EVA ALCAYDE | 27-09-2018
Cree que el compromiso es la herramienta fundamental para conseguir los logros y eso es lo que Ana Ruiz ha hecho durante toda su vida, en su aventura de Foios, al Sáhara y a Calcuta, pasando por Etiopía. Ahora toda su creatividad, compromiso, empeño e ilusión los pone al servicio de Manos Unidas que la ha elegido para conducir la organización durante los próximos años. Su objetivo es ambicioso: denunciar el hambre en el mundo, pero no sólo de alimentos, también de justicia y de dignidad.
Ana Ruiz, nueva presidenta delegada de Manos Unidas en Valencia. (FOTO: VÍCTOR GUTIÉRREZ)Ana Ruiz es una persona alegre, positiva y con una vitalidad arrolladora, quizá más propia de alguien de 30 que de una persona con 70, como ella.
Acaba de ser elegida nueva presidenta delegada de Manos Unidas en Valencia, cargo que desempeñará durante los tres próximos años, puede que seis.
Se considera una persona fuerte, emprendedora y creativa, cualidades que le ayudarán en su nueva misión, a la que se asoma con ilusión y confianza pero también con el respeto y la prudencia de quien quiere hacer bien las cosas.
-¿Como vivió el día de su designación como presidenta de Manos Unidas?
– Fue un día muy emocionante y con muchos sentimientos contrapuestos. Por un lado, enorme agradecimiento a todos mis compañeros por haber confiado en mi y, por otro, miedo y temor a la responsabilidad del cargo, a no ser capaz de llegar a cumplir con los objetivos que nos fijemos.
Y es que el nuestro no es un objetivo económico, es de ayuda a las personas necesitadas de los países más pobres del planeta, que es aún más importante. Cuanto mejor lo hagamos desde aquí, en Manos Unidas, más ayudas van a tener allí y más beneficiarios habrá. Y eso me crea un cargo de conciencia. ¿Sabré hacerlo lo suficientemente bien para sacar el máximo rendimiento de todo el trabajo de los voluntarios de Manos Unidas, los de Valencia y los de todas las comarcales? Esa responsabilidad me pesa.
– Y ante esa pregunta ¿qué se responde?, ¿con qué mentalidad encara Ana Ruiz esta nueva responsabilidad?
-Voy a hacer todo lo que esté en mi mano, todo lo que pueda. Voy a poner en marcha todas las capacidades que Dios me ha dado. Es cierto que hay departamentos, como el de economía, que nunca he tocado. Pero tengo un equipo buenísimo que me han asegurado que van a estar a mi lado y que no debo preocuparme, pero comprendo que tengo lagunas.
Otra idea que me emociona es pensar que Dios me ha puesto aquí en este momento porque confía en lo que puedo aportar. Donde Dios te plante producirás y darás fruto, porque es la gracia de Dios la que te apoya. Así que yo confío en eso.
La personalidad de Ana Ruiz le ha llevado a tener siempre una vida muy activa y a implicarse en un montón de proyectos. Natural de Foios, se casó muy joven, con apenas 18 años, porque su marido le llevaba 12. Desde entonces no ha parado de emprender iniciativas, una tras otra. Estuvo viviendo tres años en África, en el Sáhara, pues su marido era catedrático de latín y allí estaba mejor remunerado. “Los dos eramos muy aventureros, así que dijimos vámonos, Carpe diem. Allí ya me fui con un bebé de tres meses”.
Luego vinieron otros hijos. En total cinco, que ya tienen sus propias familias y que le han dado a Ana 8 nietos. Más tarde, montó una empresa de confección infantil, en la que trabajó durante una década. Ha sido catequista en el Colegio de los Jesuitas, cuando estudiaban allí sus hijos, y también en su parroquia de Foios.
A los 40 años, decidió ir a la Universidad y estudiar la carrera de Bellas Artes. Ha ejercido como profesora de dibujo y pintura durante más de 15 años. Ha presidido el “Cercle d’Art” de Foios y también ha sido concejala de Cultura y Educación en el Ayuntamiento de su localidad.
A los 47 quedó viuda. Y aunque fue un mazazo que le costó superar, rehizo su vida y emprendió un viaje personal a la India que lo cambió todo.

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