La peregrinación valenciana en la estación de Carcavelos (Fotos: Manuel Guerola)

❐ MARTA ALMELA / BELÉN NAVA
Una intensa experiencia de fe. Así es como muchos jóvenes valencianos calificaron lo vivido en la Jornada Mundial de la Juventud al regresar a nuestra diócesis. “Ha sido una intensa experiencia de fe, en la que nos damos cuenta que la iglesia está viva, es joven y en ella cabemos todos”, señala Manuel, uno de los peregrinos de nuestra diócesis que participó en el encuentro juvenil.

“Ha sido una bendición”, añade, “con días muy intensos y donde el cansancio iba acumulándose, pero sabías que despertarte iba a valer la pena porque Él tenía un plan para nosotros y hacía de lo más pequeño, lo más grande; de lo esperado, algo inesperado”.

Cerca de 3.000 valencianos se han sumado a la participación en la JMJ, “donde nos traemos la experiencia de que para los jóvenes es posible vivir en cristiano, hacer fiesta, orar con otros jóvenes, celebrar todo de manera sana y tener un horizonte compartido y un sentido para vivir: Cristo Resucitado”, señala otro joven valenciano.

“Me gustaría resaltar la alegría que se respiraba en todos los actos de la JMJ”, señala Sonsoles Barcia, otra de las jóvenes valencianas que peregrinó con la diócesis. “Millones de jóvenes juntos por lo mas grande que tenemos, el amor de Dios. Tan solo con eso se notaba que los jóvenes presentes durante esos días llevaban consigo una alegría que se transmitió en todo lo que hacían. Lo primero que pensé cuando acabó fue en la suerte que tenemos de sentirnos amados y me dio una fuerza inmensa ver que hay tanto joven con ganas de hacer felices a los demás, esto ha sido una experiencia que ha recargado todas las baterías para seguir amando a todo el que se ponga delante y es lo que me llevo de la JMJ”, concluye la joven.

“En la vida de todo cristiano, hay momentos que sobrepasan lo ordinario, momentos que tocan el alma y nos recuerdan la belleza y la profundidad de nuestra fe. La Jornada Mundial de la Juventud es uno de esos momentos”, comenta Mireia Puchades Alcaraz.

Casi todos los jóvenes, al igual que Mireia, destacan que el ambiente de la JMJ “es indescriptible. La alegría y la energía positiva son contagiosas, es un recordatorio de que la fe no es aburrida ni solitaria, sino una aventura emocionante que compartimos con otros jóvenes creyentes que nos animan y nos inspiran. La JMJ no se trata solo de palabras, sino de acciones concretas que reflejan el amor de Cristo hacia los demás, y justo de eso mi grupo sabía de ello. Pasamos muchas horas cantando, rezando y tratando de ser luz, de mostrar que los jóvenes creyentes estamos aquí. Aún recuerdo los viajes en el metro cantando canciones de Hakuna a pleno pulmón todos con una sonrisa de oreja a oreja”.

Sin lugar a dudas para Mireia, esta experiencia “ha sido un viaje espiritual transformador. He sido testigo de la belleza de la fe en comunidad, la universalidad de la Iglesia y la importancia de llevar la luz de Cristo al mundo. La JMJ me ha recordado que somos parte de algo más grande y que nuestra fe nos llama a ser testigos vivos del amor de Dios en el mundo. Destacaría muchas cosas pero sobre todo, el recordatorio de que somos una familia global de creyentes, unidos en nuestra fe y llamados a ser luz en un mundo que a menudo necesita desesperadamente de ella. Animaría a cualquier joven que tiene dudas a ir y vivir esta experiencia, pues estoy segura que cuando vuelva vendrá con una mochila llena de experiencias, gente desconocida que ahora es amiga y que seguro que le ayudarán a crecer en la fe y acercarse un poco más a Dios”, concluye.

