BELÉN NAVA | 11-12-2015
Dos metros cuadrados de espacio en casa es igual a un joven acogido. De esta manera tan simple explican los organizadores del Encuentro Europeo de jóvenes al estilo Taizé las necesidades para hospedar a los más de 15.000 jóvenes que vendrán de distintos puntos de España y de Europa del 28 de diciembre al 1 de enero a nuestra ciudad. Ocho mil de ellos ya tienen familia que les acoja pero todavía falta encontrar casa a unos siete mil. ¿Quieres que tu familia acoja a alguno de estos jóvenes? Hacerlo es fácil.
Los hermanos de la comunidad ecuménica de Taizé resaltan que “acoger a los jóvenes es la manera más bonita de participar en el Encuentro Europeo. ¡Una acogida calurosa es muy importante, la hospitalidad es esencial en el encuentro!”.
Los jóvenes tan solo necesitan un lugar donde extender su esterilla y su saco, dos metros cuadrados, y un desayuno sencillo. Después participarán en el programa de cada día. Regresarán tras la oración de la tarde, en torno a las diez de la noche. Bien es cierto que, durante la comida del 1 de enero, la familia de acogida tendrá tiempo para compartir con los que hayan sido sus huéspedes a lo largo de todos estos días.
Las familias acogedoras pueden ser vecinos de la capital valenciana o de localidades situadas en un radio de 30 kilómetros.
Las personas que acogen, ya sean familias o incluso jóvenes que ya se han independizado, son una parte fundamental del encuentro. Así explica Bernat, de Barcelona cómo fue su experiencia en el encuentro europeo de Roterdam (Holanda) en el año 2010. “Fuimos acogidos por un grupo de jóvenes que eligieron vivir aquí -cerca de Ahoy, donde la mayoría de los habitantes son inmigrantes sin grandes recursos- para hacer un trabajo social para esos habitantes y de manera especial para ayudar a los niños y a adolescentes. La noche cae, y después de un día bien lleno, nos reencontramos en la pequeña cocina – cerca de 5 m² -y rezamos juntos delante del icono de la amistad”.
En ese mismo año, Francesco, de Venecia, destacaba su vivencia junto a una familia holandesa. “Fui acogido la primera tarde en la “iglesia anfitriona” y luego en una familia holandesa, allí donde voy a vivir durante el encuentro. Aquí también la acogida fue amistosa y calurosa. Descubro cada vez más que sacamos nuestra comunión de una misma y única fuente: el amor del Dios”.
La importancia del 1 de enero
El día 1 de enero es el día de regreso de los jóvenes a sus hogares. Sin embargo es un día especial, no sólo porque se inaugura un nuevo año sino porque, al no tener ningún acto por la mañana, pueden compartir la comida con sus familias de acogida. Qvinny, de Países Bajos, y que participó en el encuentro de Estrasburgo de 2013, valora de forma especial ese momento que pudo compartir con su familia. “Al compartir la comida de año nuevo con nuestras familias de acogida podemos hablar con ellos y conocerlos mejor. ¡Y, por supuesto, terminamos con una foto de recuerdo de estas personas que se han mostrado abiertas a la hora de dar un lugar donde dormir a unos extraños!”.
Artur de Polonia aseguraba, tras su experiencia, que “ante todo, me ha emocionado profundamente la hospitalidad de la gente de Alsacia y Ortenau. Su serenidad es el resultado de una difícil historia. Mis anfitriones me contaron la historia de las muchas migraciones a las que se tuvieron que enfrentar después de la guerra, y las injusticias que sufrieron. De alguna forma, a causa de ello, y para extender la confianza, están abiertos a compartir su vida diaria, sus hogares y su amor.
Compartir oraciones
Pero también las familias son conscientes del bien que les hace el acoger a jóvenes y compartir con ellos pequeños momentos. Así los expresa Philippe, un francés que acogió a tres jóvenes en Lipsheim. “Como visitante habitual de Taizé, me había prometido a mí mismo que haría algo si la comunidad venía algún día a Estrasburgo para la peregrinación de confianza. Como tenía otros compromisos, no pude ayudar con la organización, pero me ofrecí para acoger a tres jóvenes. Fue una sorpresa conocerlos, descubrir sus nacionalidades. He podido compartir con ellos las oraciones de la mañana, y estar presente en la vigilia de oración por la paz y la fiesta de los pueblos. Ha supuesto una gran alegría poder compartir las comidas en Wacken y las oraciones en la Iglesia de San Pablo”.
El hermano Alois, prior de Taizé, asegura que es un desafío acoger en el hogar a extraños, “¿quién de entre nosotros no dudaría? ¿Quién no querría recular en un primer momento? Y sin embargo nosotros, los hermanos de Taizé, podemos deciros que, a través de la acogida de jóvenes a lo largo de todo el año en nuestra colina, nos sentimoscolmados. Recibimos más de lo que damos”, explica. La hospitalidad ofrecida abre nuestro horizonte, nos transforma y nos aporta la alegría de vivir. “No nos preocupemos demasiado por disponer de pocos medios para acoger. La sencillez y la necesidad de improvisar no impiden, sino que más bien despiertan una comunión. Y la esperanza puede nacer allí donde existe una experiencia de comunión”, concluye el hermano Alois.