L.A. | 24-11-2017
La ‘Trobada 2milipico’ de educadores pertenecientes al movimiento diocesano Juniors fue todo un éxito de participación. Más de 1.300 jóvenes compartieron un fin de semana lleno de emoción, experiencias, momentos para la oración y el discernimiento…Y junto a ellos estuvo, en todo momento, don Arturo Ros, obispo auxiliar de la diócesis, antiguo Juniors MD y consiliario del movimiento en algunos centros donde fue párroco. Pañoleta al cuello, don Arturo animó a los jóvenes y compartió con ellos momentos inolvidables.
Don Arturo en un momento de la vigilia de oración en la ‘Trobada 2milipico’. (Foto: J.P.)– ¿Qué sensación tiene después de todo lo vivido el pasado fin de semana con 1.300 educadores Juniors MD en el Seminario Mayor de Moncada?
– Pues que hay que dar muchas gracias al Señor, porque son un auténtico regalo. Hubo previamente un trabajo muy intenso y salio todo bien. Cuando regresé a casa, al final de la tarde me entretuve mirando algunas fotos y vídeos que me habían mandado también con algún canto de la vigilia, y -lo confieso públicamente- me sentí muy emocionado, con el corazón muy tocado de gratitud y alegría.
– Aquella ya célebre invitación del papa Francisco en Río a los jóvenes a “armar lío”, bien que la han secundado aquí los Juniors MD en el Seminario de Moncada, como nos recordaba con alegría su rector, D. Fernando Ramón.
– Claro que sí. Es muy importante agradecer la labor de abrir la casa que hizo el Seminario y su rector y gran amigo D. Fernando Ramón, y al equipo de formadores. EL Seminario es nuestra casa, para todos. Porque era muy importante que todos los educadores se sintieran como en casa y se sintieron. Pudimos vivir el encuentro, por eso, de maravilla.
– ¿Cuál es hoy la realidad de Juniors MD en cuanto a número de integrantes?
– Entre niños y niñas de centros Juniors MD, educadores y monitores, 25.000 personas en la diócesis. El movimiento diocesano juvenil más grande de España.
– El propio director del Secretariado de Pastoral de Jóvenes de la Conferencia Episcopal, Raúl Tinajero, que vino invitado, aseguró que era un potencial enorme…
– Es que es un gran tesoro. Es nuestra fuerza y nuestro gozo en la pastoral de infancia, de adolescencia y de juventud. Recordemos que este movimiento nació de Acción Católica con el deseo de acompañar y formar los procesos de crecimiento integral en niños, después de la Primera Comunión y jóvenes.
– Este tesoro lo hacen cada día personas concretas, chicos y chicas, cuyos testimonios de fe impresionan. A veces da la sensación de que no somos conscientes de lo mucho y bueno que hay en Juniors.
– Esto es un regalo que tenemos en la diócesis. Y hay que ser conscientes de ello. Y en nuestros centros -así lo creo, lo siento y lo vivo- tenemos educadores extraordinarios, chicos y chicas – incluso proveniendo de realidades difíciles en sus entornos familiares- con una capacidad de entrega sencillamente admirable que a los adultos nos interpela y nos llama la atención. Cualquier esfuerzo que hagamos siempre será poco para darles por este servicio tan necesario y tan eficaz de los Juniors MD en la diócesis de Valencia.

– Desde su profundo conocimiento de esta realidad ¿Qué diría a los párrocos para que el movimiento Juniors pueda fructificar e ir a más en sus parroquias?

– Habría muchas cosas que decir, pero sobre todo dos fundamentales en las que creo firmemente y recomiendo a mis hermanos sacerdotes: primero, darles tiempo a los Juniors, hay que estar con ellos permanentemente en las acciones comunes con los niños, y estar sobre todo con los educadores, pasar tiempo con ellos, comprenderles es muy necesario; y, en segundo lugar, quererles. El hermano Roger de Taizé recomendaba tres cosas para estar con los jóvenes: escucharles, aguantarles y quererles. El sacerdote tiene que realizar su misión pastoral, celebrativa… pero es muy importante estar tiempo con ellos, porque muchas veces tienen razón y se puede establecer una relación de acompañamiento que dure toda la vida.
– Cuidar a los Juniors es cuidar posibles vocaciones también para el matrimonio, para la vida sacerdotal o la vida religiosa.
– Juniors tiene una importancia fundamental para la transmisión de la fe a los hijos. Tenemos muchos matrimonios cuyo paso por Juniors, cuando eran niños y jóvenes, les hizo experimentar la realidad de la fe y que luego han contraído matrimonio con otros Juniors. Incluso, tenemos ya grupos de novios que pertenecen al movimiento Juniors y van haciendo su camino propio pero ya con el espíritu Juniors. El paso por Juniors es una garantía para la transmisión de la fe, que es una de las prioridades que tenemos en la Iglesia.
Y en cuanto a las vocaciones a la vida sacerdotal o consagrada, tenemos testimonios vocacionales bien cercanos para todos los Juniors, como el del actual consiliario de movimiento diocesano Juniors, D. Virgilio, que fue junior, jefe de centro junior en Utiel, jefe diocesano de movimiento ya con vocación muy incipiente en una familia muy cristiana. El camino de Virgilio es el camino de Juniors, y algunos curas más hay por ahí y algunos seminaristas también.
– La trobada fue inolvidable toda ella, pero ¿qué momentos le marcaron más?
– Hubo dos momentos muy especiales de esos que “marcan a fuego”. La vigilia de oración y la eucaristía, con una actitud por parte de ellos admirable, escuchando, recibiendo, interiorizando, y eso les marca también para mucho tiempo. Veías que se sentían felices rezando y celebrando la eucaristía. Es para dar gracias a Dios.
Todo el estilo de vida junior, con sus acampadas, sus campamentos, sus actividades, sus canciones, el mismo himno… todo propicia que la persona se sienta feliz, y eso es muy importante en nuestra vida y en la pastoral de la Iglesia. La formación, la vocación… es importante sí, pero, sobre todo, que nuestros niños, educadores, monitores sean felices. Lo que hemos vivido el fin de semana en Moncada nos genera una esperanza muy grande y vamos a seguir trabajando para que esta gente sea muy feliz.