“A lo largo de la historia innumerables autores y artistas han cautivado al espectador a través de sus obras, ya fuese con pluma o pincel, pero siempre persiguiendo el ansiado deseo de contagiar un mensaje. La JMJ ha sido una experiencia que a muchos nos ha dejado faltos de palabras y recursos para transmitir con exactitud la marca que ha dejado en nuestros corazones, así me pregunto: ¿cuál es la mejor manera de mostrar mi experiencia en la JMJ?”, se pregunta Sonsoles Corbí.

«María se levantó y partió sin demora” es el lema que en esta Jornada Mundial de la Juventud ha atraído a cientos de miles de jóvenes en una sola misión: reunirse para celebrar junto al Papa la alegría de ser cristiano. “Tal vez esa sea la mejor forma de describir lo que transcurrió en agosto de 2023 en Lisboa, levantándonos y partiendo sin demora cómo lo hizo Nuestra Santísima Madre. Creo que las palabras se quedan cortas, y que no hay color que ilustre fielmente la alegria, la devoción, el espíritu de servidumbre que se paseaba por las calles de Lisboa, las banderas se alzaban en emoción y las canciones bailaban por las esquinas, lágrimas y risas por igual decoraban los momentos de silencio y oración… No existe lienzo ni vocabulario que transmita mejor que el ejemplo de los jóvenes, así describiría la JMJ, como un empujón que hemos recibido a través de la oración, para levantarnos sin tener miedo y transmitir el mensaje del Papa por todo el mundo”.

Única e inolvidable
Andrés Escribá, Miriam Alberola, Ismael Pérez y Fernando Lerma son cuatro de los jóvenes partenecientes al movimiento juvenil Juniors que se atrevieron a vivir esta experiencia. Para ellos, esta JMJ ha sido “algo muy especial”, una experiencia “maravillosa”, “única e inolvidable”, un evento “en el que aprender, reflexionar, conocer a gente y a uno mismo y encontrarse con Jesús”.

Para Andrés, del centro L’Assumpció de Dénia (Zona La Marina) participar en una JMJ es “una gran oportunidad para todos los que solo conocemos la realidad católica de los jóvenes de nuestra parroquia o nuestro Centro para ser conscientes de lo grande que es el amor de Dios, para ser conscientes de lo lejos que llega y a cuantos jóvenes como nosotros quiere el Señor”.

Explica que “es cierto que hay muchísima gente, pero si uno quiere vivir tan acompañado un encuentro con Cristo en medio del mundo, donde pueda ponerse en sus manos, hay que aprovechar las charlas, las catequesis, los encuentros con el Santo Padre y, sobre todo, las exposiciones del Santísimo”.

Y no duda en resaltar que “es una súper oportunidad de conocer la realidad joven de la Iglesia, y quiero decirles a todos ellos que aquí estoy seguro de que se ha rezado mucho por todos ellos para que la próxima no se la pierdan”.

A Miriam, del centro Santo Ángel Custodio de Valencia (Zona Ruzafa) la Jornada Mundial de la Juventud le parece “una experiencia maravillosa, a pesar de los agobios o las frustraciones. Te acerca a Dios y te enseña la importancia de la paciencia”. Para ella, JMJ es sinónimo de “paz, libertad, aprender lo que es realmente importante, saber dejar en manos de Dios aquello que se me haga bola, descanso y recarga de pilas y deseo de mejorar como persona y, sobre todo, mi relación con Dios”.

Se trata de “una experiencia única e inolvidable que igual sólo se vive una vez. Sorpresas en los pequeños detalles que te llenan el corazón de alegría”.

Lola, perteneciente al centro Juniors M.D. Santa María de Sagunto (Zona Camí Heracle) resalta se su paso por la JMJ la gran oportunidad que esta supone al “poder compartir esta semana con jóvenes de todo el mundo que se reúnen por una misma razón: ser testimonio del amor de Dios”.

