Reparto de alimentos en Nuevo San Juan de La Lima en Honduras.

BELÉN NAVA | 09.09.2021
Poco a poco regresan a nuestra diócesis los jóvenes que a lo largo de los meses de julio y agosto han participado en #VeranoMisión, una experiencia organizada por la delegación de Misiones del Arzobispado de Valencia con los misioneros que les transforma la vida. República Dominicana, Perú, Honduras y Mozambique, fueron los destinos hasta los que 21 jóvenes viajaron para ayudar en dispensarios, escuelas, impartir catequesis ayudar en las labores pastorales de sus lugares de destino. Algunos reconocen que “aunque físicamente ya estoy en Valencia mi mente todavía se encuentra al otro lado del “charco”. Todavía me cuesta asimilar todo lo que he vivido”.

Los que sí que ya han comenzado a hacer balance de su experiencia son los grupos que viajaron a Mozambique y a Honduras. En pocas palabras ellos resumen todo lo que han vivido como “intenso”, “auténtica revolución” o “entrega a la providencia”.

“El viaje no ha terminado”
Raúl, Patricia y Raquel vivieron tres semanas “muy intensas”, con una “inmersión absoluta” en la vida y labor de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y de María en Nuevo San Juan de La Lima, Honduras, indica Raúl Hurtado. Para ellas fue la quinta vez en esta misión y para él, la segunda experiencia misionera después de Calcuta.

Las religiosas “viven entregadas a la misión y con ellas he podido conocer de cerca las preocupaciones y necesidades de una sociedad con recursos limitados y muy castigada por los huracanes e inundaciones: lo perdieron absolutamente todo”, explica.

En Honduras “hemos participado de la vida comunitaria y labores como apoyo escolar en zonas rurales a niños y la limpieza y acondicionamiento de instalaciones devastadas por los huracanes, como el dispensario médico, biblioteca o sala de lectura”, añade.

La experiencia ha sido “muy satisfactoria, por la ayuda prestada, las personas conocidas y los momentos de oración”, concluye Raúl, que admite necesitar más tiempo “para integrar lo sentido y lo vivido” y para quien “el viaje no ha terminado”.

La providencia como guía
Mireia, María y Sonsoles pensaron, tras padecer una huelga aérea que les dejó en tierra tres días, que su experiencia misionera en Nacala-Porto no iba a ser lo que se habían imaginado. Nada que ver. “Después de tres días se había creado un vínculo familiar entre nosotras muy especial. Y eso es lo que hizo que nuestra experiencia fuera tan especial. Estoy segura de que sin esos tres días que vivimos en Lisboa nada habría sido igual. Con la lección aprendida y la confianza en la providencia llegamos por fin a Mozambique”, explica a PARAULA Mireia García, profesora de Religión del colegio diocesano Nuestra Señora del Socorro de Benetússer. Ella, junto a María Aguar, estudiante de Magisterio Infantil y Primaria ayudaron a las Hijas de la Caridad en el barrio de Ontupaia.

Allí se encargaron de “formar a profesores de las escuelas de las Hijas de la Caridad, a las que apoyamos desde España, dedicaron tiempo a la parroquia, a la convivencia y contactaron con un centro de salud al que van a empezar a ayudar, igualmente, desde España”, comentan.

Para Mireia, Ontupaia “es ya mi segunda casa, son familia” puesto que esta es la cuarta vez que viaja hasta allí. “Es un encuentro con la providencia y con una Iglesia sencilla y humilde. Compartir con las Hijas de la Caridad es una auténtica revolución”.

Para María, que realizó voluntariado misionero por primera vez, la vivencia fue “una oportunidad de agradecer, reflexionar, crecer y vivir entregándome a la providencia”.

Por su parte, Sonsoles colaboró con las religiosas de la Obra Misionera de Jesús y María, conocidas como ‘Pilarinas’. Estudiante de Medicina, en Nacala Sonsoles estuvo “aprendiendo y enseñando en su centro de salud, principalmente, y en otro centro y en hospital, además de dar de comer a los niños y dedicar tiempo a la parroquia”, explica.

Al vivir este voluntariado “te das cuenta de lo afortunado que eres y de cuánto tienes que agradecer a Dios, y esto te llena enormemente”, destaca Sonsoles, que subraya también que “la providencia ha marcado cada uno de nuestros pasos pues desde el minuto cero”.