B.N. / C.A. | 5-10-2017
El padre Berenguer en uno de los mercados de Ressano García.Cuando ustedes lean estas líneas, el misionero Vicente Berenguer Llopis -el padre Vicente como le conoce todo el mundo- ya habrá recibido con todos los honores el título que le acredita como Hijo Adoptivo de la ciudad de Valencia. Un honor que recibe por su trabajo en la escolarización de las generaciones más jóvenes de Mozambique.
Un regalo que le llega a este sacerdote oriundo de Teulada cuando cumple 50 años como misionero y 50 años dedicando su día a día a las gentes de Mozambique. Porque cuando el padre Vicente cogió su maleta allá por el año 1967 y viajó hasta tierras africanas, poco podía imaginar que “aquel país de negros en el que gobernaban los blancos” se iba a convertir en su casa definitiva.
“Es una alegría y un lujo”, asegura a PARAULA el padre Vicente cuando se le pregunta por sus sentimientos al ser re­conocido por el Ayuntamiento de Valencia con este título. “Me siento lleno, admira­do… por que se acuerden de este valenciano que está trabajando por ahí, por el mundo y haciendo lo que hago gracias al apoyo de muchísima gente”, responde con la sencillez y la sinceridad que le caracterizan.
No alardea de todos los reconocimientos que ya acumula como es el premio Fundación de la Justicia del año 2008 o la Distinción de la Generalitat Valenciana de 2013 o el premio al Trabajo del Ministerio de Educación de Mozambique -siendo el primer extranjero que la recibía-. Sin embargo, “saca pecho” por todos sus logros en materia de educación que ha conseguido en Mozambique con esfuerzo y dedicación porque “la educación es la base para que funcione un país y es necesario mejorar la educación Primaria y construir más escuelas de Secundaria y Bachillerato para que todos tengan acceso a una formación adecuada”.
A lo largo de estos años, Vicente Berenguer ha contribuido a la escolarización de más de 60.000 niños, muchos de ellos ahora con carreras universitarias y otros con trabajos de alta cualificación.
Los ‘pretos’ no estudian
Al poco tiempo de haber llegado el padre Vicente a Mozambique, un día, le preguntó a un joven que pasaba cada mañana por delante de la misión si no estudiaba. El muchacho le contestó que los pretos (negros) sólo estudian la primaria. El padre Berenguer quiso saber la razón. “No hay lugar para nosotros”, le respondió el adolescente. Aquello fue la semilla que germinó en toda una red de escuelas y de la defensa de la educación que ejerce este valenciano.
Y no sólo en lo que se refiere a la educación, también ha desarrollado diferentes iniciativas a favor de personas mayores. De hecho, fue él quien solicitó la presencia en Mozambique de la congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, para que atendiesen un asilo en el barrio de Mayangalene de la capital del país, Maputo. Pa­ra ello, el presbítero puso a disposición del instituto religioso en 1987 un terreno de su parroquia, donde las Hermanitas construyeron el hogar. En la iniciativa colaboró también el obispo de Ibiza, el valenciano monseñor Vicente Juan Segura.
Huyendo del país
El padre Vicente, actualmente, es párroco de la iglesia de San José en la localidad de Ressano García un pueblo fronterizo con el vecino país de Sudáfrica. La pobreza de la zona y la falta de acceso a la educación ha hecho que muchos jóvenes huyan de Mozambique y traten de alcanzar la frontera pensando que, al otro lado de la alambrada, encontrarán mejores condiciones. Tras ellos dejan desolación en sus familias y deudas de los sobornos que han de realizar además de jugarse la vida.
En esta zona, donde convive la corrupción y los negocios ilegales, el padre Vicente ha dotado de agua potable a la población, reconstruido y ampliado la escuela Primaria, ha construido la escuela Secundaria, casas para los maestros, un internado y un centro sanitario, entre otros.