“Creo -puntualiza- que estamos en un “momento en que la Iglesia, con sus distintos movimientos, tiene necesidad de que sus jóvenes se encuentren una semana para compartir una misma fe y seguir el mismo camino. La Iglesia está más viva que nunca.

Y finaliza asegurando que, sin duda, “una de las mejores cosas del encuentro para mí ha sido encontrarme con jóvenes cristianos de todo el mundo, con la cantidad de gente que ha asistido al encuentro. Los valores cristianos han estado presentes en todo momento, haciendo las esperas más cortas, las aglomeraciones más agradables, los viajes más acogedores, etc.”.

Para Ismael, que procede del centro Sedaví, “participar de esta experiencia ha significado para mí un punto de inflexión en mi vida. Me ha hecho reflexionar y replantearme ciertas cuestiones existenciales. También me ha hecho valorar muchas comodidades que en el día a día no se les da la importancia que requieren”. Al igual que sus compañeros, y al tener que realizar una valoración de su paso por la JMJ asegura que se han cumplido sus expectativas “gratamente, los eventos centrales han sido muy conmovedores y las actividades secundarias, muy didácticas y entretenidas. No obstante, la organización en ciertos aspectos ha dejado mucho que desear, ya que transporte y alimentación acababa colapsando por la cantidad de personas…”

De lo mejor de la JMJ destaca el encuentro. “En mi opinión, han sido las palabras del Papa (super conmovedoras y motivantes) y la gente. Allá donde fuese encontraba cristianos, de diferentes lugares y costumbres, pero todos con una misma fe y un mismo corazón”
“Una cosa que me gustaría remarcar sería la música de los eventos principales. Esas orquestas tan bien preparadas producían una armonía tan envolvente que me permitió evadirme del ruido, los dolores… y ponerme en manos del Señor”, indica Ismael.
Cabe recordar que la peregrinación diocesana, organizada por la delegación de Infancia y Juventud del Arzobispado de Valencia contó con más de 1.500 inscritos, pertenecientes a diferentes grupos de Valencia, Torrent, Albaida, L’Alcúdia, Alboraia, Moncada, Alfara, Cocentaina, Banyeres, Carlet, Bocairent, la comunidad china de la parroquia Nuestra Señora de She Shan, Carcaixent, Xàtiva, Guadassuar, La Canyada, Burjassot, Alzira, Xirivella, Requena y de otras muchas poblaciones de la diócesis así como de la Universidad Católica de Valencia.

A ellos se unieron en la capital lusa los más de mil peregrinos que acudieron en grupos organizados por otros movimientos y parroquias, así como jóvenes que participaron directamente a los actos del fin de semana.

La Iglesia es un lugar abierto a todos
Desde la Conferencia Episcopal Española señalaron que “el punto culminante de la JMJ fue el mensaje claro y conmovedor del Santo Padre, quien invitó a los jóvenes a mirar a otro desde arriba sólo cuando se les ayuda a levantarse y recordó que la Iglesia es un lugar acogedor donde hay sitio para todos”. Así lo destacaba el responsable del grupo de españoles Raúl Tinajero, director de la Subcomisión de Infancia y juventud de la CEE, durante la rueda de prensa que ofrecieron ayer, domingo, en el Media Center de Lisboa para valorar la JMJ, con la participación del cardenal Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la CEE.

En este sentido añadió que la JMJ “ha dejado una huella imborrable en los corazones de todos los participantes, una experiencia transformadora que impulsa a los jóvenes a seguir trabajando por un mundo más justo y fraterno”.

Los jóvenes españoles “han vivido momentos de encuentro, oración y reflexión junto a otros jóvenes compartiendo sus experiencias de fe y forjando lazos de amistad que trascenderán fronteras y culturas, señalaba el cardenal Juan José Omella, quien expresó su “profunda gratitud y satisfacción por la masiva participación de los jóvenes, que han descubierto que el mensaje de Jesus cala, porque sigue siendo vivo y fresco”.