❐ BELÉN NAVA | 22.09.2022

A través de Cáritas, los migrantes reciben formación que les capacite para acceder al mercado laboral. V.GUTIERREZ

“Nosotras vemos a diario al migrante que el papa Francisco define. A esa persona que no es un invasor, ni un destructor, sino un trabajador dispuesto, en su gran mayoría, joven, con ganas, entusiasmados y con talento”, afirma con rotundidad Noelia López, educadora social del Programa de Migrantes de Cáritas Diocesana de Valencia.

Y es que, tal y como reconoce, en la sociedad existe un prejuicio sobre la migración. “Es necesario que desterremos los mitos sobre los migrantes”, incluso sobre su manera de llegar a España o su raza o nacionalidad. Pese a lo que se pueda pensar, la realidad es que la inmigración ilegal no llega masivamente en patera, sino en avión y a través del aeropuerto de Barajas.
Sea cual sea su procedencia, desde el Programa de Migrantes de Cáritas Diocesana de Valencia se acoge a varones migrantes en situación de vulnerabilidad en cuatro viviendas que cuentan con 24 plazas.

En estos últimos años, y pese a la pandemia y los sucesivos confinamientos, el perfil del migrante que llega hasta este programa no ha variado. “Son jóvenes africanos, de entre 18 y 40 años”, explica Isa Martínez, otra de las educadores sociales con las que cuenta Cáritas en el Programa de Migrantes.

“Tenemos una vivienda de primera acogida. Allí es donde permanecen alrededor de seis meses gente que no conoce el castellano. No les dejamos solos y son nuestros voluntarios quienes les enseñan castellano, habilidades de la vida diaria, de la convivencia, y cómo moverse por Valencia. Además, les ayudamos a realizar los primeros trámites como el empadronamiento, obtener la tarjeta sanitaria o la formación”, comenta Isa.

Es difícil -apunta Noelia- encontrar formación, puesto que no pueden optar a ningún curso ‘oficial’ por su situación irregular. Necesitan mucho apoyo y un refuerzo constante de lo que han estado aprendiendo”.

“Hay que pensar que los procesos de aprendizaje son mucho más lentos”, puntualiza Isa. El desconocimiento del idioma es uno de los principales escollos en el aprendizaje.

Tras esta primera vivienda pasan a las segundas viviendas. Allí son más independientes y pueden autogestionarse. Son procesos centrados en la persona, en su ritmo y en sus necesidades.

Además, Cáritas dispone de otra vivienda con tres plazas para facilitar la salida y el fin del proceso iniciado anteriormente. Está orientada a personas que han pasado por el itinerario del programa y que tienen una especial dificultad de acceso a un alojamiento y a una mayor autonomía personal. Del mismo modo, desde el programa se acompaña a una treintena de personas ex residentes de las viviendas.

Noelia reconoce que es muy gratificante “poder ver cómo se van desenvolviendo por sí mismos. Alcanzan metas, consiguen trabajo…”. Son personas que hoy por hoy trabajan en sectores esenciales y en puestos que otros no quieren, mayormente en el campo, la construcción o los cuidados y la limpieza.

“Nosotras vemos a diario esa fortaleza, esa diversidad y esas ganas de aportar”, aseguran. De igual manera recalcan que es necesario “cambiar esta política migratoria mortal que obliga a las personas a recorrer caminos inseguros y a jugarse la vida”.
“Nuestro trabajo es acompañarles en las posibles dificultades a las que se enfrentan tras lograr ese primer objetivo de estar aquí”, comenta Isa. “Pero también observamos y compartimos su frustración al enfrentarse a situaciones legales y administrativas. Da impotencia ver como de nuevo se les niega derechos, en ocasiones básicos y vitales”.

Las demoras en los trámites burocráticos puede hacer que queden en un ‘limbo’ y que se enfrentan a problemas de todo tipo mientras están indocumentados.

Recogida de firmas
Desde el pasado febrero Cáritas, junto a otras asociaciones y entidades sociales de muy distinto origen y misión, participa en la recogida de 500.000 firmas a través de la web esenciales.info para promover una Iniciativa Legislativa Popular que permita que en el Congreso de los Diputados se debata la posibilidad de una regularización extraordinaria para los casi 500.000 migrantes irregulares que se calcula viven actualmente en nuestro país.

“Las recientes modificaciones de la ley de Extranjería se centran en el mercado laboral y lo económico, dejando una vez más sin posibilidades a aquellos más vulnerables y excluidos y nosotros, como Cáritas, nos centramos en la persona que es lo realmente importante”.