REDACCIÓN | 04.02.2021
Con el lema ‘Cuidémonos mutuamente’, el próximo jueves, día 11 de febrero, se celebra la Jornada Mundial del Enfermo, coincidiendo con la festividad de Nuestra Señora de Lourdes.

Ante la situación actual de pandemia, la Hospitalidad Valenciana de Nuestra Señora de Lourdes y la delegación diocesana de Pastoral de los Enfermos y Mayores de la diócesis de Valencia han decidido suspender este año la tradicional Misa de los Enfermos y procesión de antorchas, que cada año organizan en la Catedral de Valencia, en la Jornada Mundial del Enfermo.

Así, este año, atendiendo a la seguridad de los enfermos, de sus familias y del personal que los cuida, “para evitar todo posible contagio en personas muy vulnerables y dado que la situación epidemiológica es muy grave”, se ha decidido posponer esta celebración a una fecha más adelante, porque todos “somos conscientes de la difícil y delicada situación que estamos viviendo”, afirman desde la delegación diocesana.

Misa por televisión
Por este motivo, el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, celebrará la Misa de los Enfermos, en esta Jornada Mundial, el mismo día 11 de febrero, a las 10:30 horas en la Basílica de la Virgen, de manera restringida.

Dado que los enfermos no podrán asistir como otros años a la celebración, ésta será retransmitida en directo por La Ocho TV, en el horario habitual de la misa que ofrece diariamente desde la Basílica de la Mare de Déu, “pudiendo seguirla desde sus casas y uniéndose espiritualmente a la misma”.

En todas las parroquias y hospitales se celebrará también esta festividad, facilitando la participación en aforos más reducidos.
“Tenemos la certeza que, el día 11 de febrero, la Virgen será recordada en cada rincón de nuestra diócesis, porque todos los que formamos la gran familia de la Hospitalidad la llevamos en nuestro corazón”, según afirma la presidenta de la Hospitalidad Valenciana, Mª Jesús Arnandis.

Ese día, “estaremos especialmente unidos por la oración por nuestros queridos enfermos y discapacitados y por todos los que en estos momentos, están sufriendo las consecuencias de esta pandemia”, añade la presidenta que expresa su deseo y esperanza “de poder volver pronto en peregrinación a los pies de la Virgen”.

La campaña del enfermo se celebra en dos momentos: el 11 de febrero Día Mundial del enfermo y el 9 de mayo, que es cuando la Iglesia en España celebra la Pascua del enfermo.

Con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo hablamos con médicos, capellanes de hospital y enfermos de coronavirus que nos cuentan sus experiencias de fe durante la pandemia.

Médico contagiado: “Ahora ves que lo más importante es Dios y tu familia”

EVA ALCAYDE | 04.02.2021

Es médico hospitalario y enfermo de coronavirus. Las dos cosas juntas, aunque la segunda llegó a consecuencia de la primera. D.F prefiere mantener el anonimato, pero quiere contar su relación con el virus por si su experiencia puede ayudar a otros enfermos.

Se contagió por un paciente que entró en urgencias. “Nos dio mucha guerra. Era sospechoso de Covid, así que le hicimos prueba y resultó positivo”. De ese enfermo se contagiaron también un celador, un auxiliar y dos enfermeras.
Lo primero que le ha enseñado el coronavirus es que hay que tenerle mucho respeto a la enfermedad. “Yo donde más seguro me sentía era en el hospital, ya que cuando ves a un sospechoso de covid vas muy protegido. Siempre pensamos que va a ser otro el que caiga enfermo y puede tocarle a cualquiera…”, reflexiona el sanitario que a su vez ha contagiado a su mujer y a su hija mayor.

Lo segundo que le ha traído el coronavirus, además de un cansancio extremo, fuertes dolores de cabeza y una tos que asusta, ha sido colocar las cosas en su sitio.

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Capellanes de hospital: «Ahora asistimos a enfermos y cada vez más a sanitarios»

B.NAVA | 04.02.2021
Disponibilidad, colaboración, escucha…estas son algunas de las tareas constantes a las que se enfrentan día a día los capellanes de hospitales de nuestra diócesis. La primera ola de esta pandemia la vivieron con incertidumbre, pero también con la esperanza que daban los datos positivos que se reflejaban en las estadísticas de finales de los meses de mayo y junio. Pero vinieron las vacaciones, la relajación tras el confinamiento y entramos en una segunda ola a la que siguió esta tercera en la que nos encontramos actualmente inmersos.

Tras todos estos meses de evolución de la pandemia “somos más conscientes de lo que este virus provoca”, explica a PARAULA Francisco de Borja Escrivà, capellán del hospital Arnau de Vilanova de Valencia. Dado que se trabaja en un hospital público, “la atención es a demanda del enfermo o de su familia”. Su tarea abarca desde la asistencia sacramental al acompañamiento espiritual y emocional. Eso sí, siguiendo los protocolos sanitarios marcados. “Tenemos que ser cuidadosos con las medidas de protección, no podemos ser focos de transmisión, ni por lo enfermos a los que visitamos ni por nuestras familias que nos esperan en casa”.

Durante este tiempo se viven “situaciones muy delicadas si tenemos en cuenta que muchos pacientes deben pasar el trance de la enfermedad en la más absoluta soledad, al haberse restringido el acceso de los familiares”, reconoce.
En esta tercera ola las peticiones de atención se han incrementado de manera notable. “Al principio no habían apenas solicitudes, pero después notamos que éstas iban creciendo…prácticamente todos los días administro una unción de enfermos”.

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Enferma de covid: «Viví experiencias muy angustiosas, es todo muy agresivo y se sufre»

L.B. | 04.02.2021

Sacramento Alcocer, de 66 años, empezó a encontrarse mal el 16 de marzo del pasado año, a los dos días de comenzar el confinamiento. El dolor muscular iba en aumento y poco después empezó a tener unas décimas de fiebre y a perder el apetito. El día 21 de marzo, como la cosa iba a peor, llamó al ambulatorio. A los dos días, viendo que a los anteriores síntomas se sumaba la fatiga, su médico de atención primaria le envió al Hospital Clínico de Valencia. Allí se confirmó el peor pronóstico. Sí, era el temido covid-19.

“Sólo recuerdo que cuando el médico me dijo que me fuera al hospital salí de casa en pijama y zapatillas, cogí un taxi y, al llegar allí, di mi tarjeta SIP en la ventanilla. A partir de ahí ya no recuerdo nada”, explica Sacramento. Después ha sabido que inmediatamente le pusieron oxígeno y que al día siguiente le llevaron a la UCI, donde durante 16 permaneció intubada y en coma inducido.

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