L.A. /L.B. 11-05-2016

Giménez Barriocanal. A.S.

Giménez Barriocanal. A.S.


Fernando Giménez Barriocanal, acaba de pasar por Valencia “en programa doble” como las películas, para explicar ‘La verdad de la financiación de la Iglesia’ en una misma jornada, por la mañana a los sacerdotes y por la tarde a los laidos y responsables de entidades vinculadas a la Iglesia. Barriocanal, es también presidente del grupo Cope y profesor de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid.
– Estamos en plena campaña para la declaración de la Renta. A los católicos que van a rellenar la casilla, ¿qué se les puede decir todavía?
- Que antes de firmar la declaración comprueben si consta la casilla. En caso de que no sea así, no vale marcarla con bolígrafo, sino que hemos de pedirle al gestor que nos cambie la declaración porque es mi compromiso, no cuesta más y con ese simple gesto estoy ayudando a mucha gente.
La financiación de la Iglesia es cosa de todos, pero fundamentalmente de los católicos. la Iglesia nos da muchas cosas, nos ha cuidado durante toda la vida, desde que hemos nacido, y nosotros tenemos que ayudar a la Iglesia en lo que necesita. No puede ser que paguemos una academia de inglés a nuestros hijos y no nos comprometamos con el sostenimiento económico de nuestra parroquia cuando llevamos a nuestro hijo a catequesis.
Además, la gente ve en la parroquia la operación kilo o el ropero parroquial, ve la realidad de las distintas órdenes y congregaciones religiosas, ve cómo la Iglesia se ha puesto en primera línea de combate frente a todas las necesidades de la sociedad y uno, sea o no creyente, esto lo valora. Por eso no me extraña que cada día sean más las personas que marcan la casilla de la ‘X’ para la Iglesia católica.
– Pero, ¿nos conformamos sólo con rellenar la casilla de la asignación tributaria a la Iglesia, o podemos hacer algo más?
– Es muy importante que los católicos seamos valientes, nos comprometamos e invitemos a la gente a que marque la ‘X’ y a que aporten parte de su renta a la Iglesia. Pensemos cuánto dinero destinamos a cañas, a pagar el móvil… a tantas cosas, y cuánto dinero estamos destinando a atender a nuestra Iglesia, cuánto dinero estamos destinando a lo que nos parece más importante, que es alimentar nuestra fe. Todo el mundo puede aportar a su parroquia 5 , 10 o 20 euros al mes. Los laicos han de llegar a una mayor sensibilización de que la Iglesia es de todos y la tenemos que financiarla entre todos, que el recibo de la luz hay que pagarlo entre todos, el sacerdote tiene que comer igual que todos…. El compromiso de la Iglesia también pasa por el bolsillo.
- Eso, a los contribuyentes, a los laicos, pero ¿qué quisiera decirles a los sacerdotes, a los párrocos?
– Que confíen más en los laicos, pueden ayudarles mucho en la gestión económica de la parroquia, crear consejos económicos parroquiales en los que participen los laicos… y que cuando los sacerdotes anuncien el evangelio, también anuncien el evangelio del bolsillo.
– Por otra parte, ¿cómo ve la eliminación de unidades de colegios concertados por parte de la Generalitat?
– No me lo explico. ¿Qué problema hay en que se permita que las instituciones religiosas ofrezcan en los colegios concertados esas plazas educativas demandadas por los ciudadanos? No entiendo por qué hay que ir contra estos colegios si están defendiendo el bien, están construyendo la sociedad, son demandados por los ciudadanos y, encima, nos salen más baratos.
Sólo en la enseñanza concertada sabemos que la Iglesia y sus instituciones le están ahorrando más 2.600 millones de euros a las administraciones públicas, es decir a todos los españoles. Ahí está el ejemplo de los 68 colegios diocesanos que existen en Valencia.
Sólo desde el sectarismo y una posición de prejuicio se pueden defender esas posturas. Lamentablemente hay gobiernos que no han entendido el derecho constitucional a que los padres elijan libremente la educación que quieren para sus hijos, o que hay un derecho fundamental que es el derecho a la libertad religiosa, y eso significa que yo tengo derecho a poder expresar mi fe y a vivirla públicamente en un hospital, en la cárcel, en las Fuerzas Armadas, en la Universidad, en el colegio…