Temple, y desde allí eran conducidos a la cárcel Modelo, para ser finalmente trasladados al picadero de Paterna o al Saler, donde eran asesinados.
Concluida la guerra y la persecución religiosa, la carbonera fue lugar de oración para muchos sacerdotes, compañeros de los mártires. De hecho, el 15 de no­viembre de 1952, coincidiendo por el primer congreso de Acción Católica con motivo del XXV aniversario de la fundación en Valencia de este movimiento apostólico, se colocó en la antigua “checa” una inscripción que fue bendecida por el entonces arzobispo de Valencia, monseñor Marcelino Olaechea que quiso así “homenajear a los mártires sacerdotes, religiosos y seglares, en el viejo seminario de la calle de Trinitarios, desde el que muchos salieron para encon­trar la palma del martirio”, ex­plican desde la delegación dio­cesana para las Causas de los San­tos.
Con motivo de la beatificación del año 2001, se colocaron en dicha capilla unas lápidas con los nombres de los sacerdotes dio­­cesanos, los hombres y las mu­­jeres de los distintos movimientos apostólicos incluidos en los tres procesos promovidos por la Diócesis de Va­lencia.
Y recientemente, en este mis­mo lugar se ha colocado una arque­ta de mármol que contiene las reliquias de las mujeres de Acción Católica, que fueron beatificadas por san Juan Pablo II.

Poco antes de que diera inicio la procesión de San Vicente Mártir, el pasado domingo 22, desde la Catedral, el Cardenal anunció que el día anterior, el sábado, había bendecido la capilla ubicada en la antigua checa “terriblemente famosa” del Seminario, en la que se puede rezar ante las reliquias de “tantos mártires, hombres y mujeres de Acción Católica, sacerdotes, religiosos y religiosas”. “Hemos querido bendecir este lugar -explicó el arzobispo de Valencia- donde tantos sufrieron la pasión, precisamente en las primeras vísperas de San Vicente Mártir, nuestro patrón. Valencia es una diócesis de mártires y están asentada sobre la sangre de los mártires que es realmente promesa de futuro y esperanza para toda la diócesis, y además, exigencia de perdón, de reconciliación y de paz”.