Algunas de las familias ucranianas traídas a Valencia, en el centro de la Salle de Llíria.

❐ CARLOS ALBIACH | 31.03.2022
Emaús abraza Ucrania. Con esas sugerentes palabras miembros de los grupos de Emáus en Valencia han querido ayudar a los ucranianos que huyen de la guerra. Para ello en la semana fallera se desplazaron con 5 furgonetas y un autobús para traer a 67 personas a Valencia y una vez aquí ser acogidos por distintas familias.

Todo comenzó cuando a Carlos Grau unos amigos ucranianos le pidieron que si podía ir a recoger a sus familiares a Cracovia. En este viaje Carlos vio la realidad y le llamó la atención un convoy de siete furgonetas alemanas. Hizo vídeos y los difundió por los diferentes grupos de Emaús de distintas parroquias “para movilizar los corazones”. Desde aquí se fue gestando lo que es ‘Emaús abraza Ucrania’. Desde la parroquia Ntra. Sra. de Gracia del barrio valenciano de La Torre, donde hay un grupo de Emaús, se fue organizando el convoy. “Hemos visto como todo iba saliendo, nos hacían falta 6.000 euros, y en dos horas estaban. Así, todo. Con mucho trabajo y fe”, detalla Carlos.

Mientras Valencia ya ebullía con las Fallas, el día 17 salieron rumbo a Czestochowa, lugar conocido por su santuario mariano. Con ellos llevaban 5.000 kilos de alimentos y medicamentos, y algunas mantas.

En el camino -las furgonetas fueron por un lado y el autobús por otro- no faltaron los momentos de oración e incluso las eucaristías, que ya celebraron antes de salir en la cochera. “Nosotros íbamos en misión, no solo como ayuda humanitaria, sino como respuesta a nuestra fe”, explica Carlos. En el camino fueron acogidos por una comunidad de hermanitos del Cordero en Czestochowa. Su destino final era Lublin, donde la casa de una familia con quince hijos del Camino Neocatecumenal era el punto de encuentro donde recogerían a las personas que iban a Valencia. Toda una labor coordinada con el consulado de Ucrania en Valencia.

Las 67 personas que trajeron a Valencia, entre ellas muchas mujeres y niños, fueron acogidos por una fundación en Benissa y el resto fueron alojados temporalmente en la casa de espiritualidad La Salle en Llíria. Desde aquí, donde han recibido clases de español, han sido acogidos por familias en sus casas o en segundas residencias, algunas de ellas conseguidas gracias la aplicación móvil ‘Emergency Home’. “Hemos visto la gran generosidad de la gente, cada uno en la medida que ha podido, ha hecho mucho”, explica Carlos.

Entre los valencianos que iban al frente de este convoy también se encontraron algunos jovenes. Es el caso de Marta González, de tan solo 17 años y que acudió junto a sus padres: “ha sido una experiencia muy fuerte, solo con ver cómo iba saliendo todo ya podemos decir que estaba Dios detrás”, apunta. Uno de los momentos más emocionantes para ella fue el encuentro con los primeros refugiados y recuerda la sonrisa de una niña o el cariño con que les trataban. “He visto el dolor y todo lo que han pasado y solo me sale responder con amor”, apunta. Marta destaca cómo tras rezar Laudes en el autobús abrieron una lectura bíblica al azar y salió la que hace referencia a la providencia: “No andéis preocupados por vuestra vida, pensando qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, discurriendo con qué os vestiréis…”. “Una palabra que nos emocionó a todos”, explica Marta.

Sonsoles Moreno también ha sido una de las personas que ha colaborado en esta acción. De hecho, ella está residiendo con los ucranianos que aún quedan en La Salle. Además, sus alumnos de un instituto del barrio del Cristo han elaborado materiales para que se puedan hacer las clases de español.

Agradecimiento
Una de las personas que han sido acogidos es Anastasia, de 38 años, que cuenta a PARAULA que ya en 2014 dejó su pueblo, Kyiv, en la zona del conflicto, por Kiev. El 23 de febrero empezó a plantearse salir del país pero, como señala, “tenía miedo y no sabía muy bien dónde ir”. Al final salió y decidió huir a Polonia, donde encontró una parroquia que ayuda a los refugiados y les daba la posibilidad de venir a España con ‘Emaús abraza Ucrania’. “Me han ayudado con mucho amor y me han dado todo lo que necesitan. En poco tiempo se han convertido en mi segunda familia, por lo que estoy muy agradecida”, señala.