❐ REDACCIÓN | 16.2.2023
La Iglesia defiende la vida, especialmente la de los que no tienen voz. En sus nueve años de Pontificado, el papa Francisco ha pronunciado palabras muy claras sobre la defensa de la vida, en primer lugar, de los no nacidos.
En la catequesis de la audiencia general del 10 de octubre de 2018, expresó: “Se consiente la supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguardia de otros derechos. ¿Cómo puede ser terapéutico, civilizado, o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su florecimiento? Os pregunto: ¿Es justo ‘quitar de en medio’ una vida humana? No se puede, no es justo. Es como contratar a un sicario para resolver un problema”.

Con frecuencia, para ridiculizar alegremente la defensa de la vida de los no nacidos por parte de la Iglesia, se hace presentar su posición como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer, supone la convicción de que el ser humano es sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cualquier etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no queda ningún fundamento sólido y permanente para la defensa de los derechos humanos, que estarían siempre sujetos a las conveniencias contingentes de los poderosos” (EG 213).

Sin ambages, afirma el papa Francisco: “No se debe esperar que la Iglesia cambie su posición en este tema. No es un tema que esté sujeto a supuestas reformas o “modernización”.

En la Conferencia de prensa durante el vuelo de regreso de Dublín, 26 de agosto de 2018 aseguró que “no estamos en contra del aborto por la religión. No. El aborto… sin medias tintas: es un asesinato. Cualquier libro de embriología de las facultades de medicina indica que la tercera semana después de la concepción, muchas veces antes de que la madre se dé cuenta, ya están todos los órganos, incluso el ADN. Científicamente es una vida humana.¿No es eso una persona? Es una vida humana, y punto. Y esta vida humana debe ser respetada. Por eso la Iglesia es tan dura en este tema, porque si acepta esto, es como si aceptara el asesinato (Conferencia de prensa durante el vuelo de regreso de Bratislava, 15 de septiembre de 2021).

El mensaje de la misericordia es para todos, también para la persona humana que está en gestación. Después de este fracaso, también hay misericordia, pero una misericordia difícil. Tu hijo está en el cielo, cántale la nana que no le cantaste, que no pudiste cantarle.

En Esparta, cuando nacía un niño o niña con malformaciones, lo llevaban a la cima de la montaña y lo tiraban abajo. Hermanos, hacemos lo mismo, con más crueldad, con más ciencia. Esta es la cultura del descarte (Homilía en San Giovanni Rotondo, 17 de marzo de 2018). Cuando se descubre que una vida naciente es portadora de discapacidad, los padres necesitan cercanía real, solidaridad verdadera, para enfrentar la realidad y superar temores comprensibles. En su lugar, a menudo reciben consejos para interrumpir el embarazo, ‘quitar de en medio a uno’ directamente. La vida vulnerable nos muestra la manera de salvarnos de una existencia replegada sobre sí misma y descubrir la alegría del amor.

En ‘Evangelii gaudium’, recuerda el Papa, hay un signo que nunca debe faltar: “la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha” (EG 195). Es la atención preferente a los más débiles. Entre estos más débiles, de los que la Iglesia quiere ocuparse con predilección están también los niños no nacidos, que son los más indefensos e inocentes de todos, a los que hoy se quiere negar su dignidad humana para poder hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo una legislación para que nadie pueda impedirlo”.

¿Y qué lleva al hombre a rechazar la vida? El dinero el poder, el éxito, como parámetros incorrectos para valorar la vida. La única medida auténtica de la vida es el amor, el amor con el que Dios ama a toda vida humana. El secreto de la vida se nos ha revelado por cómo la trató el Hijo de Dios, que se convirtió en hombre, hasta asumir, en la cruz, el rechazo, la debilidad, la pobreza y el dolor (cf. Juan 13, 1). En cada vida frágil y amenazada, Cristo nos está buscando (cf. Mateo 25, 34-46), está buscando nuestro corazón para revelarnos la alegría del amor. Cada hombre vale la sangre de Cristo mismo (cf. 1 Epístola de san Pedro 1, 18-19). ¡Tú eres una obra de Dios! No te subestimes, no te desprecies. Todos somos tan queridos por él que ha enviado a su Hijo por nosotros. Dice el Evangelio, tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Juan 3, 16).

