MARÍA JOSÉ FRAILE | 11-03-2016
Monterde, en el campus de la Universitat de València. V. GUTIÉRREZ
Amante de la filosofía, la docencia humanística; católico practicante, de misa diaria, y que no se muerde la lengua ni se arruga cuando hay que hablar de la Iglesia, la existencia, la verdad o la moral. Así es Rafael Monterde, un joven filósofo católico valenciano, que estudia máster en Derechos Humanos, Paz y Desarrollo sostenible, Filosofía del Derecho, y desde el 2009 expresa su pensamiento a través de ‘Edelweiss. Entre las cumbres’, un blog que atrae a creyentes y no creyentes.
Desde el 2009 Rafael Monterde Ferrando alimenta el blog ‘Edelweiss. Entre las cumbres’, donde habla de Dios, de teología, se pregunta el porqué de las cosas y busca la verdad. Tiene 26 años, es católico y cambió sus estudios de Derecho por los de Filosofía a raíz de un voluntariado en Nicaragua con la Fundación Mainel.
– ¿Qué ocurrió para ese cambio?
– Aunque soy creyente desde pequeño, encontrarme con los pobres fue una ocasión para encontrarme con Jesucristo. Al regresar a España comencé Derecho pero ese año se convirtió en una búsqueda muy intensa de Dios y me pregunté profundamente cuál era el sentido de mi vida. Fruto de esas inquietudes fue el encuentro con la Eucaristía. Al acabar el curso creí que Dios me pedía ser sacerdote, y entré en el Seminario. No perseveré, estuve solamente año y medio, pero fue una ocasión genial para descubrir la Filosofía, que aunque al principio me parecía pura palabrería, me ayuda a estar en vela, a no acomodarme y me ayuda a ser mejor cristiano.
– ¿Cómo encajan filosofía y religión? ¿Te ayuda o pone a prueba tu fe?
– Creo que la filosofía y la religión se aúnan en el corazón de cada uno, ahí es donde reside el amor a la sabiduría. El acto del pensamiento y el de fe son actos que realizamos en lo profundo de nuestra intimidad. Cuando las aguas de nuestro corazón están en calma, pueden reflejar la Luz de Dios. Si están revueltas, si nos empeñamos en revolver el fondo, el agua se enturbia y no vemos nada. El encuentro de la fe y de la razón es posible si lo buscamos sinceramente. Es más, como cristianos tenemos que buscarlo, porque si no lo hacemos nuestra fe se embrutece y pierde sus riquezas. Benedicto XVI nos advirtió que todo lo que es contrario a la razón es contrario a la naturaleza de Dios. El fruto de ese encuentro entre fe y razón es la tradición de la Teología cristiana, que es preciosa. La fe plantea retos a la razón que la liberan de los límites del conocimiento humano y la engrandecen. ¿Quién no se asombra al descubrir que el Ser de Dios es Uno y Trino? ¿Cómo no hacerlo también al tener noticia de la Encarnación? ¿No crees que es maravilloso ese hecho revolucionario? Pero una de las cosas que más me enamora es saber que María es Virgen y Madre. Con María la filosofía tiene la oportunidad de tocar el Cielo y de penetrar el Misterio insondable de Dios. Ella es, para mí, la mejor Maestra de filosofía.

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