❐ L.B./ B.N.| 2.06.2023

El monasterio de Bocairent volverá a acoger una comunidad religiosa, después de dos décadas desde que la Comunidad de Monjas Agustinas fuera disuelta y 16 años desde que la parroquia adquiriera el monasterio.

El párroco de la Asunción de Nuestra Señora, Vicent Femenía, ha informadode que la comunidad de Carmelitas Descalza buscaba un monasterio donde establecerse. La priora del convento de las Carmelitas Descalzas de Piedrahita propuso desplazarse a Bocairent para conocer el convento, en una visita que tuvo lugar el 2 de marzo. Tan solo tres días después, la Madre Joaquina comunicó al párroco que la comunidad había aprobado el traslado por unanimidad.
La parroquia cede el uso del monasterio y la comunidad religiosa se ocupará del mantenimiento del mismo.

Continuará el uso turístico
Vicent Femenía señala que además, “se respeta el uso turístico del ‘Monestir Rupestre’ -Bien de Relevancia Local- así como las celebraciones litúrgicas y fiestas propias que en el monasterio celebramos”.

Con los permisos del obispo de Ávila, el arzobispo de Valencia y de la madre federal de las Carmelitas Descalzas los documentos fueron enviados a la Santa Sede para su autorización por parte de la Congregación para los institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. La respuesta afirmativa llegó por escrito el 26 de mayo.

Comunidad de diez monjas
Se trata de una comunidad de Carmelitas Descalzas formada por 10 religiosas, todas ellas jóvenes, nueve españolas y una canadiense. Algunas de ellas son de localidades cercanas, como Banyeres de Mariola, Villena, Aspe, Yecla y Elche. Es una comunidad que observa una clausura muy estricta, la llamada clausura papal, y que se dedica a la oración y al trabajo manual, especialmente al bordado, confección de recuerdos de Primera Comunión y Bautismo, y otras manualidades. Unas actividades con las que consiguen ser autosuficientes económicamente. También se dedican a la atención personal y espiritual de las personas que lo deseen a través del locutorio.

La llegada de la comunidad de religiosas está prevista para el mes de septiembre. La adecuación de algunos espacios supondrá su adaptación, como la eliminación de barreras arquitectónicas. El párroco, Vicent Femenía, quien da las “gracias a Dios por este regalo que nos ha concedido, así como a todas las personas que durante estos años han rezado por esta causa y a los que económicamente han colaborado y colaboran, así como a sor Celia y a Sara que han mantenido encendida la llama de la vida consagrada en el Monasterio durante los últimos años”.