“Lloraremos a las víctimas que no pudieron darnos su luz”

Nota ante la resolución del Tribunal Constitucional sobre la Ley del aborto

Ante la resolución del Tribunal Constitucional, la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la CEE señala:
Después de 13 años el Tribunal Constitucional ha rechazado la ponencia que declaraba inconstitucional la “Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo”, y ha pedido una nueva ponencia.
Esta decisión permitirá entender el aborto como un derecho, declarando constitucional que haya seres humanos que no tienen derechos, y avalando de este modo una ley ideológica, anticientífica y que promueve la desigualdad.

  1. Ley ideológica. Esta resolución permitirá determinar, en nombre del materialismo más radical, la eliminación de los seres humanos en la primera etapa de su vida. Es triste que la legislación y la política instauren un darwinismo social al servicio del neocapitalismo más salvaje, en vez de buscar el bien común y la defensa de los más débiles.
  2. Ley acientífica. Recientemente hemos afirmado en el documento El Dios fiel mantiene su alianza que “desde la aprobación del aborto en 1985, los conocimientos sobre el ADN, las ecografías 3D, 4D y 5D permiten afirmar aún con más contundencia que negar que existe una nueva vida en el seno de una mujer embarazada desde la concepción es irracional, y afirmar que un supuesto «derecho a decidir sobre el propio cuerpo», una falacia. Si el mundo sigue profundizando en el paradigma ecológico de los cuidados, algún día lloraremos los millones de víctimas que nunca pudieron siquiera ver la luz ni darnos su luz”.
  3. Ley que promueve la desigualdad, ya que permite que los Síndrome de Down sean abortados hasta los cinco meses y medio. De este modo, el Tribunal Constitucional, que debería ser el garante último de los derechos fundamentales, permitirá atentar contra la vida humana y contra la igualdad de todos. Ante esta decisión, queremos recordar que la vida humana es un don de Dios, de manera que nadie puede disponer de la vida de otro ser humano. “La vida humana es sagrada e inviolable en cada momento de su existencia, también en el inicial que precede al nacimiento. El hombre, desde el seno materno, pertenece a Dios que lo escruta y conoce todo, que lo forma y lo plasma con sus manos, que lo ve mientras es todavía un pequeño embrión informe y que en él entrevé el adulto de mañana, cuyos días están contados y cuya vocación está ya escrita en el «libro de la vida»” (San Juan Pablo II, Evangelium Vitae nº 61).
    La historia nos enseña que cada vez que el ser humano se ha cuestionado la dignidad o el valor de ciertas vidas humanas, por distintos motivos, como por ejemplo la raza, el color de la piel o las creencias, se ha equivocado gravemente. Del mismo modo, es un lamentable error cuestionar la dignidad de la vida humana en función de la edad.
    Como Iglesia, solo podemos ser voz de los sin voz, haciendo resonar el grito silencioso de tantas vidas humanas que claman desde el seno de sus madres, pidiendo justicia para que se respete su derecho a vivir. Esto no significa en ningún sentido abandonar a las mujeres que tienen problemas para seguir adelante con su embarazo. Al contrario, queremos estar a su lado, acogiéndolas y ofreciéndoles una ayuda integral. A su vez, nos dirigimos a aquellas mujeres que han abortado voluntariamente, con el deseo de recordarles que, en el rostro misericordioso de Jesús, encontrarán consuelo y esperanza.
    Pedimos a las distintas administraciones que, en lugar de proclamar el derecho al aborto, promuevan iniciativas que ayuden a la mujer a vivir su maternidad, evitando ser abocada al aborto.
    Como dice San Juan Pablo II en Evangelium Vitae: “el Evangelio de la vida no es exclusivamente para los creyentes: es para todos. El tema de la vida y de su defensa y promoción no es prerrogativa única de los cristianos. Aunque de la fe recibe luz y fuerza extraordinarias, pertenece a toda conciencia humana que aspira a la verdad y está atenta y preocupada por la suerte de la humanidad. En la vida hay seguramente un valor sagrado y religioso, pero de ningún modo interpela sólo a los creyentes: en efecto, se trata de un valor que cada ser humano puede comprender también a la luz de la razón y que, por tanto, afecta necesariamente a todos”.
    Que Santa María interceda para que anunciemos con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la Vida.