El papa Francisco entrega el palio arzobispal al arzobispo de Valencia, mons. Enrique Benavent. VATICAN MEDIA

❐ C.A./A.C. / M.JC. | 6.07.2023

Con gran emoción recibió el arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, de manos del Papa Francisco el palio arzobispal también bendecido por el propio Pontífice. La entrega se realizó en la eucaristía de la solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, una de las grandes fiestas del Vaticano, celebrada en la Basílica de San Pedro. Tras esta ceremonia será el 8 de octubre cuando el Nuncio del Papa en España, Bernardito Auza, impondrá el palio al arzobispo Enrique Benavent en la Catedral de Valencia.

Durante la celebración los palios fueron portados por varios diáconos desde el sepulcro de San Pedro hasta la sede de Pedro, donde fueron bendecidos por el Santo Padre. “Que quienes por tu don lleven estos palios se reconozcan como pastores de tu rebaño”, reza la oración de bendición. El Papa, presente en la celebración, entregó uno por uno el palio a los 32 arzobispos nombrados durante el año. Junto a Mons. Benavent también se encontraban otros tres arzobispos de sedes españolas: Mons. José Cobo, arzobispo electo de Madrid; Mons. José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada y Mons. José Prieto, arzobispo de Santiago de Compostela. Además también recibió el palio el valenciano Mons. José Vicente Nácher, arzobispo de Tegucigalpa, en Honduras. Todos ellos pronunciaron también su juramento de fidelidad y obediencia a la Iglesia y al Papa.
En la homilía de la celebración el Papa ha pedido a los nuevos arzobispos que sean imagen de los apóstoles Pedro y Pablo: “sed discípulos en el seguimiento, y apóstoles en el anuncio, del seguimiento de Cristo y del anuncio de su Palabra. Llevad la belleza del Evangelio a todas partes, junto con todo el Pueblo de Dios”.

También en el Ángelus, celebrado tras la misa en la plaza de San Pedro, el Papa volvió a recordar a los arzobispos metropolitanos que han recibido el palio. En esta ocasión reflexionó acerca de la significación de ambos apóstoles y señaló que “Pedro y Pablo eran personas reales y más que nunca necesitamos personas reales”. “Miremos entonces en nuestro interior,¿hay ardor, pasión por el Evangelio, o es algo que se desmorona? ¿Trabajamos por la unidad, nos interesamos por los débiles? ¿Somos conscientes de nuestras debilidades y nos confiamos al señor? María, Reina de los apóstoles ayúdanos a imitar a san Pedro y san Pablo, señaló.

Asimismo, el Papa recordó que “Pedro no es sólo una roca”: “es una piedra que, cimentada en Cristo, sirve de apoyo a los hermanos para la edificación de la Iglesia. Conforma la voluntad de los apóstoles de seguir al Señor, es un punto de referencia fiable para toda la comunidad”.

En la celebración el Papa también animó a todos los fieles a ser una “Iglesia en salida que no encuentra su alegría en las cosas del mundo, sino en anunciar el Evangelio al mundo, para sembrar la pregunta sobre Dios en el corazón de las personas”. “Llevar al Señor Jesús a todas partes, con humildad y alegría: en nuestras familias, en las relaciones y en los barrios, en la sociedad civil, en la Iglesia, en la política, en el mundo entero, especialmente allí donde anidan la pobreza, la degradación y la marginación”, añadió.

Junto al consejo episcopal
En esta celebración tan importante Mons. Benavent fue acompañado por el consejo episcopal y una representación del Cabildo catedralicio. “Una ceremonia multitudinaria “cargada de solemnidad, de gran emotividad y mucho simbolismo”, según expresó desde Roma a petición de PARAULA el sacerdote Quique Roig, secretario particular del arzobispo de Valencia. “Fue una celebración cargada de solemnidad -como suele ser la festividad de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, que es patrón de Roma- y la Basílica de San Pedro estaba repleta de fieles, muchísimos sacerdotes concelebrando y con la presencia de todos los arzobispos que de manos del papa Francisco recibieron el palio”, añade.

Como explica Quique Roig, “el tono cercano de don Enrique recuerda al de Francisco, su conexión con el pueblo, con palabras cercanas, con discursos que llegan y nos hacen comprender la importancia de la palabra”, asegura.

En esta celebración, añade, “se nos hizo una invitación especialmente a seguir el ejemplo de San Pedro” y a ver la importancia del seguimiento, de cómo Pedro sigue a Cristo y cómo la vida de Pedro es un ejemplo para todo cristiano”. Asimismo, se remarcó el “momento crucial de una Iglesia misionera en el que vivimos, de ser apóstoles como Pablo, de llevar este mensaje de salvación a los demás y ser mensajeros y portadores de un mensaje de alegría y de vida eterna que es al final lo que la Iglesia sigue anunciando”. En eso “hay una gran cercanía y una gran conexión entre el papa Francisco y nuestro señor Arzobispo don Enrique. Su discurso es comprensible y accesible para todo el mundo”, afirma Quique Roig.

Significado del palio
El palio arzobispal está relacionado con la misión del arzobispo de ser el Buen Pastor, a imagen del propio Jesucristo, que sale en busca de la oveja perdida. Los palios son confeccionados con la lana de dos corderos blancos criados por las religiosas del convento romano de San Lorenzo en Panisperna, que luego es ofrecida al Papa por los religiosos de la Orden de los Canónigos Regulares Lateranenses, que sirven en la Basílica de Santa Inés Extramuros, en cuya cripta están custodiadas sus reliquias.

Los corderos son bendecidos el 21 de enero, día en el cual se conmemora la muerte cruenta de la mártir romana, en la misma basílica. También son llevados a que los bendiga el mismo Papa. Las religiosas de Santa Cecilia, en el barrio romano de Trastevere, son encargadas de tejer los palios con la lana de estos corderos. Una vez elaborados, los palios se colocan en el sepulcro del apóstol Pedro, donde se custodian durante todo un año, por lo que se consideran reliquias de tercer grado. De ahí son tomados por un diácono, para ser posteriormente bendecidos por el Papa y entregados a los nuevos metropolitanos. Como recordaba Benedicto XVI “es confeccionado con lana de oveja, en representación de Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y el Buen Pastor que vela cautelosamente sobre su rebaño”.