Eduardo Martínez | 27-03-2014
El papa Francisco es un firme defensor de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. Por ello, siempre se ha destacado por su férreo rechazo al aborto en cualquiera de sus supuestos. Unas declaraciones suyas en la entrevista que concedió a la revista La Civiltà Cattolica el pasado mes de septiembre suscitaron, sin embargo, algunas interpretaciones que trataban de relativizar la clara oposición del Santo Padre al aborto. Decía en esa ocasión el Papa: “No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”.
Ciertamente, ese tipo de comentario es -en cuanto a su tono, su forma– inédito en un papa, y eso pudo envalentonar a ciertos analistas empeñados ya de por sí en hacer crecer la causa abortista. Lo hemos visto una y otra vez durante este primer año de pontificado: las formas novedosas con que se expresa y actúa Francisco son aprovechadas torticeramente por algunos para adjudicarle cambios de fondo en ciertas cuestiones que, de hecho, no ha efectuado, o para presionar para que los acometa.
La reflexión del Papa en aquella entrevista resulta, además, evidente en cuanto a su fondo. Así, sería contraproducente también que la Iglesia enfatizara solamente los aspectos litúrgicos, o los pastorales, o los sacramentales, o los históricos… Todo ello devendría en un reduccionismo inoperante para la tarea evangelizadora. No había, por tanto, material para análisis tan reformistas como los que leímos en aquella ocasión.
Por lo demás, un repaso a lo que ha dicho Jorge Bergoglio sobre el aborto antes y después de su elección como papa disipa cualquier sombra de duda sobre su postura en este tema. En esta semana en la que celebramos el Día Internacional de la Vida, recordamos algunas de esas palabras:
– “Hay que poner la cara y decir esto es cultura de la vida, esto es vida, todo lo contrario a la cultura de la muerte”, dijo en una misa que presidió en 2009 en la parroquia San Ramón Nonato de Buenos Aires, al referirse a la defensa de la vida y al aborto.
– “El derecho a la vida es el primero de los derechos humanos. Abortar es matar a quien no puede defenderse”, afirma Bergoglio en el libro Sobre el cielo y la tierra, de 2010.
– “Al hablar de una madre embarazada hablamos de dos vidas, ambas deben ser preservadas y respetadas pues la vida es de un valor absoluto”, manifestó en 2012 tras aprobar el Gobierno de Buenos Aires una normativa sobre el aborto no punible en la capital. El arzobispo porteño tildó esa decisión de “lamentable” y apuntó citando un documento de la Conferencia Episcopal Argentina: “El aborto nunca es una solución”. También pidió que se adoptaran “medidas positivas de promoción y protección de la madre y su niño en todos los casos, a favor siempre del derecho a la vida humana”.
– “Todo niño no nacido, pero condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro de Jesucristo (…). ¡No se pueden descartar!”, exclamó el pasado 20 de septiembre en un encuentro con la Federación Internacional de las Asociaciones de Médicos Católicos.
– En su exhortación apostólica Evangelii gaudium (2013) señala: “Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo. (…) No debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión (…). Pero también es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias”.
– “Suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto”, indicó el pasado 13 de enero en su discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede.